“Por dinero da igual la salud”: el dueño del local de Palma donde murieron cuatro personas fracasa al abrir uno al lado
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“Por hacer dinero les da igual la salud y la vida de las personas”, lamenta un vecino de Playa de Palma. Esta barriada de la capital balear, epicentro del turismo alemán en Mallorca y uno de los destinos pioneros en la explotación del sol y playa, vivió hace unas semanas uno de los episodios más traumáticos de su historia reciente: la terraza del Medusa Beach Club, un conocido local de ocio, se hundió por el sobrepeso y provocó la muerte de cuatro personas. Las flores en conmemoración de las víctimas continúan colocadas a los pies del establecimiento.
A pocos metros, en el local contiguo, el dueño ha intentado, sin éxito, reabrir un restaurante. La pizzería Laguna Playa levantó su persiana el pasado lunes, solo siete semanas después del trágico accidente del Medusa Beach Club. Poco tiempo ha durado esta nueva aventura del propietario: este mismo jueves, el Ayuntamiento de Palma decidía clausurar la pizzería por no corregir las deficiencias marcadas por una Inspección Técnica de Edificios (ITE) de 2014. De nuevo, se repetía la historia del Medusa Beach Club, aunque afortunadamente sin víctimas: el local tenía una ITE cuyos defectos no había subsanado, pero el dueño decidía abrirlo al público.
Los residentes de la zona aseguran que no les sorprende este hecho, ya que muchos locales de Playa de Palma están en condiciones “dudosas”, y aseguran haber pasado “miedo” desde que hubo el trágico accidente del Medusa Beach Club. “Desde el derrumbe, si tenemos que ir a un bar, evitamos ir a uno construido sobre una casa antigua”, expresa un vecino a escasos metros del lugar del suceso, aunque asegura que “como residentes, a esos locales tampoco solían ir antes”, ya que prefieren los establecimiento ubicados en “la segunda línea” de la playa por “los precios y la gente que va”. “En muchos sitios, ni siquiera el camarero sabe hablar español”, concluye.
A pesar de que el Ayuntamiento de Palma clausurase el pasado jueves el restaurante Laguna Playa por deficiencias sin corregir - que habían sido marcadas en una ITE de 2014-, los residentes aseguran que no les parece suficiente. “No entendemos cómo no hay inspectores ahora controlando todos los establecimientos”, reclama una vecina. “Lo han descubierto por casualidad, porque aquí hay muchos locales igual y no revisan nada”, añade. Además, relaciona el interés en la clausura del restaurante Laguna Playa con el impacto que tuvo el siniestro del Medusa Beach Club: “Ahora han cerrado el restaurante Laguna Playa porque hubo un accidente en el local de al lado y la gente se interesó”.
Los residentes de la zona defienden que “deberían hacerse más inspecciones”, ya que “cualquier local puede haber hecho obras ilegales o estar en malas condiciones”. Asimismo, temen que “algún día haya otro derrumbe u otro accidente”. Lamentan que esa zona de la Playa de Palma, más cercana a s'Arenal, está “olvidada” por parte de la Administración. “Parece la ciudad sin ley”, afirma una madre que juega con su hija en la playa. “Está todo descuidado, la arena llena de cristales, el paseo sin pasos de cebra”, añade. “Es un desastre, lo hacen todo por la pasta” expresa un joven que trabaja los veranos en esa zona. “Venimos cada año, trabajamos en diferentes establecimientos, y casi nadie cumple la norma. La mayoría de locales aquí tienen irregularidades, nadie pide licencias ni mira infraestructuras”, concluye.
Es un desastre, lo hacen todo por la pasta. Venimos cada año, trabajamos en diferentes establecimientos, y casi nadie cumple la norma. La mayoría de locales aquí tienen irregularidades, nadie pide licencias ni mira infraestructuras
Clausura del restaurante Laguna Playa
El departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Palma ordenó este jueves el cierre “inmediato y preventivo” del restaurante, inaugurado el pasado lunes junto al antiguo Medusa Beach Club, en cuyo derrumbe fallecieron en mayo cuatro personas y resultaron heridas otras veinte. El dueño del Medusa Beach Club, Christian Arnsteiner, había vuelto a abrir el restaurante contiguo a penas un mes y medio después del trágico accidente. El local, que se ubica en el número 35 de la calle Cartago (contiguo al Medusa Beach Club), no había corregido las deficiencias marcadas por una Inspección Técnica de Edificios de 2014.
El alcalde de Palma, Jaime Martínez, aseguró este miércoles tuvieron conocimiento de la apertura del local, por lo que “se hicieron inspecciones” y, a raíz de las mismas, este jueves se decretó el cierre del establecimiento. El restaurante se mantendrá clausurado “hasta que queden solucionadas las deficiencias detectadas”, según el teniente de alcalde de Urbanismo y Vivienda, Óscar Fidalgo. Las deficiencias no estaban tipificadas como graves, pero era necesario corregirlas. Diez años después, el propietario no había solucionado los defectos detectados y Disciplina Urbanística le ha advertido que el incumplimiento de la orden podría conllevar medidas de ejecución forzosa y subsidiaria de las obras, así como la imposición de multas coercitivas.
Cabe destacar que precisamente este miércoles en la rueda de prensa posterior a la Junta de Gobierno, la portavoz del Consistorio, Mercedes Celeste, confirmó que los propietarios del negocio siniestrado habían abierto un nuevo negocio y que, en todo caso, sí que tenía la licencia de actividad, porque es diferente a la del viejo establecimiento. Celeste aseguró que, aunque no había “ninguna sospecha” de que el local no fuera seguro para trabajadores y clientes, el Ayuntamiento de Palma iba a permanecer “vigilante”, ya que se trata de edificios muy antiguos.
Mismo propietario que el Medusa Beach Club
El Medusa Beach Club, ubicado al lado del restaurante clausurado, se encontraba en un edificio de dos alturas (planta baja y sótano) ubicado en el número 34 de la avenida Cartago, pero la azotea se utilizaba como terraza abierta al público. El pasado 23 de mayo la terraza colapsó y se hundió y provocó la muerte de cuatro personas y causó 16 heridos. Más tarde, las autoridades informaron que la terraza no disponía de licencia de actividad ni de ocupación.
Unas veinte personas se encontraban en la terraza de la primera planta cuando, pasadas las 20.30 horas, la estructura se vino abajo, provocando a su vez el hundimiento de la planta baja, que se llevó por delante la bóveda de marés que la sostenía y que finalmente acabó impactando contra el sótano, en el que se ubica otra discoteca que en ese momento se encontraba vacía, el Coco Rico. Las víctimas cayeron desde una altura de tres o cuatro metros.
Perdieron la vida una trabajadora del pub, de 23 años, dos turistas alemanas de 20 y 30 años y un cliente senegalés, Abdoulaye Diop, que en el instante del desplome se encontraba tomando un café en el lugar. Diop, de 44 años, recibió en 2018 la Cruz al Mérito Policial con distintivo blanco por salvar la vida de un bañista. A día de hoy, junto a los restos del edificio derrumbado, todavía se pueden encontrar flores, velas y diferentes objetos en memoria de los fallecidos tras el siniestro.
Obras deficientes y sobrepeso en la terraza
El accidente fue el resultado de una combinación de circunstancias. La antigüedad del edificio y la reciente remodelación del techo como terraza provocaron su colapso. La estructura, ya vieja, no estaba diseñada para soportar el peso de todas las personas que se encontraban sobre ella en el momento del derrumbe, ya que se sumaba el peso de una reforma ilegal llevada a cabo en 2013. Eder García, jefe de Bomberos de Palma, explicó que no se puede afirmar que el local superara el aforo permitido, ya que, al no tener licencia para usar la terraza, no había un aforo establecido. “Allí arriba no debería haber habido nada”, indicó.
La estructura, ya vieja, no estaba diseñada para soportar el peso de todas las personas que se encontraban sobre ella en el momento del derrumbe, ya que se sumaba el peso de una reforma ilegal llevada a cabo en 2013.
Las obras llevadas a cabo en 2013 consistieron en la ejecución de forjados de unos 40 metros cuadrados, además de dos muros de obra adosados a las paredes de los edificios laterales de unos 14 metros de longitud y una escalera de acceso a la cubierta. Los trabajos fueron entonces realizados por un socio del propietario que desde 2021 regenta el Medusa Beach Club, y que entonces ostentaba la gestión de un restaurante mexicano ubicado en el mismo espacio del derrumbe. Eder García comentó que en 2013 la propiedad llevó a cabo una solicitud de obras en la cubierta existente que se denegó, pero que los trabajos “se hicieron igualmente”.
En 2023, el Medusa Beach Club recibió una Inspección Técnica de Edificios en la que se señalaron deficiencias del local que requerían su subsanación. Sin embargo, no se comprobó por parte del Ayuntamiento de Palma si se habían corregido los defectos señalados. El alcalde, Jaime Martínez, declaró que “si una ITE es desfavorable, se tienen que hacer las actuaciones pertinentes por parte de la propiedad” y defendió a los “excelentes profesionales” del Consistorio que “cumplen sus funciones y obligaciones”. Martínez hizo hincapié en la imposibilidad por parte del Ayuntamiento de revisar todos los locales de la ciudad y apeló a la responsabilidad de los titulares de los locales.
El propietario quedó en libertad con cargos
El dueño del Medusa Beach Club y del restaurante Laguna Playa (inaugurado el pasado lunes y cerrado cuatro días después por no cumplir con las órdenes de subsanar las deficiencias detectadas en una ITE de 2014) fue detenido a finales de junio por su presunta implicación en comisión por omisión de cuatro homicidios por imprudencia grave y seis por lesiones graves por imprudencia tras el accidente en el que fallecieron cuatro personas y otras veinte resultaron heridas. Quedó en libertad con cargos y con retirada de pasaporte tras pasar por los juzgados.
El Grupo de Homicidios se hizo con las investigaciones a partir de los informes técnicos elaborados por el Ajuntament de Palma, que determinaron que el colapso se produjo en una cubierta que estaba siendo utilizada como terraza pese a no disponer de licencia de actividad ni autorización para ello. La estructura no había sido reforzada para dicho uso y, como consecuencia de la sobrecarga de peso de la misma junto al de los clientes que en ese momento ocupaban el espacio, acabaron desplomándose tanto la terraza como la planta baja del local.
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