¿Demasiado mayores para gobernar? Dos septuagenarios aspiran a la presidencia de EEUU
“Me desperté y me encontraba bien”, dijo Donald Trump a sus seguidores durante un mitin de campaña en Arizona mientras describía cómo había sido su hospitalización por el coronavirus. Mientras el candidato republicano imitaba el movimiento de Clark Kent y se abría la camisa para revelar la “S” del Hombre de Acero, la multitud allí presente comenzó a corear: “¡Superman! ¡Superman! ¡Superman!”. El acto terminó con la canción YMCA de los Village Boys sonando en los altavoces del recinto. “Joven, no tienes por qué sentirte mal...”, dice la letra al comienzo.
A sus 74 años y clínicamente obeso, Trump parece ansioso por demostrar su virilidad. Se enfrenta en las elecciones a un hombre mayor que él: Joe Biden, quien cumplirá 78 años en noviembre. Si gana el demócrata, batirá el récord establecido por Trump como la persona más mayor en convertirse en presidente de EEUU.
Las estadísticas contradicen la lógica de una sociedad que a menudo parece estar obsesionada con la juventud. La sed de cambio de los votantes no ha impedido que sean dos hombres blancos de más de 70 años los que se enfrenten en estas elecciones. Lo que sí ha alimentado es un debate creciente sobre si el desgaste mental y físico característicos de la vejez puede perjudicar la toma de decisiones de la persona que tiene en su poder los códigos para ordenar un ataque nuclear.
“Espero que pongan un límite de edad”, dijo Jimmy Carter el año pasado en Atlanta. A sus 96 años, Carter es el expresidente más longevo de la historia de EEUU. “Si fuera 15 años más joven, es decir, si tuviera solo 80 años, no creo que pudiera asumir las responsabilidades que tuve cuando era presidente”, señaló. “Tienes que ser capaz de pasar de un tema a otro y de concentrarte bien en cada uno de ellos para luego unirlos de una manera integral”.
Carter tenía 56 años cuando fue derrotado por Ronald Reagan en las elecciones. A los 69 años, el exactor era en ese momento la persona de mayor edad en ser elegida como presidente. Reagan sufrió un leve deterioro a lo largo de sus dos mandatos y a veces se burlaban de él por lapsus de memoria y contradicciones. Le diagnosticaron alzheimer cinco años después de dejar el cargo.
Consciente de las preocupaciones sobre el tema, el equipo de campaña de Biden publicó en diciembre un informe médico donde se dice que es un “hombre saludable, fuerte, de 77 años, en condiciones de ejecutar con éxito los deberes de la presidencia”. Mientras tanto, Trump “se mantiene sano”, de acuerdo con los resultados del último examen físico divulgado en junio por la Casa Blanca.
Un arma electoral
Pero el presidente ha tratado de convertir el tema en un arma electoral. Ahora que se acercan las elecciones y su tour de campaña lo lleva a mítines por todo el país, aumentan sus afirmaciones infundadas de que el “Joe el dormilón” [Sleepy Joe, en inglés] sufre un deterioro cognitivo, senilidad o incluso demencia. “Mentalmente está ido”, dijo en la cadena Fox News. También retuiteó un meme con la frase “Biden, a la presidencia” y un montaje fotográfico que muestra al demócrata en un centro, sentado en una silla de ruedas, entre otras personas mayores.
Biden respondió con un estilo similar durante una entrevista en el programa 60 Minutes (CBS) del pasado domingo. “El mismo individuo que pensaba que los atentados del 11-S eran los ataques del 7-Eleven (una importante cadena de tiendas, cuyo nombre confundió en 2016 con el ”9/11“, 11 de septiembre), ¿está hablando de demencia?”, dijo Biden. “Lo único que puedo decir al pueblo estadounidense es que me observen, que vean lo que he hecho, que vean lo que voy a hacer. Mírenme. Comparen nuestra agudeza física y mental. Encantado de que hagan la comparación”.
Según los críticos, la dura estrategia de Trump podría interpretarse como un insulto a los electores ancianos y fracasar. También señalan las veces en que el presidente balbucea o se equivoca de palabra, o la ocasión en que bajó con cautela una rampa tras dar un discurso a los cadetes militares de West Point.
La edad de Trump volvió a ser el centro de atención a principios de octubre, cuando se contagió de coronavirus, cuyo efecto en las personas mayores puede ser especialmente grave. Se recuperó rápidamente, pero luego, en un confuso mensaje de vídeo, dijo lo siguiente: “Estamos cuidando a nuestros mayores. No sois vulnerables, pero les gusta decir que sois vulnerables. Sois los menos vulnerables, salvo por esta única cosa, en la que sí sois vulnerables. Y yo también lo soy”.
Los candidatos demócratas, históricamente más jóvenes
Pero Biden es la mayor rareza histórica. Los últimos cinco presidentes demócratas fueron John F. Kennedy (tenía 43 años cuando asumió el cargo), Lyndon Johnson (55), Jimmy Carter (52), Bill Clinton (46) y Barack Obama (47).
Dentro del Partido Republicano, Trump encaja en un patrón más común. Como dijo Wendy Schiller, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Brown de Providence (Rhode Island), Trump “no fue, de ninguna manera, el primer nominado 'mayor' del Partido Republicano”. “Reagan tenía 69, John McCain 71 y Mitt Romney 65”, dijo. “Desde JFK en 1960, los candidatos demócratas han tendido a ser más jóvenes, después de 1964 solo han logrado ganar la presidencia con candidatos menores de 55”.
“El sistema de nominación presidencial de los partidos tiende a producir candidatos de mayor edad debido al tipo de experiencia política electoral que normalmente se exige para un candidato exitoso, así como a la red de contactos que a lo largo del tiempo y para ganar las primarias estatales se va tejiendo con los activistas del partido en los diferentes estados”, opina la experta.
La vejez de los nominados aumentó la importancia del reciente debate entre los candidatos a la vicepresidencia Mike Pence (61) y Kamala Harris (que cumplió 56 después del debate). A los dos les preguntaron si habían hablado con sus respectivos candidatos a la presidencia sobre una posible incapacidad. Ninguno dio una respuesta directa.
“Los estadounidenses están viviendo más tiempo que nunca y en mejor forma”, dice Schiller. “Joe Biden, a los 77 años, podría estar en mejor forma que Ronald Reagan a los 69. A sus 74 años y en la carretera, Donald Trump ha demostrado ser un hombre de campaña fuerte”. “A pesar de eso, creo que en el caso de Biden, igual que ocurrió con John McCain, la vicepresidencia tiene más importancia que si él fuera más joven porque los votantes están considerando la posibilidad de que la vicepresidenta tal vez deba dar un paso adelante para servir como presidenta”.
Trump y Biden son políticos mayores en Estados Unidos pero no en todo el mundo. Winston Churchill tenía 76 años cuando lo reeligieron como primer ministro británico en 1951 y a sus 94 años, la Reina de Inglaterra es la jefa de Estado más anciana del mundo. Según Wikipedia, le siguen Raúl Castro, de Cuba, con 89 años; Colville Young, de Belice, con 87; el presidente camerunés Paul Biya, con 87; y el presidente libanés, Michel Aoun, con 85.
Los jueces del Tribunal Supremo de EEUU forman parte del máximo tribunal hasta su fallecimiento. Como dijo Drexel Heard, que a sus 34 años es el director ejecutivo negro más joven del Partido Demócrata en el Condado de Los Ángeles, “Ruth Bader Ginsburg tenía 87 años y la gente todavía respetaba su cabeza jurídica y todo lo que ella representaba”. “Aún le quedaban algunos años más y nadie cuestionaba su capacidad para el Supremo”.
Heard no cree que en estos comicios “la edad haya sido un factor importante”. “Pero en las elecciones locales, estatales y legislativas estamos viendo que se presentan más y más candidatos jóvenes en todo el país. Ese es el resquicio de esperanza para muchos de los que se hacen la pregunta de qué va a pasar después.
“Joe Biden siempre ha dicho que básicamente él es un presidente de transición, y sabe lo que viene después de él”, dice Heard. “En parte esa es la razón por la que eligió a la senadora Harris como compañera y, sin duda, la razón por la que sigue apoyando la inclusión de candidatos más jóvenes”.
El senador Bernie Sanders (79) ya demostró en las dos últimas primarias demócratas que la edad no es una barrera para llevar adelante una campaña difícil y que emocione a los votantes jóvenes. Pero todavía hay dudas sobre la capacidad de Biden de resultar así de inspirador, pero entre aquellos miembros del grupo demográfico que sí vota, hay pocas dudas de que aplastará a Trump.
Coby Owens (25) es un activista por los derechos civiles en Wilmington (Delaware), la ciudad natal de Biden. “Había una diferencia de ideología entre los jóvenes entusiasmados con Bernie y los jóvenes entusiasmados con la campaña de Biden. Pero creo que, a fin de cuentas, todas las organizaciones juveniles se están uniendo y creando una coalición de apoyo a Biden”, dice.
“Independientemente de cuáles sean sus posturas en este momento, una de las cosas que sabemos es que la probabilidad de conseguir lo que queremos y lo que necesitamos para nuestro futuro es mejor con un presidente Biden y una vicepresidenta Harris que con un presidente Trump y un vicepresidente Pence”, agrega.
En el otro extremo de la pirámide poblacional se está dando un cambio más sorprendente. En las últimas cuatro elecciones presidenciales, los republicanos fueron los más votados entre las personas mayores con una ventaja de unos 10 puntos porcentuales. Pero la COVID-19 ha golpeado especialmente a los mayores: en torno al 80% de los estadounidenses fallecidos por el virus tenía más de 65 años, y la popularidad de Trump parece haberse resentido por eso.
Entre los votantes de edad avanzada el presidente tiene una desventaja de más de 20 puntos, según las últimas encuestas (la de CNN y la de NBC News/Wall Street Journal). En Arizona y Florida, con un alto número de jubilados, este cambio podría ser clave. Los dos equipos de campaña están invirtiendo mucho en esos estados para dirigir la publicidad electoral a los votantes mayores.
Durante una reciente visita a la comunidad de jubilados The Villages, en Florida, Trump dijo: “El plan de Biden significaría dejar a los ancianos de Estados Unidos sin aire acondicionado durante el verano, sin calefacción durante el invierno, y sin electricidad en las horas punta, es cierto”. No lo es.
Traducido por Francisco de Zárate
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