“Israel debe cumplir su parte y permitir la entrada de más ayuda en Gaza”. Cuando el presidente Joe Biden ha pronunciado estas palabras durante el discurso de la Unión, se cumplían diez horas del anuncio de la construcción de un puerto provisional en la Franja para enviar ayuda humanitaria. Una medida que también se lee en clave electoral como un intento del demócrata para intentar restaurar su imagen, erosionada por su apoyo a Israel. Porque la noche del jueves, Biden no solo se ha dirigido a la nación estadounidense, sino también a sus posibles votantes.
Después de consolidarse en el Supermartes como el futuro candidato demócrata para las elecciones de noviembre, el discurso del estado de la Unión ante los senadores y congresistas, los miembros del Tribunal Supremo, el Estado Mayor y numerosos invitados especiales, ha sido una prueba para demostrar que es capaz de volver a dirigir el país a sus 81 años. Y cabe decir que la ha superado. Saliendo airoso de algunos pequeños tropiezos verbales, Biden ha transmitido la imagen de un presidente enérgico que no piensa permitir que Estados Unidos pierda “el liderazgo en el mundo”.
“Israel debe proteger los civiles en Gaza”, ha exigido Biden desde la palestra, a pesar de que “Hamás se esconde entre los civiles y en los hospitales”. Ha calificado de “angustiosa” (“heartbreaking”) la situación que viven los palestinos al norte de la Franja, utilizando exactamente la misma expresión que hizo servir su vicepresidenta, Kamala Harris, cuando pidió el alto al fuego el fin de semana pasado.
En el norte de la Franja la situación es extrema, donde los niños sufren graves niveles de desnutrición y ya están muriendo de enfermedades relacionadas con el hambre, según ha advertido la ONU, que pide insistentemente un alto el fuego para evitar una hambruna generalizada. Es por ello que ha vuelto insistir en el liderazgo de Estados Unidos para construir un muelle temporal en la costa gazatí donde se pueda enviar comida, medicamentos y otros útiles.
El presidente ha buscado el equilibrio entre elevar el tono contra Tel Aviv y no disgustar a su socio. Así pues, ha defendido ante el Capitolio que “Israel está en su derecho de perseguir Hamás” y ha asegurado que trabajará para devolver todos los rehenes con sus familias. Además de que ha defendido que la única manera de poner fin al conflicto es la solución de los dos Estados.
Al lado de Ucrania
La guerra de Ucrania también ha estado presente en la intervención del presidente. Flanqueado por su vicepresidenta, Kamala Harris, y el speaker de la cámara de los representantes, Mike Johnson (republicano), Biden ha recordado la importancia de seguir mandando armas y dinero para frenar a Rusia. “Si Estados Unidos se va, Ucrania estará en riesgo. Todo el mundo estará en riesgo. No nos iremos”, ha enfatizado enérgicamente.
Sin mencionar a Trump, ha aprovechado el conflicto ucraniano para hacer uno de los muchos contrastes con su rival: “La ayuda a Ucrania ha estado bloqueada por aquellos que quieren que dejemos atrás nuestro liderazgo mundial”. También ha sacado pecho de la OTAN y ha dado la bienvenida entre aplausos al primer ministro de Suecia. Este mismo jueves, antes de que empezara el discurso que el presidente está obligado constitucionalmente a hacer anualmente, el país nórdico ha pasado a formar parte de la Alianza Atlántica de manera formal.
“America First” a lo Biden
La mayor parte de los 90 minutos que ha durado la comparecencia de Biden los ha dedicado a hablar de la economía del país. Mientras los norteamericanos solo perciben cómo ahora necesitan más dinero para llenar el carro de la compra, el presidente se ha esforzado en recordar que “la inflación ha pasado de un 9% a un 3%”. Además de que ha remarcado como bajo su presidencia se han creado alrededor de 14 millones de puestos de trabajo y la tasa de desempleo ha descendido por debajo del 4%.
En este sentido, ha hecho un “America First” prometiendo que bajo su mandato todos proyectos federales “se realizarán con productos estadounidenses” y serán “construidos por trabajadores estadounidenses”. “Heredé una economía que estaba al borde del abismo. Ahora nuestra economía es la envidia del mundo”, ha sentenciado haciendo una referencia velada a la administración Trump.
A pesar de no mencionar el nombre del expresidente, este ha sido la antítesis con la que el discurso del presidente ha avanzado durante todo el acto. Así pues, si Trump fue el mandatario que fijó el impuesto de sociedades en el 21%, él ha prometido ser el que lo suba: “Soy un capitalista, si quieren hacer un millón de dólares, genial por mí, pero deben pagar una cantidad justa de impuestos”. Este no ha sido uno de los muchos momentos en que Biden ha buscado erigirse como el candidato de las clases medias y trabajadoras.
El anuncio de una ayuda mensual de 400 dólares para las hipotecas y el de aprobar un plan “para construir y renovar 2 millones de viviendas asequibles” han sido otros de los mensajes lanzados a sus votantes. “Es hora de bajar esos alquileres”, ha asegurado. Cuando ha hablado de la reduflación y de la necesidad de combatirla, no ha desaprovechado la oportunidad para hacer un poco de humor: “Las empresas de snacks creen que no te darás cuenta si cambian el tamaño de la bolsa y le ponen muchísimas menos patatas fritas”.
Restaurar Roe vs Wade
La presencia de Kate Kox entre los invitados especiales al discurso ya era una declaración de intenciones de lo que diría Biden sobre los derechos reproductivos. Kox demandó al estado de Texas para que le dejará poner fin a un embarazo de riesgo, ya que desde la abolición de la sentencia de Roe contra Wade el estado sureño ha prohibido el acceso al aborto en casi todos los aspectos. Kox no ganó la batalla y al final, tuvo que ir a otro estado para poder abortar. Así pues, Biden ha puesto su historia de ejemplo y ha prometido “restaurar Roe vs. Wade”
“No voy a demonizar los inmigrantes”
Con el mayor récord de migrantes que han cruzado la frontera con México (casi 250.000 personas), Biden ha vuelto ha abordar la cuestión de la frontera volviendo a poner sobre la mesa el proyecto de ley de seguridad fronteriza dinamitado en el Senado por la negativa de Trump: “Podemos discutir de arreglar la frontera o podemos arreglarla. Estoy listo para arreglarla, enviadme la ley de la frontera ahora”. Con estas palabras, Biden ha querido dibujar como el problema de la frontera no reside tanto en la inacción de su gobierno como en el bloqueo de los republicanos.
También ha aprovechado para resaltar las diferencias con Trump, haciendo valer una perspectiva más “humanitaria” frente al discurso de odio del magnate. “No voy a demonizar a los inmigrantes diciendo que envenenan la sangre de nuestro país. No separaré familias”.