Cuba desactiva las protestas opositoras mediante un gran dispositivo policial
Las sábanas blancas que colgaban de algunos de los balcones de las casas particulares de La Habana fueron la señal que identificaba a los opositores al Gobierno de Cuba. La iniciativa responde a la plataforma opositora Archipiélago, que pidió colgarlas en respaldo a la marcha para demandar la liberación de los presos políticos y una solución de los problemas por la vía democrática y pacífica.
La cara más visible de Archipiélago, Yunior García Aguilera, permaneció todo el lunes incomunicado en su casa, vigilada por oficiales policiales. El dramaturgo y activista, de 39 años, incomodó al gobierno al poner rostro a la marcha, cuyo objetivo “es sacudir un país, hacer que la gente tome conciencia, generar un debate que provoque cambios”, según dijo.
Otros activistas y periodistas independientes tampoco pudieron salir de sus domicilios porque se lo impiden agentes de la seguridad del Estado o grupos de personas afines al gobierno. Algunos incluso fueron detenidos, como Berta Soler, líder de las Damas de Blanco y su marido Ángel Moya, según grupos opositores.
El periodista Abraham Jiménez Enoa dijo en redes sociales que se encontraba retenido en su casa y no podía salir a cubrir las protestas. Su colega Yoani Sánchez dijo que le habían cortado el acceso a internet.
La ONG opositora Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en España, ha registrado más de 200 “actos represivos” en los últimos tres días, entre ellas al menos 49 retenciones en domicilios y 25 casos de amenazas.
La respuesta del Gobierno cubano
Desde el comienzo, el Gobierno cubano consideró “ilícita” la protesta y no la ha autorizado al considerar que detrás se encuentra la “estrategia imperial” de Estados Unidos, como dijo la semana pasada el presidente Miguel Díaz-Canel.
La presencia policial en las calles del centro de La Habana era mayor de la habitual. El canciller cubano, Bruno Rodríguez, habló en una transmisión por Facebook de “operación fallida” de Estados Unidos para vender una “imagen irreal” de su país.
La situación llevó a roces con la prensa internacional. El Gobierno cubano retiró, horas antes del inicio de las protestas, las acreditaciones a todos los periodistas de la Agencia Efe en la isla sin explicar motivos ni aclarar si se trataba de una medida temporal o permanente.
Horas después las autoridades se las restituyeron a dos de los seis periodistas del equipo, algo que la presidenta de la Agencia Efe, Gabriela Cañas, considera “insuficiente” y reclama que se devuelvan todas.
Críticas internacionales
José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, denunció en sus redes sociales un despliegue de las fuerzas de seguridad de forma masiva con miras a impedir la protesta.
No faltaron los cruces entre los altos funcionarios del Gobierno cubano con representantes de la administración demócrata en Estados Unidos, luego de que el secretario de Estado, Antony Blynken felicitara al “valiente pueblo cubano que muestra la fuerza de su voluntad y el poder de su voz”.
El canciller Bruno Rodríguez llamó a Estados Unidos a “aprender de una vez que el Gobierno cubano solo se debe a su pueblo y rechaza en nombre de este la intromisión de EEUU. Defendemos el derecho a disfrutar en paz el camino a la normalidad y enfrentar sin injerencia los desafíos que tenemos por delante.
Fuera de Cuba, sin embargo, se registraron alrededor de un centenar de actos vinculados con el 15N, entre los que destacaron los de Miami y Madrid.
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