¿Quién copia a quién? Las funciones que se roban los chats y las redes sociales
Hubo un día en que Twitter no servía aún de sala de reuniones internacional, sino más bien representaba un tablón de anuncios frecuentado por unos pocos. En 2007, un año después del nacimiento de la red social, el ingeniero de Google Chris Messina propuso en aquella vitrina digital su idea para organizar grupos en torno a un tema en concreto: las hasta entonces ignoradas almohadillas.
Messina se coronó así como el padre de todos los ‘hashtags’ que hoy inundan, además de la casa del pájaro azul, alguna que otra plataforma. A la gente pareció gustarle la práctica, así que otras aplicaciones no perdieron la oportunidad de sumarse a la ola de las etiquetas. Uno detrás de otro, Instagram, Pinterest, Facebook e incluso Telegram –que se decidió en 2015– han incorporado el símbolo a sus conversaciones públicas.
No es la única idea que los gigantes de las comunicaciones virtuales se han copiado. Se rumorea que unos pocos usuarios de WhatsApp han descubierto recientemente que la 'app' está probando un servicio de videollamadas, han descubiertoal encontrarlo disponible momentáneamente en una actualización 'beta'. Una novedad poco original pese al revuelo, pues existen varios precedentes: Facebook Messenger, WeChat y Line ofrecen ya la funcionalidad.
Responsables de aplicaciones de mensajería y redes sociales no apartan la vista de sus competidores para tomar ejemplo de los aciertos y aplicarlos con escaso disimulo. Así, a cada conquista suelen seguirle un buen número de réplicas; una costumbre, positiva en el fondo, que se lleva repitiendo más de diez años.
Los irresistibles ‘Me gusta’
El 13 de julio de 2007, según cuenta el ingeniero de Facebook Andrew Boswort, varios trabajadores de la red social discutían sobre la integración de nuevas estrategias para que los usuarios interaccionasen con las publicaciones. Una planteaba su valoración mediante estrellas, otra con signos positivos y negativos y la última aludía a un símbolo de “pulgares hacia arriba” que sus creadores traducían (originalmente) como “genial”.
Un mes más tarde, la expresión se quedó en un “me gusta” y comenzaron las pruebas que, pese a varios rechazos por parte de Mark Zuckerberg, culminaron en 2009 con la implantación del popular botón en la plataforma (y en las vidas de millones de internautas).
Instagram llegó un año después del estreno, con los corazones incorporados para que los amantes de las fotografías (y los filtros) pudieran demostrar su aprecio por las imágenes de su ‘timeline’ cambiando el símbolo de color.
La última en sumarse a la moda ha sido Twitter. A finales de 2015, casi como regalo de Navidad, tornaba su estrella de favorito en otro órgano latiente traducido, como en los anteriores casos, en un ‘like’. Desde la red social argumentaban que el astro podía ser confuso −“te pueden gustar muchas cosas, pero no todo puede ser tu favorito” −, mientras que el nuevo símbolo era universal.
A todo color
En 2012, los usuarios asiáticos de Line (en Japón) y WeChat (en China) ya disfrutaban de unos dibujos más elaborados que los ‘emojis’, más grandes y variopintos: los denominados ‘stickers’.
Solo durante el segundo trimestre de siguiente año, la aplicación nipona, que fue la primera en introducirlos, había obtenido más de 60 millones de dólares gracias a la compras ‘in app’ de estas pegatinas virtuales y su uso como herramienta de promoción.
Facebook se percató pronto del futuro de la funcionalidad, que incluyó en la versión web de la red social en abril de 2013 y en la aplicación de mensajería en julio. Sin embargo, no ha llegado al nivel de sus competidores orientales. Line ya ofrece la posibilidad de crear diseños personalizados y en verano los lanzará en un formato especialmente grande que ocupará toda la pantalla. Mientras, los fieles de WhatsApp deberán seguir conformándose con los pequeños 'emojis' de siempre.
‘Radiopatio’ se hace un hueco
Transcurridos tres meses desde que Facebook anunciara la compra de WhatsApp, el CEO y cofundador de la aplicación, Jan Koum, anunciaba que estaban trabajando en una nueva característica para el chat. En verano de 2013, sus más de 300 millones de usuarios pudieron presionar por primera vez el botón del micrófono para dedicarle unas palabras a su interlocutor en forma de nota de audionota de audio.
La red social de Zuckerberg, por su parte, ya había añadido la funcionalidad a su ‘app’ de mensajería a principios de año, aunque los verdaderos pioneros estaban de nuevo en Asia: WeChat y Line ya ofrecían el servicio desde su nacimiento (ambas herramientas vieron la luz en 2011).
Telegram incluyó las notas de audio en una de las actualizaciones de 2014, y los usuarios de Snapchat pueden enviar mensajes sonoros a sus contactos desde hace escasamente dos meses, cuando los responsables de la aplicación anunciaron su chat 2.0.
Sin embargo, no todos han seguido otra de las corrientes que tienen que ver con la voz. “Estamos especializados en el envío de mensajes y archivos”, aseguran desde la aplicación de los hermanos Dúrov. “Enviar mensajes es obviamente una tendencia en la actualidad, así que nuestro interés se mantiene en esta área por el momento”, afirman para contestar a la pregunta de si pueden hacerse llamadas a través de Telegram. ¿La respuesta corta? No.
La negativa desaparece en otras herramientas: Line y WeChat permiten realizar llamadas de voz desde 2014 y WhatsApp añadió la funcionalidad el año pasado para satisfacción de sus cientos de millones de usuarios.
Ahora lo ves, ahora ya no
A estas alturas nadie puede negar que Snapchat se ha convertido en la la reina de los mensajes efímeros. Sin embargo, no es la única que da la oportunidad de enviar comunicaciones que se autodestruyen. Telegram las trajo consigo en 2013 junto con su modalidad de chat secreto. El emisor puede asignar un temporizador a sus frases para decidir el tiempo que tardarán en desaparecer del teléfono del receptor.
Line y WeChat han incorporado la información fugaz en 2014, aunque la segunda ha modificado ligeramente la filosofía de la funcionalidad. En vez de ponerle fecha de caducidad a las notas, las ha transformado en bumeranes: permite recuperarlas (y eliminarlas) en un intervalo de dos minutos.
Facebook comenzó el año pasado a probar los mensajes efímeros en Francia, según informaban medios estadounidenses, a quienes su portavoz aseguraba que la opción “ofrece a la gente una posibilidad divertida para elegir cuando se comunican en Messenger”. De momento, la cosa no ha pasado de ahí.
Sin ser su objetivo principal, Snapchat introducía otro elemento nuevo además de la fugacidad. Pese a no servir de aviso explícito, si alguien ve un archivo, este se autodestruye, con lo que queda patente que el destinatario lo ha consultado. Una información que la 'app' de mensajería de Facebook comenzó a dar a sus usuarios en 2012 mediante confirmaciones de lectura.
Un año después, una encuesta realizada por la empresa JustSystem Corporation revelaba que el 71,4 % de los estudiantes japoneses que utilizaban Line se sentían mal cuando no respondían a un mensaje, ya que el emisor sabía que lo habían visto debido a las notificaciones de leído que envía la aplicación.
Ya en 2014, para desgracia de algunos y alegría de otros, las confirmaciones de lectura llegaron a WhatsApp. No obstante, sus responsables tardaron apenas una semana en anunciar la manera de deshabilitar la opción que sembraba la discordia entre los usuarios.
Comunicaciones más seguras
Recientemente, la aplicación de mensajería que fundó Jan Koum ha incluido el cifrado ‘end-to-end’ (punto a punto) en sus comunicaciones. Line hizo lo propio el año pasado, mientras que Telegram nació precisamente con la seguridad como bandera, aplicando un protocolo de cifrado diseñado por Nikolai Dúrov y su equipo. Además, los intercambios de información en sus ya mencionados chats secretos están protegidos también con el sistema punto a punto, sin que la información pase por los servidores de la compañía.
Pese a haber adquirido Whatsapp, los de Zuckerberg aún no han aplicado el mismo sistema de seguridad a Facebook Messenger, como tampoco lo ha hecho de momento Snapchat.
Con la puerta abierta
¿Y qué hay de la moda de las API? Facebook y Twitter fueron las primeras redes sociales en abrir su interfaz de programación de aplicaciones, allá por 2006, para que cualquier desarrollador pudiera integrar sus servicios en sus propias 'apps', crear otras en base a las funciones de la plataforma o, más recientemente, diseñar ‘bots’. Con el tiempo se les han sumado Line (2012), Instagram (2013), Telegram (de código abierto), WeChat (2014) e incluso Facebook Messenger.
Mientras que en Snapchat se lo plantean, Whatsapp sigue sin dar su brazo a torcer ni tiene planes de hacerlo, según explicó su cofundador, Brian Acton, durante la conferencia de desarrolladores de Facebook del año pasado.
En resumen, las aplicaciones asiáticas suelen llegar las primeras. Pero, en un mundo donde nada permanece en secreto mucho tiempo, la originalidad es tan efímera como los mensajes de la 'app' fantasmal.
--------------------------------------------------------------------------
Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Tanja Cappell, Line, SEO y Patrick Nygren