El 18 de mayo era la fecha señalada para la reapertura de restaurantes y bares en el plan de salida del confinamiento trazado por el Gobierno de António Costa en Portugal. Estos locales, que hasta ahora solo funcionaban con servicios de comida para llevar o reparto a domicilio, han podido colgar el cartel de abierto de nuevo, pero con limitaciones: aforo limitado del 50%, disposición de sillas y mesas para respetar la distancia física de dos metros entre clientes, desinfección seis veces al día así como el uso de mascarillas por parte de los trabajadores. Las autoridades apelan al consumo como salvavidas del sector, pero hay restaurantes que son muy dependientes del turismo y han retomado la actividad con recelo.
“Meia de leite, como sempre?”. El pasado lunes, Sonia preguntaba sonriente a Oliver si quería tomarse el mismo café con leche de siempre. Cinco palabras cotidianas que esta vez sonaban diferentes. La cafetería, situada en pleno centro de Oporto, volvía a atender a sus clientes sentados en mesas después de semanas, según cuenta el protagonista de la anécdota en The Guardian.
Junto a las cafeterías y bares también han podido volver a abrir sus puertas las clásicas pastelerías portuguesas, las tiendas de hasta 400 metros cuadrados, los museos y las galerías de arte. Se trata de la segunda fase de la desescalada por sectores ideada por el Ejecutivo luso para levantar gradualmente las medidas de confinamiento impuestas el pasado marzo contra el virus. En todo este tiempo, Portugal ha registrado un nivel muy inferior de contagios y fallecimientos que otros países de Europa occidental, incluido España.
El otro foco de esta semana ha estado en el regreso a las aulas de los alumnos de bachillerato y la vuelta a las guarderías, también entre medidas de seguridad. Este lunes, miles de estudiantes en el país vecino retomaron sus clases presenciales con un panorama distinto al que dejaron hace dos meses, cuando cerraron los colegios, siguiendo las lecciones con mascarilla obligatoria y lavándose las manos al entrar y salir. Durante el primer día se vivieron escenas como filas para controles de temperatura, reparto de equipos de protección, pupitres separados y carriles marcados con flechas en los pasillos, según recogieron distintos medios de comunicación.
Las autoridades animan a salir a la calle con cautela
El proceso de desescalada empezó oficialmente el 4 de mayo, con la reapertura de pequeñas tiendas de barrio, peluquerías, concesionarios de automóviles y librerías. Esta semana, Portugal se ha adentrado en los que se han considerado los primeros días de “nueva normalidad”, con la posibilidad de volver a disfrutar de la vida en la calle.
Y aunque comienzan a registrarse de nuevo escenas cotidianas, la población, según recoge la prensa, ha sido por lo general prudente a la hora de salir de casa. Un estudio de la de la Universidad Nueva de Lisboa ha revelado que en la primera fase hubo un aumento del 2% de las personas en las calles: durante el estado de alarma, alrededor del 9% de la población abandonaba su hogar en situaciones no estrictamente necesarias mientras que con el comienzo del plan de desconfinamiento en marcha, este porcentaje ha subido al 11%, recoge Diario de Noticias.
De hecho, el primer ministro portugués ha pedido expresamente a los ciudadanos que vuelvan a la calle y que retomen poco a poco la normalidad de sus vidas con la misma determinación con la que se encerraron en casa, pero con precaución, insistiendo en que hay seguridad para hacerlo. “ Debemos ir extendiendo serenamente la vida, tenemos que recuperar nuestra vida diaria, si queremos recuperarnos evitando una crisis”, ha dicho. Costa ha animado a seguir su ejemplo en los últimos días, visitando pastelerías o almorzando en restaurantes, un sector que asegura que ha sido especialmente golpeado por el cierre .
El Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, también se ha sumado al llamamiento a que los portugueses “pierdan el miedo” de regresar con más frecuencia a la calle. A su juicio, es el momento de “abrir, con cuidado, y con pequeños pasos”, afirmó el pasado domingo el presidente. En las últimas horas, se ha hecho viral una imagen suya haciendo cola en un supermercado con mascarilla y unas bermudas.
El mensaje de las autoridades se centra ahora en la necesidad de revitalizar la economía lusa, ante el “efecto brutal” que, asegura Costa, ha tenido el confinamiento. “Si queremos recuperarnos de esta situación y evitar que se profundice la crisis económica y social, todos debemos aportar nuestra contribución retomando la cautela necesaria en nuestra vida cotidiana”, ha insistido el primer ministro. La economía de Portugal, dependiente del turismo y orientada a la exportación, ha sufrido enormes pérdidas: el PIB que se contrajo un 3,9% entre enero y marzo en comparación con el último trimestre de 2019 y unas 115.000 personas han perdido su trabajo, informa Reuters.
En lo que respecta a la evolución de la epidemia, las autoridades sanitarias indican que las cifras de nuevos contagios diarios detectados permanecen estables. Este miércoles se han registrado 228 casos y 16 muertes más. En total, la epidemia de COVID-19 ha dejado 1.263 muertos y 29.660 contagios contabilizados. La ministra de Sanidad ha anunciado que están intentando aumentar las camas disponibles de cuidados intensivos, que se encuentran en la actualidad por debajo de la media europea, recoge la Agencia EFE.
Cuando presentó su plan de transición a finales de abril, António Costa aseguró que las cifras registradas hasta entonces lo permitían, pero también dijo que “no se avergonzará” a la hora de “dar un paso atrás, si fuese necesario, para garantizar el bien esencial, que es la seguridad de los portugueses”. “Sabemos que este proceso tiene riesgos. Sabemos que a medida que abrimos varias actividades, el riesgo de transmisión aumentará”, afirmó el primer ministro, a la par que aseguraba que la etapa por delante aún no era de “normalidad definitiva”.
El 3 de mayo, después de mes y medio, el país pasó del estado de emergencia al estado de calamidad, que flexibiliza las restricciones y sigue vigente. Está previsto que la desescalada entre en su tercera fase el próximo 1 de junio, cuando podrán abrir las tiendas de más de 400 metros y los centros comerciales, así como cines y salas de espectáculos con limitaciones de capacidad y el desconfinamiento parcial del teletrabajo.