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Cuando Curro hizo fotocopias a color: la tecnología que sorprendió en la Expo 92

Los PINA llevaron a Sevilla muchos servicios de la web actual mediante pantallas táctiles

José Manuel Blanco

Alberto Martín guarda en su casa una fotocopia a color de su DNI. No se trata de una copia cualquiera: se la hicieron en 1992, cuando eso de las fotocopias a color era bastante más extraño que ahora, en un pabellón de la empresa Rank Xerox, la entonces rama europea de la mayor compañía fabricante de fotocopiadoras del mundo.

Martín recibió ese regalo tras esperar una larga cola de personas que habían oído hablar de ese prodigio como de tantos otros que se encontraban en pabellones cercanos: fibra óptica, pantallas táctiles, 3D… Todos ellos, las tecnologías y las personas, estaban en la isla de la Cartuja, en Sevilla. Unas para demostrar su potencial; las otras, para maravillarse con lo que el futuro había llevado a la capital hispalense.

Se cumplen 25 años de la Expo 92Expo 92, la exposición universal que cambió la cara de Sevilla y trajo a España lo mejor de la cultura de todo el planeta. También, durante los casi seis meses que duró, innovaciones tecnológicas de las que nunca se había oído hablar. No fueron solo las novedades que presentaba cada país o empresa, sino también los ingenios para hacer más soportable las visitas bajo el calor sevillano.

Martín fue uno de los varios millones de visitantes que se pasearon por la Cartuja en aquellos meses de 1992. 25 años después, es uno de los promotores de la Asociación Legado Expo Sevilla, que reivindica la memoria de aquella exposición universal. El sevillano la vivió ya desde las obras y luego pudo ir “casi todos los días”, relata ahora a HojaDeRouter.com.

En aquellos pabellones, la empresa IBM montó los llamados puntos de información no asistida o PINAS. “Era básicamente el inicio de una internet a gran escala”, lo describe Martín, como un teletexto, un Minitel o un Prestel patrio que contaba además con una función para fotografiarse, un selfi rudimentario al que se podía añadir un mensaje de voz. La imagen se podía guardar y recuperarla en otro punto o hacerla pública para que la pudiera ver cualquiera, a lo perfil de Instagram.

Estos puntos proporcionaban información interactiva a los visitantes de la Expo, pero también los principales titulares del día (“de manera un poco rudimentaria, porque era un escaneado del periódico impreso”). Con sus pantallas táctiles se podía pintar e incluso reservar mesa en uno de los restaurantes del complejo. En un vídeo promocional, el narrador decía que estas pantallas llegarían a ser tan populares como las cabinas telefónicas:

Estas pantallas fueron una de las cosas que más impactó a Martín: “A mí personalmente me dejó un poquito diciendo: 'Bueno, pues aquí está el futuro'”. “Hoy en día lo tenemos en nuestro móvil, pero tenerlo en el 92 era bastante fuerte”, añade. Estos terminales llamaron la atención más que otras pantallas que también vaticinaban una de las tecnologías ahora tan presentes en nuestras vidas: las luces led. Se instalaron varias pantallas con este tipo de luces a color bastante grandes (“podían medir 2x3 metros o así”). “También era la primera vez que se usaban de forma masiva. Eran muy básicas, tenían una resolución bajísima” y daban información sobre horarios y espectáculos.

Y el primer 'revival' de la tecnología 3D en el cine no lo tuvimos hace unos años, sino ya en la Expo 92. Había gafas en el pabellón de Fujitsu, uno de los grandes éxitos de aquellos meses por las películas tridimensionales que ofrecía. No fue el único pabellón que ofreció películas en 3D: también lo hizo el pabellón del Medioambiente.

El IMAX también pegó fuerte. El Cine Omnimax fue otra de las principales atracciones del evento, como lo fue otra pantalla que había en el pabellón de España, semiesférica y sincronizada con las butacas para moverse de acuerdo a lo que que apareciera en la película. “El IMAX ya tenía varios años [la primera exhibición fue en la Expo de Osaka de 1970], pero así, en un evento masivo, en España, era la primera vez, y más en tantas versiones”. Los pabellones de Canadá y Francia también tenían estas películas. En el caso del país galo, se trataba de una pantalla caleidoscópica: “Era un pozo de 30 metros de profundidad. Se proyectaba la película IMAX en la base, en el fondo, y luego tenía paredes de espejo que formaba un efecto caleidoscópico impresionante cuando te asomabas a ese pozo inmenso”.

Todos esos edificios, el centro de control de datos y, en definitiva, la estructura operativa de la isla, estaban conectados por una red de fibra óptica que todavía se conserva en la isla de la Cartuja. “Una red superpotente, que en el 92 se usó para temas de seguridad y coordinación interna y que luego es la que siguen usando los operadores de telecomunicaciones de hoy en día para dar servicio a las empresas que hay en Cartuja”, explica Martín.

Tecnología contra el calor sevillano

Si el calor de Écija tiene ya la categoría de mito, el de la cercana Sevilla (está a unos 85 kilómetros) lo tuvieron que sufrir hispalenses y visitantes. Para hacer frente a ello, la tecnología también se sacó de la manga algunos ases. El equipo de la exposición se sirvió de nuevos inventos y de técnicas tradicionales para crear un microclima que se inspiraba en los patios árabes y para el que se diseñaron paredes de agua que jamás se calentaba.

Además, “el aire se enfriaba mediante el sistema de enfriamiento evaporativo, que funcionaba mediante gotas de pequeño tamaño. Pulverizabas microgotas, que se evaporaban antes de llegar a las personas”, ha explicado Servando Álvarez, uno de los ingenieros que estuvo detrás de los sistemas. Esa tecnología es la que ahora se puede ver en numerosas terrazas de bares. El edificio de Siemens también buscó la refrigeración con agua, que corría por una parte de su fachada.

La Encarta andaluza

Narciso Rodríguez Chaves también se acuerda de aquella época. Este sevillano de la localidad de Castilleja de la Cuesta atesora en su casa más de 10.000 objetos relacionados con la Expo, desde abrecartas que se entregaron el día de la inauguración hasta un plato diseñado por Rafael Alberti del que solo se hicieron 300 unidades, pasando por el 'merchandising' o los sellos que se editaron para la ocasión. Su vinculación a la Expo viene desde la construcción de los edificios, pues fue aparejador de uno de los restaurantes que se construyó para ella. 25 años después, se ha convertido en un asiduo de otras exposiciones universales: Lisboa, Milán, Zaragoza... En su colección guarda catálogos de las películas 3D del pabellón de Fujitsu, “incluso algún recorte del film”, cuenta a HojaDeRouter.com.

Rodríguez, que utilizó ahí por vez primera las tarjetas de pago para el teléfono (Telefónica las popularizó en aquellos años), recuerda otro de los hitos de aquel 1992: la Enciclopedia Electrónica Andaluza. Según las crónicas, estos monitores situados a la entrada del pabellón de Andalucía y diseñados por la Universidad de Málaga aportaban información multimedia sobre los 767 municipios de la región: habitantes, infraestructura… También se podían conocer los paisajes naturales o el folclore. En total, 350.000 pantallas de saber en siete discos láser que recibieron la Medalla de Plata del Festival de Nueva York.

Lo que nunca llegó

Con el tiempo, la fibra óptica, las fotocopias a color y las pantallas táctiles se han popularizado. Sin embargo, también hay innovaciones que no se han hecho un hueco en nuestras vidas. En concreto, alguna relacionada con la alta definición. El pabellón de Retevisión acogió la primera grabación en lo que iba a ser el estándar de HD europeo, el TVAD, en el que participaban 32 empresas y organizaciones del Viejo Continente. “Había un estudio de televisión en alta definición, pero su formato no fue el que finalmente se adoptó”, explica Martín. En cualquier caso, el TVAD permitió realizar filmaciones con una mayor nitidez, al usar más líneas de las 625 habituales hasta entonces, y con mejor sonido.

Para Martín, la Expo “cogió una época en la que sorprendió bastante”. “Ya se veía que la innovación que se hizo a todos los niveles era el comienzo de, como casi siempre pasa en las exposiciones, una nueva era”, resume Rodríguez. La Expo 92 se llamaba 'La era de los descubrimientos', para recordar el quinto centenario de la llegada de Cristóbal Colón a América. Pero, para millones de visitantes, fue también el descubrimiento de las tecnologías que hoy forman parte de nuestro día a día.

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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de Expo 92 y Wikipedia

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