Materiales locales, adaptación al cambio climático y feminismo: Balears transforma la vivienda pública
La comunidad científica lo volvió a poner de relieve durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático celebrada en su vigesimoséptima edición en Egipto: para que el planeta sea habitable para los seres humanos, es preciso reducir en un 50% las emisiones de CO2 en 2030 y que sean casi nulas en 2050. Esto evitaría que el planeta se recaliente más de 1,5ºC a finales de siglo, lo cual evitaría los peores escenarios de la crisis climática. Un compromiso que viene establecido tanto en la legislación española como en la balear, pionera al recoger, ya en 2019, las directivas europeas que avanzaban hacia los compromisos climáticos y medioambientales globales.
Esto obliga a las instituciones públicas a una transformación profunda de la economía y los sectores productivos, que en el caso de Balears, se está empezando a vislumbrar en las viviendas de protección pública que diseña el Instituto Balear de la Vivienda (Ibavi) y que deben cumplir con la nueva normativa medioambiental. “Las viviendas tienen que tener un consumo energético muy bajo”, explica Carles Oliver, arquitecto del Ibavi, en conversaciones con elDiario.es. “Eso se hace con el objetivo de que los pisos sean muy confortables, para evitar la pobreza energética y como medida de adaptación al cambio climático”, remarca el arquitecto.
Los técnicos del Ibavi, organismo dependiente de la Conselleria de Movilidad y Vivienda del Govern, están diseñando las nuevas promociones de vivienda pública de modo que puedan adaptarse mejor a las condiciones climáticas que los científicos prevén para las próximas décadas. Para alcanzar los objetivos, asegura Oliver, diseñan los edificios mediante la combinación de varios procedimientos. En primer lugar, se escogen materiales que tengan una huella ecológica baja en emisiones de CO2 (priorizando que sean locales). Por ejemplo, piedras de marès, de tierra o de cerámica revestida de cal -todos ellos materiales pesados, lo cual es importante, señala Oliver- con los cuales consiguen ‘inercia’, es decir, son materiales que ofrecen resistencia a calentarse en verano.
Viviendas adaptadas al cambio climático
“Lo mejor es que el edificio no necesite energía: que no haga falta poner el aire acondicionado en verano. Hay toda una serie de condiciones de diseño que permiten refrescar, de forma ‘pasiva’, es decir, gratuita. Con las propias herramientas que te está ofreciendo ese espacio, no hace calor en verano ni frío en invierno”, destaca el arquitecto del Ibavi. Una de las características propias del clima mediterráneo e insular es la alta humedad, que provoca que la sensación térmica sea superior en verano e inferior en invierno de lo que marca el termómetro. En este sentido, los materiales que se utilizan para estas edificaciones también sirven para regular la humedad.
Después de escoger los materiales adecuados, añade Oliver, se utilizan otro tipo de técnicas para alcanzar el objetivo final. “Por ejemplo, la ventilación cruzada: necesitas que los pisos tengan dos fachadas con dos orientaciones diferentes, hacia las brisas marinas, para que estas entren por una ventana y salgan por otra. Esto también refresca de forma 'pasiva' el piso”, asegura Oliver. Así, se trata de una mezcla de factores: dar peso a la vivienda, ventilación adecuada, sombra mediante persianas, porches o pérgolas… Y, siempre que sea posible, se siembran muchas plantas que hagan una función bioclimática. “Cuando eso no basta, además, instalamos ventiladores en los techos. Es una forma mucho más eficiente de refrescar que no con un aire acondicionado. El ventilador de techo no cambia la temperatura, pero sí la sensación térmica”, clarifica el arquitecto.
Laura García, arquitecta especializada en eficiencia energética en la edificación y diseñadora ‘Passive House’ (casas de bajo consumo energético) con casi nueve años de experiencia en Eivissa y Formentera, señala a elDiario.es que las viviendas de protección pública del Ibavi están diseñadas con criterios bioclimáticos con el objetivo de aprovechar al máximo los recursos naturales. “En invierno la radiación solar calienta la casa y en verano se aprovecha la ventilación cruzada. Las viviendas están dispuestas de manera que se ventile la casa: el viento entra por una ventana y sale por otra. Es una solución con medidas ‘pasivas’: no necesitas demasiada calefacción en invierno ni demasiada refrigeración en verano”, sostiene García.
Técnicas de aislamiento
A estos métodos hay que sumar diferentes técnicas de aislamiento de los edificios: unos diez centímetros en la fachada y entre veinte y treinta centímetros en la cubierta. “Estos aislamientos pueden ser naturales, por ejemplo, utilizando las hojas muertas de posidonia que hay sobre la playa”, ejemplifica Oliver, para lo cual, tienen que pedir un permiso, ya que es una planta protegida, considerada el pulmón del Mar Mediterráneo -por su efecto oxigenador del mar y por su capacidad de absorber CO2-.
“Si somos capaces de gestionar bien la posidonia y solo utilizamos las capas superiores, que son las que están más limpias de arena, no afectamos el sistema dunar y estamos utilizando el aislamiento con menos energía incorporada de lo que podamos encontrar en el mercado”, matiza Oliver. Utilizar hojas muertas de posidonia como material para una obra es un proceso muy complejo, aclara García, pues requiere “de una experimentación y de unos ensayos que han tenido que hacer para saber cómo se comporta térmicamente”. “No es lo mismo que comprar unos materiales fabricados con unas características definidas. Han tenido que hacer un trabajo de investigación”, apunta la arquitecta.
Las viviendas están organizadas, además, desde una perspectiva de género. Eso implica, por ejemplo, que la cocina tiene que estar abierta al salón, de manera que se visibilicen las tareas domésticas vinculadas a la alimentación. Por otro lado, se rompe con el esquema vinculado a la familia tradicional, mediante el cual había, normalmente, una habitación doble para los padres y habitaciones más pequeñas para los hijos e hijas. Con el nuevo diseño, todas las habitaciones son iguales. “La distribución de los dormitorios se puede hacer de muchas maneras, incluso se pueden ir cambiando los usos de los espacios, adaptándolos a diferentes organizaciones de familias o personas que conviven”, apunta Oliver.
Casas con organización feminista
Desde la perspectiva feminista, la cocina deja de ser un espacio residual para convertirse en un espacio central: el núcleo de la vivienda alrededor del cual se desarrollan muchas actividades, apunta García. “Se trata de reivindicar las actividades vinculadas a los cuidados”, afirma la arquitecta. Esta visión también se manifiesta en la forma en que se diseñan las habitaciones: el objetivo es, explica García, que los espacios no respondan a jerarquías patriarcales. Se trata de evitar que, como se ha diseñado tradicionalmente, haya una habitación más grande, tipo suite, destinada a los padres, con baño propio y una o varias habitaciones más pequeñas, pensadas para el resto de la familia. “Se intenta equilibrar la superficie de cada espacio y no distinguir entre personas que tienen derecho a más espacio y otras que no. Cuanto más parecidos son los espacios, más libertad tienen las personas para decidir cómo quieren vivir”, valora la arquitecta.
Es una manera de diseñar que, en palabras de uno de los arquitectos del Ibavi, supone un cambio de paradigma, cuyo objetivo final es transitar hacia un modelo que pueda prescindir de los combustibles fósiles. “No es lo mismo trabajar con una cerámica hecha en tierra local, fabricada con una energía local, que importar un producto cerámico de fuera, fabricado con una energía fósil”, insiste Oliver. Pone el ejemplo de una fábrica de Euskadi que utiliza la biomasa para fabricar productos que importan para la construcción de nuevas promociones. “Estos materiales (que utilizamos), a veces son locales y a veces no, como el ejemplo del que importamos desde Euskadi. Nos sirve para explicar que en Euskadi hay una fábrica que utiliza biomasa y que sería valioso que estas maneras de producción se extendieran a otras fábricas”, subraya el arquitecto.
Reutilización de materiales
La reutilización de materiales es otra estrategia que el Instituto Balear de la Vivienda utiliza para la construcción de vivienda pública, por ejemplo, a partir de restos de edificios demolidos. “Si un ayuntamiento tiene que demoler una casa porque ha sido construida irregularmente, en teoría, estos materiales se pueden reutilizar, en lugar de trasladarlos al vertedero”, resalta Oliver. Se trata, en definitiva, de implementar un modelo de adaptación “en un territorio vulnerable al cambio climático” y que pueda ser aplicado “de manera global” en el resto de las comunidades. Este cambio de modelo, ejemplificado en las promociones del Ibavi, no hubiera sido posible, reflexiona Oliver, sin una normativa que lo haga posible y sin el papel de cargos públicos como Cristina Ballester, directora general de Vivienda y Arquitectura del Govern, defensora de estos proyectos.
García, por su parte, destaca que la investigación que hay detrás es “muy admirable”, porque está focalizada en “reducir el ciclo de vida de la construcción del edificio”. Es decir, “no se trata solo de reducir la energía y las emisiones de CO2 inherentes a esa energía durante el uso del edificio”, afirma García, sino que se usan materiales naturales que en su proceso de fabricación “generan muchos menos impactos negativos”. Es decir, se emite mucho menos CO2, “porque requieren de mucha menos energía”, insiste la arquitecta. “El hecho de utilizar materiales locales, hace que el impacto de las emisiones de CO2 vinculadas al transporte sea mínimo”, añade García.
La arquitecta, sin embargo, recuerda que para ella “el edificio más sostenible es el que no se construye”. García reivindica la rehabilitación porque cree que en el archipiélago balear ya hay mucho construido. “El principal reto que tenemos en Balears frente a la mitigación del cambio climático no es tanto cómo construimos las viviendas nuevas, sino qué hacemos con todo ese 80% de lo que está edificado, que consume tres veces más de lo que debería consumir”. Por eso, considera, el modelo diseñado por el Ibavi podría ser aplicado también para la rehabilitación del parque de viviendas en Mallorca, Menorca, Eivissa y Formentera.
El Gobierno, a través del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, aprobó el 5 de octubre de 2021 el Real Decreto 853/2021, por el cual se habilitan ayudas públicas a la rehabilitación de viviendas con fondos del Plan del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la UE. La semana pasada, Francina Armengol, presidenta del Govern y Josep Marí Ribas, conseller de Movilidad y Vivienda, anunciaron subvenciones por un importe total de 18,5 millones de euros -de los citados fondos europeos- destinado a la rehabilitación y mejora energética de las viviendas, recibiendo, de momento, 300 solicitudes.
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