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¿Qué debe hacer Biden ante las mentiras de Trump? Quitarles importancia pero sin pasarse

Lois Beckett

13 de noviembre de 2020 22:29 h

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En los días transcurridos desde que Joe Biden ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos, Donald Trump se ha negado a reconocer la victoria del demócrata, ha propagado mentiras sobre un inexistente fraude electoral, ha sustituido a altos cargos del Departamento de Defensa por personas leales y ha instado a los republicanos del partido, de mayor a menor rango, a impugnar el recuento de votos que evidencia su derrota electoral. Los estadounidenses debaten ahora cómo debe reaccionar Biden ante esta situación.

Biden ha señalado que la actitud de Trump, que se niega a reconocer el resultado, “da vergüenza”. “El hecho de que no esté dispuesto a admitir nuestra victoria no tiene ninguna importancia a estas alturas”, ha asegurado a sus electores.

Sin embargo, algunas personas urgen al presidente electo a dar un paso más y muestran su alarma por la actitud de un presidente saliente que está adoptando tácticas utilizadas en países dictatoriales.

Algunos expertos en desinformación señalan que la actual estrategia de Biden de restar importancia al comportamiento de Trump puede ser la indicada en este momento, aunque reconocen que puede ser “frustrante”, dice Becca Lewis, investigadora afiliada del Data & Society Research Institute, que estudia la desinformación.

“Al no darle la atención que quiere, el mensaje de Trump y de sus partidarios pierde mucha de la fuerza y poder del que goza en este momento” , señala Lewis.

Durante la campaña presidencial, los asesores de Biden utilizaron una estrategia similar a la actual en respuesta a los intentos de los republicanos de convertir una noticia sobre los correos electrónicos de Hunter Biden, hijo del candidato demócrata, en un escándalo.

No dedicar energía

Whitney Phillips, profesora de comunicación de Syracuse University explica que al no contestar las alegaciones una a una, los asesores de Biden enmarcaron esa noticia en el contexto de “teoría de la conspiración”. Según la experta, el tono elegido por los asesores, con independencia de que en realidad fuera o no así, era el siguiente: “Os damos una respuesta porque es nuestra obligación, pero no le estamos dedicando nuestras energías mentales”. “Este tipo de estrategia parece que ha funcionado bien”, afirma.

Phillips señala que el hecho de que Biden reconociera después de las elecciones que el comportamiento de Trump no se ajusta a las normas, en lugar de ignorarlo, ha sido importante. Sin embargo, cree que el hecho de que después haya optado por centrase en los problemas que enfrenta el país y los retos con los que debe lidiar el gobierno “fue efectivo por el mensaje que manda, pero también desde un punto de vista emocional”. En su opinión, Biden ha reaccionado “como una persona adulta”.

Joan Donovan, directora de estudios del Shorenstein Center on Media, Politics and Public Policy de la Universidad de Harvard, indica que si el equipo de Biden hubiera reaccionado a los ataques “habría servido para avivar el fuego”.

Shafiqah Hudson, autora e investigadora que ha estudiado las campañas de manipulación informativa en Internet, indica que le gustaría que los demócratas tuvieran una posición más contundente y condenaran las acciones de Trump “de la forma más enérgica posible”. Sin embargo, cree que la reacción de Biden “es el tipo de respuesta que yo esperaría de alguien que debe recomponer un país roto”.

La avalancha de noticias de los medios y los activistas conservadores que divulgan información falsa sobre la derrota de Trump ha dado sus frutos y, según una encuesta reciente, el 70% de los republicanos cree que estas elecciones no han sido libres ni justas. En opinión de I’Nasah Crockett, investigadora y artista que ha estado estudiando la manipulación y la desinformación en las redes sociales, los demócratas deben centrarse en un discurso que explique cómo funciona el proceso electoral y qué controles y auditorías se hacen durante el escrutinio de votos.

“Creo que sería genial si Biden y sus asesores abordaran esta situación como si se tratara de un parvulario”, señala Crockett: “Si estás con niños pequeños y quieres que entiendan un concepto muy básico, tienes que repetir una y otra vez la misma noción”.

Shireen Mitchell, investigadora de desinformación y fundadora de Stop Online Violence Against Women cree que también es importante reconocer que los argumentos de los republicanos sobre el fraude electoral están dirigidos específicamente a deslegitimar a los votantes negros y a rechazar sus votos.

Eufemismos racistas

Los republicanos han enfocado sus reclamaciones infundadas de fraude electoral en ciudades de mayoría negra como Detroit, Filadelfia y Milwaukee, donde el apoyo de los votantes negros ayudó a Biden a ganar la presidencia.

“Están usando eufemismos para decir que cualquier persona que no sea blanca es un votante ilegal”, afirma Mitchell. Cree que los ataques de Trump al voto por correo, una opción utilizada por muchos estadounidenses en un contexto en el que la pandemia ha matado desproporcionadamente a personas racializadas, es parte de una larga historia de estrategias en constante evolución para privar del derecho al voto a los estadounidenses negros.

El fiscal general demócrata de Michigan abordó esa preocupación explícitamente esta semana, con el argumento de que las acciones legales de la campaña Trump contra el escrutinio eran “infundadas” y que en su discurso se esconden afirmaciones que sugieren que “las personas negras son corruptas, incompetentes y que no se puede confiar en ellas”, informó la Detroit Free Press.

Mientras que los usuarios en las redes sociales debaten intentsamente si es hora de etiquetar el socavamiento de la democracia por parte de Trump como un intento de “golpe”, los expertos en desinformación creen que este enfoque podría ser contraproducente en el presente contexto.

En opinión de Phillips, hablar de “golpe” podría responder a las preocupaciones de aquellos estadounidenses que han estado siguiendo las noticias de cerca, pero podría confundir a aquellos que no han prestado la misma atención al proceso o provocar rechazo en otros. “Creo que el problema no es que la palabra golpe sea demasiado fuerte, sino que muchas personas no saben lo que es”, afirma Hudson.

Phillips cree que habida cuenta de que millones de personas desconfían de la validez de los resultados electorales, sería más útil defenderse de las noticias falsas de Trump recordando a los estadounidenses que el presidente republicano y su equipo ya habían avanzado antes de las elecciones que, si perdían, dirían que los resultados no eran válidos.

“Se trata de una estrategia de comunicación anterior a la votación”, indica Phillips. Recordar el historial de críticas de Trump sobre estas elecciones permitiría a los ciudadanos “descartar por sí mismo las afirmacione sinfundadas. Si alguien ya ha plantado las semillas de una mentira antes de que algo pase, esto invita a una reflexión”.

Sin embargo, Biden y el Partido Demócrata no deberían sobreestimar la fuerza de la democracia. A Crockett le preocupa un contexto en el que los ataques de Trump vayan en aumento o que crezca la cifra de estadounidenses que creen que el sistema es corrupto: “Lo que más me preocupa es que la mayoría de los demócratas tienen una gran fe en nuestras instituciones y, sinceramente, creo que están siendo demasiado idealistas”.

Si la negativa de Trump a reconocer su derrota se mantiene a lo largo del tiempo o sube de tono y algunos republicanos con poder lo siguen apoyando, podría llegar un momento en el que ignorarlo o no dar importancia a su comportamiento podría ser una postura contraproducente.

“En función de hasta dónde suba esta situación, tal vez llegará un momento en el que Biden deberá tomar cartas en el asunto”, indica Lewis.

Traducido por Emma Reverter.