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La crisis del coronavirus convertirá en pobres a 35 millones de personas más en América Latina

Casas en la Favela do Prazeres. Dany13

Icíar Gutiérrez

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El pasado 26 de febrero, Brasil se convertía en el primer país de América Latina en comunicar un caso de coronavirus dentro de sus fronteras, un hombre de 61 años que había viajado a Italia. Había pasado más de un mes desde el inicio del brote en China. Desde entonces y hasta el momento, la región ha contabilizado aproximadamente 7.700 positivos de un virus que ya está en todo el continente, con Belice con el último país en sumarse a la lista. El principal foco se mantiene en Brasil, seguido de Ecuador y Chile, aunque el número de contagios está aún muy por debajo del registrado en EEUU o Europa. 

A la preocupación por la expansión del virus se suma, como en muchas otras partes del mundo, la que despierta el impacto que tendrá en la economía. La batalla se libra en este caso en una región en que la desigualdad es un problema estructural. Hace unos días, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio la voz de alarma, estimando que el número de personas afectadas por la pobreza puede subir de 185 a 220 millones, 35 más. Entre ellas están las que viven en pobreza extrema, que pasarán de 67,4 a 90 millones, de acuerdo con sus datos. En la región residen 620 millones de personas.  

Estos datos son, indica el organismo de Naciones Unidas, resultado de sus proyecciones para el PIB, que prevén que se contraerá un 1,8%, y para el desempleo en la región, que estima que se va a incrementar en diez puntos, lo que creen que va a golpear con fuerza a todas aquellas personas y familias que, aun sin ser pobres, tienen bajos ingresos y con ellos pocos ahorros.

Según pronostican, la crisis causada por la pandemia de COVID-19 va a impactar en la región a través de cinco vías: la disminución de las exportaciones a socios comerciales como China, la caída de la demanda en el turismo por la restricción de viajes -con especial impacto en el Caribe-, el freno a la importación de bienes utilizados en el sector manufacturero, la caída de precio de las materias primas y los efectos en la inversión, entre ellos la disminución de los índices bursátiles.

De acuerdo con las cifras del organismo, en 2017 casi la mitad de la población de la región (el 46,7%) estaba compuesta por personas con un alto grado de vulnerabilidad a volver a caer en la pobreza, pertenecientes a los estratos bajos no pobres o a los estratos de ingresos medios bajos. Es decir, con ingresos mensuales per cápita entre 110 dólares y 329 dólares.

“Es difícil en este momento indicar qué países tienen mayores riesgos de experimentar fuertes aumentos de la pobreza”, explica a eldiario.es Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL. “Esto está relacionado con el grado de difusión del COVID-19, impacto sobre cada economía y tipo de respuesta por parte de los Gobiernos para paliar los efectos sobre la población y el sector productivo”. No obstante, muestra preocupación por países como Brasil o Venezuela, donde constataron un incremento de la pobreza entre 2014 y 2018.

Medidas de protección social

Algunos Gobiernos latinoamericanos han anunciado medidas para tratar de amortiguar las consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19 en sus territorios. En medio de la recesión que desde hace dos años vive el país, y para paliar los efectos que dejará la crisis provocada por el brote de coronavirus, Argentina (387 casos) ha anunciado un pago de 10.000 pesos, unos 145 euros, el próximo mes de abril para determinados sectores vulnerables que no pueden trabajar por el aislamiento total que ha de cumplir la población hasta el 31 de marzo. El denominado “ingreso familiar de emergencia” va destinado a personas que están fuera de la economía formal, empleadas domésticas y pequeños contribuyentes, es decir, monotributistas de las dos categorías más bajas, es decir, facturan como tope 26.100 pesos por mes. El Gobierno de Alberto Fernández calcula que la medida beneficiará a 3,6 millones de hogares.

El Gobierno de Chile (1.142 casos) ha presentado a los legisladores un ‘Bono Covid-19’, de monto equivalente al bono de Subsidio Único Familiar, para cubrir a dos millones de personas. La Cámara chilena ha aprobado el proyecto pero han rechazado el monto (50.000 pesos, 55 euros), que la oposición ha considerado insuficiente. Por su parte, el Ejecutivo mexicano (405 casos) ha anunciado que adelantará el pago equivalente a cuatro meses del Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, que da cobertura a aproximadamente a 7,5 millones de personas.

Bárcena valora estas medidas son “positivas”, pero insiste: “Hacemos un llamado a implementar transferencias monetarias de carácter lo más universal posible para hacer frente a esta pandemia”. Es decir, apoyar a estratos de la población que, más allá de los que ya viven en la pobreza, “son muy vulnerables a caer en ella”. “Por lo tanto, no podemos limitarnos a apoyar con transferencias monetarias solamente a los hogares pobres que ya son receptores de programas sociales”, recalca.

“Tenemos que actuar urgentemente y tenemos que proteger a toda la población, para que esta sea una crisis momentánea y no se convierta en una crisis epocal en la región, tal como la que vivimos con la crisis de la deuda” de los años 80. “Los impactos sociales, a raíz de las políticas de ajuste que se tomaron, fueron aún más profundos, ya que la región demoró 25 años en reducir la tasa de pobreza a los niveles precrisis”.

Este miércoles, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han solicitado que los tenedores de deuda de países empobrecidos aplacen los pagos para ayudarles en términos de liquidez a luchar contra la pandemia del coronavirus. En concreto, piden que se pospongan los pagos de deuda de todos los países pertenecientes a la Asociación Internacional de Fomento (IDA, por sus siglas en inglés), que agrupa a los países más pobres entre ellos varios de América Latina y el Caribe, como Haití, Honduras o Nicaragua. “Se debe propiciar que las instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional analicen el manejo de las deudas públicas con sostenibilidad e incluso pensar en posponer o reperfilar dichas deudas. Tal es el caso de Argentina”, sostiene Bárcena a este medio.

Acceso sanitario

¿Qué relación guarda la pobreza con el acceso a la atención sanitaria? En América Latina, las personas que viven en situación de pobreza tienen mayor probabilidad de tener un mal estado de salud y menor probabilidad de utilizar servicios básicos de salud, incluyendo servicios preventivos para prevenir y detectar las enfermedades, explica la responsable de la CEPAL.

“Generalmente, los sistemas de salud en América Latina se organizan en torno a servicios en el sector público para las personas de bajos ingresos, servicios del seguro social para los trabajadores formales y servicios privados para quienes puedan costearlos. Así que los sistemas de salud permanecen segregados y patentemente desiguales al ofrecer diferentes servicios, de distinta calidad, a diferentes grupos poblacionales, perpetuando así las desigualdades en salud”, comenta.

El brote de coronavirus, indica Bárcena, “tensiona y pone a prueba los fragmentados y por lo general débiles sistemas de salud en la región, ya que las demandas sobre estos pueden llegar a sobrepasar su capacidad de respuesta”. También considera las brechas de acceso y en la calidad de los servicios de salud “pueden menoscabar los esfuerzos” para detener la propagación del virus.

Según los últimos datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), de abril de 2019, se estima que cerca de un tercio de la población no tiene acceso sanitaria a la atención en todo el continente. Uno de los ejes de actuación del organismo es que los países miembros aumenten la inversión pública en salud a por lo menos 6% del PIB. De acuerdo con sus cifras, la inversión media en sanidad en los países americanos es de 4,2%.

“América Latina tiene experiencia en control de brotes”

Sin embargo, en este caso, Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, recuerda que aproximadamente el 80% de los casos de COVID-19 son leves y mucha gente se cura en casa. Asimismo recuerda que América Latina tiene, como situación de partida, una “amplia experiencia” controlando brotes y pandemias. “No podemos olvidar la pandemia de H1N1 de 2009 (gripe A) y tampoco la epidemia de Zika de 2016. Muchas de las intervenciones de salud pública que se aplicaron contra estas enfermedades también se pueden aplicar contra COVID-19”, señala el experto, que menciona el refuerzo de los puntos de entrada en los países como aeropuertos o puertos para detectar casos, el uso de salas de aislamiento y equipos de protección.

“América Latina tiene experiencia y está mucho mejor que contra aquellos virus porque ha progresado”, enfatiza. Uno de los aspectos que destaca es que Latinoamérica tiene “plataformas de laboratorio completas en todos los países donde todos los años se realizan millones de pruebas del virus de la influenza (gripe). Esta misma plataforma se utiliza para el coronavirus”. 

Pero los desafíos son varios, matiza. “Nuestros hospitales y centros de salud todavía tienen un camino por recorrer en la implementación de medidas de control y prevención de infecciones. Nuestros países también tienen mucha gente aglomerada en los barrios, en las favelas, en los suburbios. Hay hospitales que reforzar”. En este sentido, la agencia sanitaria está pidiendo que se preparen y se refuercen los centros sanitarios “ante la posibilidad de que se dé un caso como el de Italia o el de Corea del Sur”, indica.

“No estamos diciendo que se vaya a dar o no, sino que hay que prepararse”, sostiene el especialista. De hecho, considera que la experiencia de estos países puede inspirar a los Gobiernos de la región y cree que se está a tiempo de aplicar las medidas para “contener al máximo” el progreso de la pandemia. En estos momentos, su mayor preocupación es que el virus se disemine entre la población de la región. En estos momentos tenemos “conglomerados de casos y algunos países con transmisión comunitaria, pero se puede controlar con medidas de aislamiento social”. 

Su receta para los países latinoamericanos es “continuar tomando medidas para protegerse y no crear pánico ni desesperarse, que en algún momento va a pasar. Y sobre todo, salvar vidas”. Para ello, tienen que “seguir preparándose, con aislamiento, puntos de entrada, preparación de hospitales para que tengan camas y ventiladores necesario, capacitar a los profesionales y educar a la población en medidas como el lavado de manos o el distanciamiento social”.

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