Se llama Raúl Antonio Capote, pero durante varios años fue también el agente de la CIA Pablo, y el agente de la seguridad cubana Daniel. Ahora ha vuelto –suponemos– a ser solo Raúl, profesor de la Universidad de Pedagogía. Alguien cita su nombre durante una reunión de trabajo en un congreso sobre internet y redes sociales en La Habana. Se encontraba en las últimas filas, un hombre discreto, se diría que hasta tímido, que pasa desapercibido.
Lo abordo en la calle al final de la jornada y le pido una cita para contarme su historia. Me da su correo electrónico y su teléfono particular. Me cita en su casa en un barrio a las afueras de La Habana. Tras dos horas de conversación, descubro que lo que interpreté como timidez es la sangre fría de quien sabe mantenerse tranquilo y sereno en las peores situaciones.
Su historia me lo confirma. Una historia que empieza en los años ochenta, termina –por ahora– en 2011 y que nos muestra que la guerra fría entre Cuba y Estados Unidos sigue vigente. Capote era vicepresidente de la asociación cultural Hermanos Saíz en la provincia cubana de Cienfuegos, en torno a la cual se estaba aglutinando un grupo de escritores jóvenes muy críticos, lo que les situó en la mira de los estadounidenses que consideraron equivocadamente que podrían ser reclutados para combatir la revolución cubana.
“Empezaron apareciendo por la asociación algunos estadounidenses en nombre de universidades y fundaciones estadounidenses con el objetivo, decían, de 'promover nuestra obra'. Pero yo era un escritor incipiente, apenas tenía algunos escritos, no había nada que promover. Nos pareció extraño, pero como todo era de ámbito cultural, nos invitaban a actividades meramente culturales, sin ningún contenido político, no nos preocupamos demasiado”, explica Raúl Capote.
“Poco después –añade– empezaron a estimularnos para que iniciáramos un tipo de literatura que 'representara la realidad del país', según ellos debía tratar sobre los derechos humanos, la libertad de expresión, la represión, la censura, etc... Uno de ellos me dijo que si escribía una novela sobre Cuba de determinadas características, ganaría muchísimo dinero, unos 10.000 dólares que para un cubano es una barbaridad. Es entonces cuando yo informo a mis superiores en el Ministerio de que unos extranjeros van proponiéndonos que escribamos determinadas cosas a cambio de dinero”.
Un perfil idóneo
El contacto se enfría y Capote, años después, en 1995, se incorpora a trabajar en La Habana al Sindicato de Trabajadores de la Cultura, donde están asociados 40.000 profesionales, lo que, parece, le hizo muy interesante para los estadounidenses. “Sin duda ellos estudiaron mi perfil y lo consideraron idóneo por mi influencia en el sindicato, mi espíritu crítico hacia todo lo que me parecía deficiente en la revolución y la existencia de gran parte de mi familia en Estados Unidos, de ahí que comenzaran de nuevo las visitas de gente que decían ser profesores estadounidenses. Se dedican a promover mi novela El caballero ilustrado convocando reuniones y presentaciones, envían profesores universitarios desde EEUU para entrevistarme y encargarme trabajos. Junto con uno de ellos viene un tipo que se dice traductor y que quiere hacerme una entrevista que termina siendo puramente política, sobre mis posiciones sobre la revolución, la llamada oposición, mis aspiraciones... Desde el MININT (Ministerio del Interior cubano) se propone que le sigamos el rollo mientras podamos. Se acentúan las visitas, yo voy entrando a su tema, pero siempre dejando claro que no compartía los métodos y formas de los grupos cubanos contrarrevolucionarios”.
Bajo el formato de fundaciones y universidades los estadounidenses proponen una línea de publicación de escritores cubanos en unos tiempos –final del Periodo Especial– en que la situación económica del país no permitía nada parecido por parte del Estado. Por otro lado, se trataba de libros sin contenido político. Capote publica entonces su segunda novela, El adversario.
En mayo de 2004, un mes después de la toma de posesión de Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, ocurre un hecho que muestra la coordinación entre las embajadas estadounidense y española. Le llaman de la embajada de España en La Habana para invitarlo “como importante escritor cubano” a un almuerzo con el embajador, lo que le deja impresionado porque es muy poco conocida su obra, que se limita a un par de libros. Pero al poco vuelven a telefonearle para cancelar la cita y, curiosamente, al día siguiente le llaman de la SINA (Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, el organismo que sustituye a la embajada al no tener relaciones diplomáticas).
Le invitan a una cena en casa de un funcionario norteamericano. En opinión de Capote, la coincidencia muestra que, como primer paso de acercamiento y para estudiar su reacción, los españoles le proponen una cita de tanteo y, al ser aceptada, la anulan y los norteamericanos pasan a la que les interesa. En esa cena en la SINA se encuentra con doce funcionarios estadounidenses junto a otros invitados de varias embajadas como la de República Checa, Países Bajos o Reino Unido.
Una cena con mucha bebida
“Todos se jactaron de haber estado en Europa del Este y ser conocedores de transiciones del socialismo hacia el capitalismo. Ahí conozco a Kelly Keiderling, jefa de la oficina de prensa y cultura de la SINA. Se trató de una cena sencilla pero con mucha bebida, excesiva en mi opinión. Me preguntan sobre cosas de Cuba y sobre el bloqueo estadounidense a la isla. Yo me posicioné en contra, dando una imagen de persona sincera que no dice lo que ellos quieren oír, sino lo que piensa. Dije que estaba a favor de un intercambio cultural, incluso para favorecer el cambio en Cuba. De modo que salí de allí pensando que no les habría agradado mucho. Sin embargo, ahí comienza una estrecha relación con Kelly que inicia un trabajo de influencia sobre mi familia. Dijo que quería facilitarme la vida, que yo era un escritor brillante. Mi familia nunca tuvo conocimiento de los planes de inteligencia, pero la aceptaban porque son gente amable, además no hablábamos de política delante de mi esposa”.
La amistad con Kelly dura varios años, se convierte en la madrina de su hija para entrar en la familia. Sugiere incluso llevar a su ahijada a Estados Unidos a estudiar con una beca. Poco antes de dejar su misión diplomática en La Habana, le propone crear una agencia literaria en Cuba que fuera económicamente independiente del Estado cubano.
“Se crea la pagina web Agencia Literaria Cubana Online, desde la cual se difundían los autores y se vendían obras, pero la idea empieza a convertirse en otra cosa, dicen que quiere que agrupe no solo a escritores sino también a artistas, músicos, que se coordinara con otras embajadas, como la alemana, etc... Para todo ello iba a recibir financiación de las embajadas, a partir de eso se crearía una nueva 'red de pensamiento'. Los artistas e intelectuales cubanos se dirigirían a mí y yo les garantizaría fondos e independencia económica para promover dentro de Cuba un pensamiento alternativo. Para ello comienzan a crear una biblioteca digital, especialmente de economía y ciencias políticas, algunas novelas, películas como La vida de los otros, La ola o 1984, basada en la novela de George Orwell. Ellos querían que la agencia comenzara a distribuir programas de televisión norteamericanos, de TV Martí, etc... Querían también que la gente de la agencia se uniera a grupos que ya existían, aunque no tuvieran filiación política, como un grupo de filatélicos, iglesias, jóvenes, etc. para introducir los temas que les interesaban dentro de esas organizaciones. Ya empiezan a enviar dinero, en teoría para el proyecto, no para mí, pero no pedían que justificáramos los gastos y estos eran ilimitados. Daban tres, cuatro o cinco mil dólares y ni siquiera miraban si habíamos organizado la actividad para la que pedíamos el dinero. Les gustaban temas como de microemprendedores, cómo organizar la sociedad civil, cursos de liderazgo, proporcionaban manuales y cosas así”.
“A partir de ahora serás Pablo”
En 2005 Capote entra en contacto con un agente de la CIA, René Greenwald, un veterano de la guerra contra Cuba, y le dicen que rompa ya cualquier contacto con la SINA. Ahora será un agente de la central de inteligencia. “Comenzó presentándose como dueño de una empresa que fabricaba libros sobre educación, luego me dice que trabajaba para el Gobierno norteamericano. Un día empezó a preguntarme si estaba dispuesto a trabajar para el Gobierno de EEUU, dije que sí, que eso era lo que llevaba haciendo todos esos años, pero ahora se trataba de otra manera. Es cuando me dice que es de la CIA: 'Somos una paternidad, nos ayudamos en todas partes del mundo, la agencia tiene diferentes tipos de agentes, algunos intelectuales que trabajamos en la guerra cultural. Yo te propongo, si estás de acuerdo, formar parte de nosotros'. Le dije que sí. En mi primera misión le hago un informe sobre unas bibliotecas independientes y cuando voy a firmarlo, me dice 'firma Pablo, a partir de ahora serás Pablo', y brindamos, formalizando mi entrada en la agencia de inteligencia estadounidense”.
Comienzan a darle tareas relacionadas con la cultura y los intelectuales y pagarle 3.000 dólares mensuales en metálico, la cantidad que él les propuso cuando se lo preguntaron. “Yo nunca firmaba un recibí ni nada parecido. Venía a Cuba mucha gente a entrenarme en el trabajo con la sociedad civil, prepararme y hacerme un proceso de investigación muy fuerte, aunque se supone que ya lo habían hecho desde la SINA. Como salíamos con frecuencia por las provincias, aprovechaban esos viajes para instruirme o enseñarme. Mientras tanto yo iba informando al Ministerio del Interior cubano de todas las actividades con el nombre en clave de Daniel, siempre con todas las medidas para que no nos descubrieran los estadounidenses”
La CIA también extremaba las medidas clandestinas: le dieron un teléfono celular, entonces no autorizados para los cubanos, los contactos eran en la madrugada en distintos lugares de La Habana o del país, diferentes enlaces le mandaban recursos materiales o dinero. Le facilitan una conexión de internet y un programa de encriptado muy novedoso. “Era indescifrable, permitía ocultar información en los píxeles de una fotografía digital o en un archivo de música. Tu escribías un mensaje y el programa lo encriptaba en una foto o una canción incluida en un CD de música y nadie percibía viendo la foto o escuchando la canción que estuviese ahí el mensaje. El destinatario, mediante el programa de encriptación, extraía el mensaje”.
Los enlaces eran falsos turistas o falsos estudiantes de la Escuela Latinoamericana de Medicina, muchos eran latinoamericanos, no estadounidenses. Otros venían como visitantes de una universidad extranjera a verlo a la suya. “Yo debía enviar dos veces a la semana análisis de la sociedad cubana, entrevistar gente en la calle, y enviar una evaluación: qué pensaban de determinadas medidas, sobre visitas de personas norteamericanas, evaluación de alguna persona de la universidad. Evidentemente yo se los enviaba con una intención desinformativa más que informativa”.
Las antenas de La Habana
En una ocasión le pidieron un estudio sobre la densidad de antenas que había en La Habana para conectarse ilegalmente a la televisión por satélite. Querían saber quiénes tenían montado un negocio construyéndolas, quién proporcionaba las piezas, quiénes decodificaban las tarjetas y, en un segundo paso, poderles hacer llegar los suministros y dinero para que trabajaran en eso. “Un día de 2007 llega a mi casa un funcionario de la Sección de Intereses que me trae una maleta con una estación de comunicaciones vía satélite, un Hbgan, más sofisticado que el que usan los corresponsales de guerra porque llevaba una tarjeta que utilizaban los servicios especiales y que hacía irrastreable su señal. Se conectaba desde mi casa a un satélite del departamento de Defensa y enviaba la información de forma segura. Estaban obsesionados con que nadie lo viera y tenía instrucciones de destruirlo si el secreto peligraba”.
Comienza entonces la tarea más importante que se le encomendó al agente Pablo: la creación de una organización que se llama Génesis. Se trataba de una fundación que dirigía desde la universidad y que tenía varias líneas de trabajo, para ello utilizaba material de varios think tank neoliberales, entre ellos la FAES española.
El profesor Raúl Capote debía aparentar ser muy revolucionario para escalar puestos en la universidad, recibiría todos los recursos necesarios para tener éxito en su entorno profesional: organizar festivales de música, gestionar invitaciones, facilitar becas del Gobierno de EEUU a los estudiantes y profesores cubanos para todo el mundo. Se les pagaría todo, eran becas para estudios de liderazgo durante un año con la condición de que regresaran a Cuba. La idea era crear un grupo de activistas para golpes suaves como el que intentaron con los estudiantes en Venezuela, o en las revoluciones de colores en Europa del Este.
Génesis captaría profesores que estaban disgustados para llevarlos a eventos en Europa. También pretendían cooptar a los líderes de otras organizaciones revolucionarias para llevar los planes de la CIA a esas organizaciones. “El dinero que me llegaron a dar es difícil de calcular, muchísimo, más de 3.000 dolares mensuales desde 2005 a 2011, además de ordenadores personales y todo tipo de tecnología para colaboradores. paquetes de alimentos que se suponía que venían de familiares, medicamentos, ropa, cosas de aseo. Yo podía pedir todo lo que quisiera sin control ninguno. Ellos decían que Génesis era la 'fundación del día después', trabajábamos con jóvenes, pequeños empresarios, etc. Apostaban a la desaparición física de los lideres históricos de los líderes de la revolución, y tenían creadas las condiciones para que, una vez que eso sucediera, pasaran a otro tipo de acción. Entre la misión de Génesis estaba impedir el relevo histórico de la revolución, debía haber una fuerza bien ubicada y con recursos necesarios para ese día salir a la luz como un tanque de pensamiento con una estructura que crearía la nueva derecha cubana desvinculada totalmente de la contrarrevolución actual. Como yo nunca contacté con un cubano que estuviera por encima de mí, yo les decía 'pero ustedes piensan que yo voy a ser el futuro presidente de Cuba'. Ellos me respondían: 'Tú vas a ser el que pones a los presidentes de Cuba. Tú estás preparando a los líderes políticos'”.
“La CIA sigue tratando de contactar conmigo”
En 2006, con la enfermedad de Fidel Castro, activan el plan que consistía en comenzar con una acción provocadora que debía organizar un tipo que era carne de cañón de ellos, entonces se organizaba una supuesta sublevación en Centro Habana, un municipio de población más marginal perteneciente a la provincia de Ciudad de La Habana. Fidel muerto, Raúl sin capacidad para gobernar, un caos generalizado y entonces aparece Raúl Capote, un profesor de universidad e intelectual que ha tejido una red de influencias, que es entrevistado por varias agencias de prensa ya preparadas. Capote pide, para evitar derramamiento de sangre y perdida de vidas humanas, que EEUU ocupe el país durante tres años. En esos tres años Génesis se ocuparía de formar a los nuevos líderes. “Eso me lo confesaron ellos porque yo era un agente de la CIA, no un mero disidente al que manejaban. Si las cosas iban mal, yo me iría a vivir a Estados Unidos: 'Serás un gran profesor de una universidad norteamericana, tendrás tu dinero seguro en el banco'”.
“En 2011 me solicita la dirección del país que saquemos todo a la luz y participe en una denuncia pública. Había que decirle a los cubanos que no hay un plan de transición para Cuba, que ellos lo que quieren es ocupar el país militarmente durante tres años, la ley Helms-Burton bien lo dice, tienen previsto hasta redactar la Constitución de Cuba. Y en ese plan no van a participar ni los cubanos de Miami”. Se hace un documental, Las razones de Cuba, y en el último capitulo el agente Daniel de la seguridad del Estado cubano denuncia los planes.
“La CIA sigue tratando de contactar conmigo por todas las vías porque les resultaba inexplicable lo que había pasado, vinieron a mí como si no hubiera ocurrido nada, como si no se hubieran enterado. Ellos creen mucho en el poder del dinero, pensaban que pagándome volvería otra vez con ellos. Ahora me dedico a seguir impartiendo mis clases en la Universidad de Pedagogía, lo mismo que estaba haciendo antes. Todo el dinero que me daban yo lo enviaba al Gobierno cubano, ahora cobro 765 pesos cubanos. Mi misión ha sido mostrar la guerra sucia mediante el dinero que el Gobierno de Estados Unidos utiliza contra Cuba. Me considero un comunista, no por accidente geográfico, sino por convicción profunda. Lo más inesperado es el cariño que me he encontrado de los cubanos por la calle. Gente que no me conocía me quiere dar un abrazo, mi familia nunca imaginó que yo me dedicaba a eso, nunca supieron de la existencia de Pablo, ni de la existencia de Daniel, de alguna manera también les engañé, los regalos creyeron que procedían de mi familia en Estados Unidos. Ahora lo comprenden todo”.