Tiembla Silicon Valley: así es el plan de China para liderar la tecnología en 2030

Ser líder mundial en tecnología es uno de los títulos más deseados por cualquier país, ya que no solo supone tener el control del presente sino también del futuro. Hasta el momento Estados Unidos encabeza la lista gracias a su prestigioso Silicon Valley; sin embargo, China le pisa los talones e incluso podría arrebatarle el título en menos de lo que imaginamos.

A finales de julio, el Gobierno chino presentó un plan para potenciar los avances nacionales en materia de inteligencia artificial. En él propone mantenerse al ritmo de crecimiento del resto de países líderes en el sector hasta 2020 y confeccionar un marco regulatorio y legal que esté listo para 2025. Todo para conseguir su gran objetivo: convertirse en el primer centro de innovación de inteligencia artificial para 2030. Un reto para el que, sin duda, tienen mucho de su parte.

Actualmente China es la segunda mayor economía del mundo solo por detrás de Estados Unidos. Desde 1990, su PIB ha crecido anualmente en un 9,71 % de media. Solo el año pasado generó una riqueza de 74,41 billones de yuanes, unos 10.170 millones de euros al cambio de entonces.

El crecimiento de gigantes tecnológicos como Alibaba, Tencent o XiaomiTencentXiaomi demuestra que la apuesta de los chinos por la tecnología ya viene de lejos. Tanto es así que el capital riesgo invertido en ‘startups’ se triplicó en los últimos años hasta llegar en 2016 a los más de 250.000 millones de dólares (unos 212.000 millones de euros). Dinero no les falta y ganas parece que tampoco.

Paso a paso: ¿cómo quieren ser líderes tecnológicos?

El ambicioso plan del Gobierno chino pretende abarcar todos los sectores relacionados con la inteligencia artificial. Si bien en sus inicios se centrará en perfeccionar la tecnología general, su objetivo final es conseguir que todos sus sistemas estén controlados por la inteligencia artificial: desde los sistemas industriales aplicados a, por ejemplo, la agricultura o la logística, hasta el día a día en las calles de las ciudades por donde los ciudadanos se moverán en vehículos autónomos.

Para ello, el Consejo de Estado chino estimó un coste de 150.000 millones de dólares (unos 127.000 millones de euros) para el sector de la inteligencia artificial y otros 1.500 millones de dólares (unos 1.275 millones de euros) para las áreas relacionadas.

Por lo pronto, Alibaba, Tencent o Lenovo ya han creado sus propias divisiones en inteligencia artificialLenovo con el fin de cumplir el gran objetivo chino. Aunque sin duda la más avanzada es Baidu. El motor de búsqueda más popular en el país ya cuenta con su propio asistente personal al estilo de la Alexa de Amazon y hace tan solo unos meses anunció nuevos avances en su tecnología para coches autónomos. Concretamente se trata del proyecto Apollo, con el que pretender facilitar la producción de estos vehículos con una filosofía que recuerda mucho a la de Google con Waymo.

Aunque por el momento China ha prohibido las pruebas de los coches sin conductor en sus ciudades a la espera de crear una regulación propicia, lo cierto es que el gigante asiático también planea ver esta tecnología por sus calles a corto y medio plazo. Tanto es así que, según los pronósticos de su Ministerio de Industria y Tecnología de la Información, espera unas ventas del 50 % de coches “parcialmente autónomos” en 2020, del 15 % de vehículos “altamente automatizados” en 2025 y del 10 % de coches totalmente autónomos para 2030.

A estas tecnologías también se unen los avances en impresión 3D respaldados por el Gobierno en los últimos años. Dentro de su plan de desarrollo industrial 'Made in China 2025' se destaca la impresión 3D como un pilar básico para el crecimiento tecnológico del país. Además, el Ministerio de Ciencia y Tecnología valora este tipo de proyectos como prioritarios entre las cuestiones destinadas al progreso de China. “En los últimos cinco años, la impresión 3D en China ha crecido de una industria de 1.000 millones de yuanes (127 millones de euros) a una industria de más de 100.000 millones de yuanes (12.700 millones de euros)”, aseguraba hace poco el presidente de la asociación de compañías chinas de impresión 3D, Luo Jun.

Por si fuera poco, China también quiere conquistar los cielos: posee el 70 % del mercado de los drones comerciales y avanza en su plan espacial de contar con una estación orbital permanente en 2022.

El peligro de las ‘smart cities’

Con todos estos avances tecnológicos, uno de los grandes metas del Gobierno chino es convertir todas sus ciudades en inteligentes, y ya ha empezado con la transformación: para finales de este mismo año planea que 500 centros urbanos estén totalmente controlados por tecnología.

El deseo primordial es que todos los datos que se recogen a través de las cámaras de videovigilancia o se generan por la gestión de residuos, los sistemas de transporte o el rastreo de la contaminación sean centralizados y accesibles para el Gobierno a través de un “centro inteligente de operaciones”. El problema es que esto puede tener un grave coste para los ciudadanos, que podrían quedar sometidos a un control aún mayor que el que ya ejerce el aparato de censura.

Como denuncia el escritor Murong Xuecun, cuyos libros fueron prohibidos en China en 2013 por criticar al Gobierno, “no solo serán espiadas nuestras acciones, sino que utilizando ‘big data’ serán capaces de conocer cosas que hasta nosotros mismos hemos olvidado”. Sin duda, un riesgo que amenaza aún más la libertad y la privacidad de los ciudadanos del país asiático.

Aun así, el avance de la potencia oriental es imparable. Todas sus apuestas tecnológicas están haciendo temblar dentro y fuera de su país a quienes ven cómo los planes chinos pueden traer desagradables (y no precisamente inesperadas) consecuencias.

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