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Cuatro años de políticas sanitarias de Trump han causado “decenas de miles de muertes evitables”, según The Lancet

Trump posa con una pantalla protectora durante una visita a una planta de Ford en mayo de 2020.

Javier Biosca Azcoiti

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“La mala gestión de Trump de la pandemia de COVID-19, sumado a sus esfuerzos por desmantelar la ya débil infraestructura de sanidad pública y la cobertura de la ley de atención sanitaria, ha causado decenas de miles de muertes evitables”, señala un análisis científico publicado en la revista The Lancet y revisado por pares.

El informe Política pública y sanidad en la era Trump ha sido elaborado por un equipo de 33 expertos en medicina, epidemiología, derecho y política formado en abril de 2017 con el objetivo de hacer un seguimiento de las consecuencias sanitarias del mandato de Trump. Los autores analizan varias políticas públicas con un impacto directo en la salud de los ciudadanos.

La “hostilidad a las regulaciones medioambientales” de Trump resultó solo en 2019 en un exceso de 22.000 muertes respecto a 2016, último año de gobierno de Obama. Estas cifras ponen fin a 15 años de continuo progreso en este ámbito.

El análisis identifica 104 normas y regulaciones medioambientales que Trump ha revocado o atacado. Entre ellas, hay 29 normas que rebajan los estándares de contaminación atmosférica y 20 que levantan restricciones sobre la extracción de combustibles fósiles –como el requisito a las empresas petroleras de informar sobre las emisiones de metano en sus operaciones de fracking–. Otras 17 afectan a la contaminación del agua y relajan los estándares sobre químicos tóxicos, entre otros.

“El cese abrupto de la Administración Trump en el control de la contaminación atmosférica por partículas fue probablemente uno de los principales motivos en este aumento de la mortalidad”, sostiene el estudio, que destaca que las concentraciones de contaminación atmosférica en varios estados industriales ha aumentado desde 2016 después de un descenso continuo en los últimos 47 años.

Por otro lado, el informe señala que en los tres primeros años de la presidencia de Trump, el número de ciudadanos sin ningún tipo de cobertura médica aumentó en 2,3 millones “principalmente por una reducción en la cobertura de Medicaid”, el programa sanitario para personas sin recursos. Además, el número de menores de 19 años sin cobertura también aumentó en 726.000. Aunque no pudo clausurarlo, Trump también debilitó notablemente el sistema de salud impulsado por Obama creando resquicios y reduciendo los requisitos legales. Sin embargo, los autores señalan que este intento de desmantelar el Obamacare ha tenido “menos efecto del que mucha gente temía”.

El objetivo del expresidente era lograr un “mercado libre y abierto de servicios y seguros sanitarios”, pero una de las principales recomendaciones de los autores del estudio es crear en EEUU un sistema sanitario gratuito y universal.

El descenso en la esperanza de vida

“A pesar de que las políticas de Trump fueron muy diferentes a las de otras administraciones, estas continuaron con las tradiciones neoliberales de desregulación, privatización y austeridad (para las comunidades de bajos ingresos) que se originaron en los años 80”, sostiene el estudio.

En este sentido, el documento aclara que aunque las acciones de Trump fueron “especialmente dañinas”, muchas de ellas representan simplemente una “aceleración agresiva de las políticas neoliberales iniciadas hace 40 años” que, según los autores, han generado un descenso de la esperanza de vida.

En 1980, la esperanza de vida estaba en la media de los países de altos ingresos. En 1995, era 2,2 años menos que los otros países del G7 [Canada, Francia, Italia, Alemania, Japón y Reino Unido] y en 2018 la brecha aumentó a 3,4 años. “El alcance de la diferencia se puede cuantificar con el número de estadounidenses que seguirían vivos si las tasas de mortalidad para cada grupo de edad en EEUU se hubiesen mantenido igual a la media de los otros seis países del G7”, sostiene el informe. Esa cifra en 2018 era de 461.000 personas.

El análisis señala también que el 40% de las más de 450.000 muertes por coronavirus en EEUU “se podrían haber evitado si la tasa de mortalidad de EEUU hubiese sido como la media ponderada de los demás países del G7”.

Entre 2002 y 2019, el porcentaje de gasto sanitario dedicado a la salud pública pasó del 3,21% al 2,45% (aproximadamente la mitad que en Canadá y Reino Unido). En ese mismo periodo, la financiación al programa de preparación para Emergencias de Salud Pública se redujo un tercio. “Como consecuencia, los organismos de salud pública estatales y locales perdieron 50.000 puestos, lo que supone una disminución del 20% de los trabajadores de primera línea luchando contra las epidemias”, explican los autores.

“La salud de los estadounidenses se estaba deteriorando a pesar de que nuestra economía estaba creciendo”, señala la codirectora del equipo, Steffie Woolhandler, profesora de la universidad pública de Nueva York y de Harvard. “Esta disociación sin precedentes entre salud y riqueza nacional señala que nuestra sociedad está enferma. Mientras los ricos han prosperado, la mayoría de los estadounidenses ha perdido terreno tanto económica como médicamente”.

Aunque buena parte de los problemas con implicaciones en la salud de los estadounidenses precede a Trump, esta situación “preparó el terreno para su ascenso político”, añade el informe. “Trump obtuvo sus mayores márgenes de victoria en 2016 en condados con las peores tendencias económicas y en mortalidad. En 1980, los condados en los que más del 60% de la población votó por Trump tenían una mayor esperanza de vida que aquellos condados en los que más del 60% de la población votó a Clinton. Sin embargo, en 2014, los condados de Trump tenían una esperanza de vida dos años inferior a que aquellos que habían votado por Clinton”.

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