Son cuatro días. El martes, como tarde, Theresa May llevará al Parlamento británico una propuesta de Brexit. Y tendrá que ser distinta a la que firmó con la UE y que tumbaron estrepitosamente los diputados británicos.
Son cuatro días en los que se sucederán reuniones técnicas y, si van bien, la guinda política llegaría el lunes, según fuentes comunitarias. Pero si la guinda no es suficientemente golosa, nadie puede garantizar que May saque adelante su propuesta el martes. Si perdiera, el miércoles se votará en Londres la salida de la UE el 29 de marzo sin acuerdo, toda vez que el acuerdo habría sido rechazado el martes. Si el miércoles pierde la salida de la UE sin acuerdo, el jueves se votaría posponer la salida de la UE, prevista para el 29 de marzo, para intentar lograr un acuerdo.
Eso sí, en el horizonte hay unas elecciones europeas a las que no se presenta Reino Unido y, si no se va de la UE antes de que se constituya el Parlamento Europeo salido de las elecciones del 26 de mayo, el 2 de julio, se produciría una paradoja que habría que gestionar: no puede haber un Parlamento Europeo sin diputados de un país miembro.
Así, a cuatro días de la votación decisiva del martes –una nueva votación decisiva–, con la UE apremiando a la primera ministra británica, Theresa May, para que sea concreta explicando qué necesita para sacar el Brexit adelante en Westminster, y con la propia May implorando ayuda a Bruselas para evitar una salida desordenada, el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, ha dado pistas en Twitter este viernes por la tarde. Y lo ha hecho horas después de que May hiciera una declaración sobre el Brexit y tras reunirse con los embajadores ante la UE de los Estados miembros.
“He informado a los embajadores y al Parlamento Europeo sobre las conversaciones con Reino Unido”, dice Barnier: “La UE se compromete a dar al Reino Unido la opción de salir de la unión aduanera de manera unilateral, mientras que los otros elementos de la salvaguarda se deben mantener para evitar una frontera dura (en Irlanda). El Reino Unido no será obligado a estar en una unión aduanera en contra de su voluntad”.
Ahora bien, esto, que supone garantizar a Reino Unido que no se quedará atrapado en el backstop indefinidamente, lo que supone es dibujar la línea roja que siempre planteó Londres: si Gran Bretaña se sale de la aduanera, cosa que no podrá hacer Irlanda del Norte en virtud del backstop que preserva el Acuerdo de Viernes Santo, de facto lo que se está estableciendo es una frontera entre la isla de Irlanda y la isla de Gran Bretaña. Y, por esto, Londres no pasa. Entre otras cosa, porque el partido que apoya a May, los unionistas irlandeses de la UDP, no lo permitirían.
Como ha dicho muchas veces May en el pasado, no Reino Unido no va a aceptar una situación en la que hubiera una frontera entre Irlanda del Norte y el resto de Gran Bretaña. “Ningún país aceptaría eso”, ha dicho a menudo. Y este viernes el Gobierno británico ha respondido en Twitter tajantemente a Barnier:
Barnier, además, como otras veces han hecho los presidentes de la Comisión Europea y el Consejo de la UE, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, afirma que “la UE está lista para dar fuerza legal a todos los compromisos de la carta de enero de Tusk y Juncker”. En la carta, los líderes comunitarios afirmaban que no deseaban que la salvaguarda –backstop– para Irlanda entrase en vigor.
En un documento que venía a abundar en lo manifestado en la cumbre de diciembre de líderes de la UE, Juncker y Tusk reafirmaban el compromiso de emplear los “mejores esfuerzos” para concluir antes de finales de 2020 –fecha en la que terminaba el periodo de transición del acuerdo de retirada si la retirada se producía el 29 de marzo de 2019– un acuerdo sobre la futura relación entre Reino Unido y la UE, lo que evitaría que la salvaguardia irlandesa tuviera que entrar en vigor.
“La Comisión tiene la determinación de dar prioridad en nuestro programa de trabajo a la discusión de propuestas que puedan reemplazar a la salvaguardia con arreglos alternativos”, escribían.
Alertas de May a la UE
La primera ministra británica, Theresa May, había recordado este viernes al mediodía a Bruselas el “impacto” de las decisiones que tome la UE en el último suspiro del proceso en relación con el voto de la semana próxima en Westminster.
En un discurso ante trabajadores de la ciudad inglesa de Grimsby, May afirmó que del mismo modo que los diputados de la Cámara de los Comunes tendrán que tomar “una decisión importante” cuando voten de nuevo el martes el acuerdo de salida pactado entre Londres y Bruselas, la Unión Europea también debe adoptar una decisión, pues ambas partes participan en el proceso.
“Estamos trabajando con ellos, pero la decisión que la Unión Europea tome durante los próximos días tendrá un gran impacto en el resultado del voto” en Westminster, dijo May en su discurso.
De momento, Bruselas ha lanzado una propuesta agónica que, en principio, no satisface a Londres. Y quedan cuatro días. Y nos acercamos a la eleventh hour, la hora 11, aquella que definen los británicos como la última del día.