¿Qué le dice el microondas a la nevera? Si fuera un chiste, semejante pregunta podría contestarse con algo como “si me pongo en marcha, te derrito”. Pero, gracietas aparte, responder afirmando que los electrodomésticos no pueden comunicarse no sería muy acertado: los aparatos tímidos están pasados de moda.
Evidentemente, el frigorífico no va a contar a la lavadora que esta mañana le ha salido un poco de escarcha o que los yogures ya han caducado, al menos de momento. Sin embargo, los hogares inteligentes o ‘smart homes’, cuyos aparatos se conectan para transmitirse información, están cada vez más cerca de convertirse en una realidad.
La interconexión entre electrodomésticos y otros dispositivos es solo uno de los ámbitos que abarca la denominada 'internet de las cosas' (IOT por sus siglas en inglés), precisamente bautizada así porque para transmitirse órdenes los aparatos utilizan una red inalámbrica. En otras palabras: los ordenadores, móviles y tabletas van a tener que compartir el WiFi de casa con la nevera y el horno.
Todo está interconectado
“Un ejemplo de lo que se avecina sería el de una camiseta diciéndole a la lavadora qué temperatura y qué detergente necesita, mientras que esta decide a qué hora se pone en funcionamiento”, cuenta Alessandro Bassi, informático y consultor tecnológico experto en IOT. “En realidad los objetos no se vuelven inteligentes; el secreto está en la conectividad. Es fundamental que cada objeto pueda ser identificado independientemente”, explica.
Y Apple parece haber entendido el concepto al que hace referencia Bassi. La semana pasada, el gigante tecnológico dio a conocer por fin su apuesta por la domótica en la Conferencia Mundial de Desarrolladores (WWDC por sus siglas en inglés). Durante la reunión, que la empresa celebra anualmente en San Francisco, el vicepresidente de ingeniería de Apple, Craig Federighi, presentó un sistema de control integrado de los aparatos de la casa. Un recién nacido llamado HomeKit.
Aún no se han desvelado los detalles, pero todo apunta a que Siri, el asistente personal con control de voz que integra los dispositivos de Apple, será el encargado de que órdenes del usuario como “subir la calefacción” o “abrir la puerta” se conviertan en un hecho. Pero el objetivo es ir más allá y que finalmente ni siquiera haga falta decir lo que queremos.
Según el italiano, autor del libro ‘Enabling things to talk’, el gran paso vendrá cuando todos los sistemas hablen un “lenguaje común” y sean capaces, si no de charlar, al menos sí de conectarse e intercambiar datos. Y esta es la meta de Apple: que podamos asociar todos nuestros aparatos a una cuenta y, además de gestionarlos con nuestra propia voz, se den órdenes los unos a los otros.
Aunque no tanto como el sistema operativo Samantha llegó a conocer a Theodor en la película Her, en un futuro se espera que los dispositivos aprendan además las costumbres de su dueño hasta tener claro qué tienen que hacer en cada momento y, efectivamente, hacerlo.
Control remoto desde una aplicación móvil
Mientras nos plantemos si estamos dispuestos a dormir bajo el mismo techo que un ejército de máquinas autónomas, podemos empezar con algo un poco menos arriesgado y probar con algunas tecnologías que ya están en el mercado y que pueden controlarse desde un teléfono móvil o un ordenador.
Un ejemplo es la iluminación inteligente Hue de Philips. Si eres fan de las luces de colores, la empresa ofrece toda una gama de bombillas de diferentes tonalidades conectadas mediante una red inalámbrica a un pequeño dispositivo que hace las funciones de centro de control.
Hue puede convertirse en tu mejor amigo. Es capaz de despertarte suavemente por la mañana “con el suave brillo de un amanecer” o apagar las luces cuando “es la hora de que los niños se vayan a la cama”. Como si de un compañero de piso se tratase, también puede avisarnos para retirar la comida del horno o conectarlo al correo electrónico o al Facebook para que se encienda cuando recibamos un mensaje.
Ya tiene sus propias aplicaciones para darle órdenes desde dispositivos Android, Kindle, iOs y Windows Phone.
Cualquier habitación necesita bombillas, pero si hay que elegir la estancia con más aparatos de toda la casa, la cocina se lleva la palma. Y sus habitantes ya se están retorciendo los cables de puro miedo. ¿Qué va a pasar con los electrodomésticos tal y como los conocemos? ¿Habrá que condenar a los microondas y neveras corrientes a acumular polvo en el trastero? Todo depende del atrevimiento de cada uno y, claro está, de su bolsillo.
La lavadora ha enviado un mensaje
Si hablamos de un adicto a las nuevas tecnologías, probablemente no tendrá problema en adoptar a una nevera capaz de enviarle un mensaje al móvil cuando no quede un solo cartón de leche en sus estantes, un horno que le escriba cuando la comida esté lista o una lavadora que chatee con él para decirle que ya puede tender la colada.
Pero entonces, no le quedará más remedio que despedirse de sus viejos amigos para adquirir una nueva generación de electrodomésticos “parlantes”. Algunos de los comercializados por LG ya permiten su control desde una particular modalidad de chat grupal: el ‘homechat’. Que tiemble WhatsApp.
Si, por el contrario, hablamos de un tipo tradicional, que le tiene mucho cariño a sus aparatos de siempre, también hay alternativas para mantenerlos en casa. Una de ellas es hacerse con un interruptor WeMo, diseñado por la empresa Belkin. El producto se adapta a cualquier enchufe y permite controlar los dispositivos conectados a él desde una aplicación móvil.
Al enchufar, por ejemplo, el microondas, este quedaría conectado a la red WiFi de la casa y podrías encenderlo mientras ves una película en el salón. El sensor WeMo, otro de los miembros de la familia, va más allá. Es capaz de detectar la presencia de alguien en la vivienda y transmitirle al interruptor la tarea de encender o apagar.
Una apuesta de Belkin que sí compromete la supervivencia de los pobres electrodomésticos tradicionales es su olla ‘Crock-Pot’, que también se controla desde un ‘smartphone’ para determinar el tiempo y la potencia de cocción. Tampoco hace falta estar en la cocina: puedes empezar a preparar tu comida antes de salir del trabajo o mientras esperas en un atasco.
El 'nidito' de Google
Otro gigante tecnológico que también parece estar interesado en unos aparatos más autónomos y con personalidad propia es Google. La empresa se ha gastado unos cuantos miles de millones en adquirir Nest, un termostato diseñado paradójicamente por un extrabajador de Apple.
Nest decide la temperatura adecuada en función de las costumbres de su dueño, sean las que sean. Al principio, hay que indicarle los grados que queremos tener en casa a distintas horas del día, pero luego aprende y trabaja de forma autónoma para que todo esté a tu gusto. Además, también es capaz de detectar cuando estás en casa para adecuar el ambiente y manejarse desde un dispositivo móvil.
Por si fuera poco, es posible controlar todos los WeMo, el termostato Nest y otros sistemas, como los de SmartThings, mediante una única aplicación: Revolv. Con una filosofía similar a la de HomeKit, lo único que necesitas es conectar la unidad de control de Revolv a la red WiFi de la casa para poder dar órdenes a tu tropa de aparatos electrónicos desde el móvil en el que hayas instalado la 'app'. Pero, las cosas como son, tampoco eres tan imprescindible: el invento permite que las máquinas se comuniquen y controlen entre ellas. Por ejemplo, los interruptores pueden abrir las puertas y los detectores de movimiento encender las luces o poner música.
Todos se apuntan a la domótica
“La presentación por parte de estas grandes empresas de sus apuestas por las ‘smart homes’ es una prueba del interés que suscita esta tecnología, que pronto se aplicará en otros campos como la salud o la industria”, indica Bassi. Según datos de Ericsson, alrededor de unos 12.000 millones de dispositivos estaban conectados a internet en 2011. Si ya hay más máquinas en red que habitantes en el planeta, el pronóstico para 2020 puede llegar a dar miedo: se espera que la cantidad ascienda a los 50.000 millones.
Un informe publicado en enero por la consultora Raymond James & Associates señala que unos 80 objetos se conectan a internet por primera vez cada segundo, incluyendo, además de los aparatos de uso cotidiano, máquinas industriales, coches y electrodomésticos. En 2020, la cifra puede crecer hasta unos increíbles 250 'cacharros' por segundo.
Aún queda un largo trecho hasta que lo ‘smart’ esté totalmente integrado en el día a día del común de los mortales. Sin embargo, como ocurre con ese amigo que no tiene WhatsApp, los aparatos tradicionales corren el riesgo de ser marginados no solo por sus dueños, sino también por unas máquinas más inteligentes con las que no van a poder chatear. Microondas, frigoríficos y lavadoras: aún estáis a salvo, pero si no os actualizáis pronto acabaréis tomando el sol en cualquier basurero. Ya se sabe, reciclarse o morir.