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Vecinos en pie de guerra por las carreras ilegales de motos en Mallorca: “Nos da miedo salir a la carretera”

Vecinos del municipio mallorquín de Banyalbufar afectados por las carreras ilegales de motos

Esther Ballesteros / Francisco Ubilla

Mallorca —
1 de diciembre de 2023 22:31 h

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A lo largo de unos 90 kilómetros al norte de Mallorca se extiende la Serra de Tramuntana, el mayor espacio protegido de Balears. Declarada en 2011 Patrimonio Mundial por la UNESCO, representa, como reconoció el organismo internacional, una simbiosis casi perfecta entre la acción del ser humano y la naturaleza, legado de siglos en los que cultura, tradiciones y avances constructivos y técnicos han sabido convivir con la naturaleza y el paisaje. Artistas e intelectuales han reivindicado su valor y los pueblos que recorren esta cordillera de 63.084 hectáreas mantienen vivas celebraciones y fiestas heredadas de un pasado que no ha cambiado tanto. Excepto por la problemática que desde hace más de una década arrastran sus residentes y que se manifiesta cuando los rugidos de los motores irrumpen en los rincones más silenciosos de la Serra.

Y es que la armonía que pudiera parecer inquebrantable en esta zona idílica de Mallorca, preservada contra viento y marea de la presión y la masificación turísticas que asola la isla, se torna pesadilla por las tardes y las noches y, sobre todo, los fines de semana, cuando numerosos motoristas a bordo de vehículos de gran cilindrada se dan cita en un punto determinado de la Serra para iniciar peligrosas carreras que han culminado en varias ocasiones en graves accidentes. Ayuntamientos, entidades y residentes denuncian desde hace años una situación que, recriminan, ponen en riesgo a los demás conductores y alteran la tranquilidad de la zona. Pese a sus continuas reivindicaciones, lamentan que nadie hace nada para poner coto. Las denuncias han llegado, incluso, hasta Icomos, órgano asesor de la Unesco encargado de la supervisión del estado de conservación de los bienes inscritos en la Lista de Patrimonio Mundial.

El desasosiego es patente entre los vecinos que día tras día sufren las molestias ocasionadas por estas carreras. “Nos da miedo incluso salir a la carretera”, lamenta una residente de Banyalbufar, localidad de 560 habitantes enclavada entre la montaña y el mar. elDiario.es se da cita con varios de los perjudicados en un céntrico bar de la localidad, donde van arremolinándose otros afectados ansiosos de poner coto a esta situación. Muchos de ellos pertenecen a la entidad Indignats M-10, identificador de la vía que ejerce de espina dorsal de la Serra. Durante los últimos meses han protagonizado sonoras protestas que no han pasado desapercibidas dentro y fuera de Mallorca, como la que tuvo lugar el pasado 14 de octubre, cuando decidieron cortar el tráfico de la carretera e impedir el paso a los conductores que circulaban en ese momento por la zona. Los momentos de tensión fueron máximos, casi tanto como la desesperación que arrastran desde hace años.

“Llevamos décadas sufriendo este problema”

Una de las afectadas es Bàrbara Bujosa, miembro de Indignats M-10. Su madre, Margalida, también está presente. Lamentan que “no se trata de un problema nuevo, ni mucho menos”. “Llevamos décadas sufriéndolo, no solamente en Banyalbufar, sino en toda la Serra de Tramuntana”, lamentan. Bujosa señala que uno de los puntos más conflictivos es la interminable curva del mirador de Ses Barques, en Fornalutx, municipio que el mes pasado reclamó la instalación de un radar fijo en las proximidades de la zona con el objetivo de que la Dirección General de Tráfico (DGT) sancione a aquellos que superen el límite máximo de velocidad. El mirador es, además, uno de los principales lugares en el que los motoristas se dan cita. En septiembre, una moto de gran cilindrada que junto a otras circulaba a gran velocidad por la zona acabó impactando contra una furgoneta que transitaba en sentido contrario. El piloto se dio a la fuga.

En otros lugares, aficionados a las carreras no quieren perderse el espectáculo. Acampan en las proximidades de la carretera y graban con sus móviles. Bujosa asegura, incluso, que llegan a romper las rejas de algunas viviendas de alrededor o a cortar algún olivo si éste les impide la visibilidad. “Les da igual todo”, subraya. Los afectados lamentan que han llamado a la Guardia Civil en múltiples ocasiones y que cuando los agentes intervienen “nunca pasa nadie”, lo que les lleva a pensar que “están más que compinchados” unos con otros. “Nadie hace absolutamente nada, se ríen de nosotros. El cierre de la carretera fue un grito a la desesperada. La verdad es que no nos esperábamos para nada tener la repercusión que tuvimos”, confiesa Bujosa.

Los vecinos lamentan que los aficionados a las carreras que no quieren perderse el espectáculo acampan en las proximidades de la carretera y que incluso llegan a romper las rejas de algunas viviendas o cortar algún olivo si esto les impide la visibilidad

Su madre, Margalida Picornell, de 83 años, se lamenta de la situación que atraviesan: “Vivimos en el centro y a veces son las tres de la tarde cuando hacen el trueno más fuerte. Parece que viene una bomba. En julio y agosto, sobre las siete u ocho de la tarde, cuando vamos a andar porque la tarde aún es larga, es increíble la velocidad con la que pasan”.

Vivimos en el centro y a veces son las tres de la tarde cuando hacen el trueno más fuerte. Parece que viene una bomba. En julio y agosto, cuando vamos a andar porque la tarde aún es larga, es increíble la velocidad con la que pasan

Margalida Picornell, de 83 años Afectada por las carreras ilegales de motos en Mallorca

La DGT niega un exceso de velocidad

Desde la DGT aseguran a elDiario.es, sin embargo, que las mediciones efectuadas en los últimos meses revelan que no se ha producido ningún exceso de velocidad y que los índices registrados oscilan mayoritariamente entre los 30 y los 50 km/hora, “muy por debajo de la velocidad permitida”, que se sitúa en 60 km/hora. “Puede producirse algún exceso, pero de forma muy aislada”, aseveran desde Tráfico, subrayando que “otra cosa es el ruido”. Las mismas fuentes señalan que trabajan de forma conjunta con el resto de administraciones, como la Delegación del Gobierno en Balears y el Consell de Mallorca: “Hacemos todo lo que está en nuestra mano”. 

Bujosa se muestra incrédula: “¿Cómo puede ser que digan que la velocidad media de la carretera es de 35 kilómetros, cuando mi prima y yo nos damos más prisa?”. Y prosigue: “Después nos dicen que el nivel de infracciones es realmente bajo. Que no hay constancia de que se hayan interpuesto denuncias. Si la Guardia Civil no hace su trabajo, no puede haber constancia de absolutamente nada. Lo único que nos queda es saber la cantidad de llamadas que hemos hecho al 112 o a la Guardia Civil de Esporles. En pocas palabras, te dicen que ya están cansados de que les llamemos. Yo les digo: 'Tu trabajo es escucharme a mí como administrador. Tú eres una fuerza de seguridad del Estado y te aguantas. Yo te voy a dar la chapa hasta que me canse'”. elDiario.es se ha puesto en contacto en varias ocasiones con el Instituto Armado para plasmar su versión en este reportaje, pero no ha obtenido respuesta.

Te dicen que ya están cansados de que les llamemos. Yo les digo: 'Tu trabajo es escucharme a mí como administrador. Tú eres una fuerza de seguridad del Estado y te aguantas. Yo te voy a dar la chapa hasta que me canse'

Bàrbara Bujosa Afectada por las carreras ilegales de motos en Mallorca

Otro de los vecinos recrimina que son habituales las situaciones en las que, mientras uno conduce tranquilamente por la carretera, las motos realizan un adelantamiento prohibido y, pese a que en sentido contrario circula la Guardia Civil, “ni siquiera dan media vuelta para ver qué está pasando”. “O, de repente, te pasan cinco motoristas mientras viene un autobús de frente y en una curva sin visibilidad. Al final, los perjudicados siempre somos nosotros, que sí respetamos el límite de 60 km/hora”. Por su parte, Magdalena Cunill asegura que cuando sale a caminar pasa “mucha pena”: “Me asuntan las motos de la forma en que pasan e intento meterme donde puedo, porque hay tramos en los que ni siquiera hay acera”. 

Motoristas que sí cumplen la normativa

Otros afectados apelan a no “meter en el mismo saco” a todos los motoristas: “Hay una parte de motoristas cívicos, pero hay otros con un cociente intelectual muy limitado y con la testosterona elevada por demostrar quién tiene la moto más grande y cuál de ellas hace más ruido”.

Precisamente, Jordi (nombre ficticio, pues prefiere mantener su anonimato), uno de los motoristas consultados por elDiario.es enfatiza la importancia de distinguir a unos y otros. “Muchos de nosotros no compartimos ni el comportamiento ni la falta de civismo de algunos. Precisamente somos los más veteranos y genuinos, no la nueva ola que molesta a vecinos y usuarios cívicos de la carretera. Llevamos décadas circulando sin hacer 'carreras' y sin molestar ni poner en peligro a nadie. Estos idiotas han conseguido que ahora gran parte de los ciudadanos estén en contra de las motos”, lamenta.

Hay una parte de motoristas cívicos, pero hay otros con un cociente intelectual muy limitado y con la testosterona elevada. Estos idiotas han conseguido que ahora gran parte de los ciudadanos estén en contra de las motos

Jordi (nombre ficticio) Motorista

Jordi señala que, cuando hace décadas se echaban a la carretera, era “una seña de libertad”. “Cuando aquí las cosas estaban muy mal, algunos de nosotros salíamos a recorrer el mundo con las motos para ver cómo era la vida fuera de este país”, añade. “Algunos hemos cruzado durante muchos años toda Europa y los Estados Unidos en moto, además de circular por Mallorca de forma rutinaria. Y ahora estos vienen a molestar con sus carreras al resto de ciudadanos y a poner a la población en contra de los motoristas”, concluye.

Uno de los alcaldes: “Tráfico no debería hacer oídos sordos”

En septiembre de 2020, los alcaldes de ocho pueblos de la Serra de Tramuntana se reunieron para buscar soluciones con el objetivo de poner fin a las conductas incívicas y temerarias en la Ma-10. Lo hicieron junto a representantes de la asociación Tramuntana XXI, que desde hace años acompaña a las instituciones municipales y a los vecinos afectados para concienciar y poner fin a este “problema histórico” de la carretera. “Sabemos que hay reuniones para abordar este tema, e incluso a veces vamos a los plenos. Pero aún no hemos visto que se haya hecho nada”, lamentan los vecinos.

Uno de los alcaldes que se ha pronunciado con mayor vehemencia es Joan Rotger, primer edil de la localidad de Selva. En declaraciones a elDiario.es, Rotger señala que se trata de una problemática, “el uso indebido de un bien público como es la carretera, muy antigua y que lejos de apaciguarse ha ido en aumento”. El alcalde asevera que es a los propios conductores a quienes, en primer lugar, corresponde cumplir la normativa en cuanto a la máxima velocidad permitida, una conducta que “garantizaría la seguridad de todos los usuarios”.

“Ellos mismos deben tomar conciencia de los peligros que generan con ese uso indebido y con el ruido que producen, un peligro que se acentúa cuando atraviesan los pueblos. Hay viviendas, niños, gente mayor, y esto incide muy negativamente en la seguridad y la tranquilidad normal de los ciudadanos”, señala Rotger, quien hace especial hincapié en la peligrosidad de la recta que une Selva con Caimari, en la que se producen “grandes concentraciones de motoristas” y donde han llegado a registrarse graves accidentes con fallecidos. “Lo que queremos es que nadie se haga daño llevando a cabo esa actividad. Hemos puesto todo tipo de medios motorizados y servicios específicos y también hemos solicitado infinidad de veces a la Guardia Civil su presencia. Yo creo que hoy se cuenta con los medios tecnológicos que podrían ser útiles”, abunda.

El alcalde se muestra, asimismo, “disconforme” con el informe de la DGT que apunta a que la velocidad media de un motorista en la zona no supera 35 km/hora. “Es una información que no se ajusta a la realidad”, subraya, aseverando que echa en falta “voluntad política” para hacer frente a la problemática. “La propia Jefatura de Tráfico, que muchas veces conoce a los asiduos a estos encuentros, debería amoldarse a las circunstancias y no hacer oídos sordos. Hay que tomárselo en serio”, añade Rotger, quien alude además a la falta de efectivos policiales en Mallorca, principalmente en verano, cuando el tráfico y la actividad turística se disparan: “En los pueblos también tenemos problemas pero no disponemos de los suficientes medios ni competencias para atajar este problema”.

Uno de los alcaldes afectados se muestra 'disconforme' con el informe de la DGT que apunta a que la velocidad media de un motorista en la zona no supera 35 km/hora. 'Es una información que no se ajusta a la realidad', opina

Sumar lleva al Congreso la indignación de los perjudicados

Por su parte, la entidad ecologista GOB ha ido más allá al presentar ante la UNESCO, en julio de 2022, un informe sobre el impacto que generan en la Serra las carreras ilegales de motos y coches que “amenazan la declaración de Paisaje Cultural”. Desde la asociación conservacionista recriminan que la problemática haya sido denunciada de forma reiterada “sin que las instituciones implicadas actúen de manera clara y contundente de manera conjunta para erradicarlo”. 

Una de las últimas actuaciones llevadas a cabo en este sentido ha sido la impulsada por Sumar, que ha presentado ante el Congreso de los Diputados una batería de quince preguntas, procedentes de Indignats MA-10, ante la “no respuesta” de la DGT y la Delegación del Gobierno a las quejas de los afectados por las carreras ilegales. En el documento, Vicenç Vidal, representante de Sumar-Més per Mallorca en la Cámara baja, expone cómo desde hace más de una década los afectados por las carreras ilegales “vienen denunciando conductas no sólo incívicas, sino constitutivas de infracciones administrativas y penales contra la seguridad del tráfico protagonizadas por conductores, sobre todo, de motocicletas de gran cilindrada, pero también de turismos, a lo largo de la carretera MA-10, y más aún en ciertos tramos especialmente conflictivos”.

En su exposición de motivos, Sumar alude a los “constantes episodios de conducción temeraria, con excesos de velocidad tanto en tramos urbanos como interurbanos, a veces en forma de carreras ilegales, contaminación acústica, etc.”. Y añade que “concurre una queja generalizada sobre lo que se considera pasividad para acabar con este problema por parte de la Delegación del Gobierno de España en las Illes Balears, la Comandancia de la Guardia Civil y la Prefectura Provincial de Tráfico” de las Islas. Por ello, entre las preguntas que formula se encuentra si la DGT tiene previsto solicitar al titular de la vía la instalación, de cara a 2024, de cámaras móviles o fijas, bandas sonoras, zonas con efecto óptico o mecanismos de medida y control de la contaminación acústica, especialmente en los tramos más conflictivos.

Radares en las carreteras

Por su parte, el Consell Insular de Mallorca anunció a mediados de noviembre la instalación de 70 cámaras en toda Mallorca, 17 de ellas en las carreteras de la Serra de Tramuntana que incorporarán lectores de matrículas y sonómetros, cuya información será después facilitada a la DGT con el objetivo de mejorar el control y la seguridad de los usuarios. Asimismo, está previsto ampliar los contratos para que se puedan colocar elementos adicionales como cámaras que puedan leer las matrículas o sonómetros que midan los decibelios de paso del vehículo.

Los vecinos afectados aplauden la medida, pero apuntan a las dificultades a la hora de identificar a los motoristas. “Si tú tienes un radar y les coges la matrícula, ya está. Pero son muy hábiles. Llevan unas bisagras con las que van ocultando las matrículas para que el radar no las detecte. Aquí en este pueblo hay gente a la que han multado por no llevar, por error, la matrícula con la inclinación que tocaba, y en cambio esta gente las lleva como le da la gana”. E inciden: “Tú puedes poner las cámaras, pero si Tráfico no sanciona nos quedamos exactamente igual. Al final nunca les pasa nada”, sentencian.

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