Steve Bannon intenta seguir influyendo sobre Trump con un podcast ultra
El lugar no es el típico refugio masculino. Hay símbolos cristianos, un busto de Julio César, y un retrato de John Paul Jones, oficial de la marina estadounidense durante la Guerra de Independencia. Sobre un escritorio abarrotado, el libro La revolución rusa de Richard Pipes. En la repisa de la chimenea, un letrero: “No hay conspiraciones, pero no hay coincidencias”.
Bienvenidos a la oficina del podcast War Room, donde lo clásico, lo contemporáneo y lo conspiranoico se mezclan para alimentar la imagen que Steve Bannon tiene de sí mismo como personaje histórico. En este sótano del barrio Capitol Hill, en Washington, Bannon recibía hasta julio a sus visitas para planear el regreso de Donald Trump al poder y, según él, la próxima revolución estadounidense.
Durante la visita del periodista de The Guardian, pantallas, micrófonos y otros dispositivos para podcast reposan sobre montones de libros y periódicos como el Financial Times y el New York Times. “De niño yo vendía periódicos, así que me encantan”, dice Bannon cogiendo su teléfono móvil mientras habla. “Aquí no es posible leer, no es igual; en primer lugar, porque la decisión editorial es una de las cosas más importantes; es muy relevante dónde se ponen [las noticias], cómo se ponen”.
Bannon, el septuagenario que un día apareció en la portada de la revista Time con el titular “El gran manipulador'” y “¿es Steve Bannon el segundo hombre más poderoso del mundo?”, no deja de pensar en los medios de comunicación y los mensajes. Asegura ejercer más influencia con su podcast, estrenado en octubre de 2019, que cuando acompañó a Trump durante su primera campaña electoral, o durante su breve y malograda etapa como estratega jefe de la Casa Blanca.
En la cárcel
La influencia que Bannon pueda ejercer sobre las elecciones de 2024 ha quedado interrumpida por la cárcel: desde el 1 de julio, cumple cuatro meses de prisión por no acudir a la citación de la comisión del Congreso que investigó el asalto del Congreso del 6 de enero de 2021. Eso significa que debería estar de vuelta a su programa, que sigue pese a su ausencia, justo antes de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre.
Antes de entrar en prisión aseguraba que no le preocupaba esa posibilidad. “Si voy a la cárcel, voy a la cárcel”, dijo antes de que un juez federal confirmara que debía entregarse. “Estuve cuatro años en el mar en un barco de la marina”.
Este exteniente de la marina, banquero de Goldman & Sachs y productor de cine de Hollywood, criado en Virginia en una familia católica irlandesa de clase trabajadora, ha sido comparado en varias ocasiones con Thomas Cromwell, Rasputín y Joseph Goebbels. En persona, con una taza de café en la mano, es un hombre cordial, grandilocuente y parlanchín.
Consultado por una definición del lema de Trump, Make America great again, Bannon responde con un flujo de pensamientos en el que aparecen tipos que conoció en la marina, personas que eran la “sal de la tierra”; Robert Clive, el soldado y hombre de Estado británico conocido por ser el artífice de la expansión de la Compañía de las Indias Orientales en la India. Menciona la Guerra Civil de EEUU (“Lincoln era un ultranacionalista”, según Bannon) y de la lucha actual, según él, entre una clase con credenciales y una ciudadanía a la que se le niega un sitio en la mesa.
“A lo que tendría que tener miedo la clase dirigente de nuestro país es a los seguidores del presidente Trump; desde Wildwood, Nueva Jersey, hasta el sur del Bronx; pasando por Miami o por Charlotte”, dice. “Los ciudadanos estadounidenses de todas las razas y etnias que se dejan la piel de los que depende el país tienen todos en común no verse sentados a la mesa y no creer que nadie, salvo Trump, los quiera ver en la mesa; Trump no solo te va a poner en el lugar, te va a poner en la cabeza de la mesa, por eso [las élites] lo odian, y por eso tienen que destruirlo”, asegura.
Pese a su rechazo instintivo por la lectura de medios online, Bannon dice que comienza sus mañanas con los periódicos The Guardian, The Financial Times y The Times de Londres, y que luego pasa a la prensa estadounidense. “Si realmente quieres seguir a la derecha, a Trump y a Maga, no puedes ir [a las cadenas] Fox o Newsmax porque no lo cubren”, explica. “Tienes que ir a MSNBC o al Guardian”.
Mientras habla, la cadena MSNBC se escucha en el televisor gigante que hay sobre la chimenea de la habitación de al lado. A la audiencia conservadora de War Room le encantan los segmentos de presentadoras progresistas de MSNBC. “Para entender el mundo contemporáneo y para ser eficaz, tienes que entender dónde están tus enemigos y en qué marco están colocando el relato”, dice Bannon.
“Un Meet the Press de extrema derecha” es cómo describe The Washington Post el podcast de Bannon, en referencia al programa de entrevistas políticas de la NBC. War Room se emite en directo durante 22 horas a la semana en varias plataformas. Entre ellas, la radio, la plataforma de vídeo online Rumble y Real America's Voice, una nueva cadena pro Trump.
Bannon sostiene que en los rankings de podcasts de política el suyo se mantiene firme en la segunda posición, por detrás de Pod Save America, dirigido por un grupo de ex asesores de Barack Obama, y dice que hay poca competencia en la derecha. Pero, aun así, no se sabe cuánta gente lo escucha.
Con orgullo evidente, Bannon dice que el programa no menosprecia a sus oyentes y que ofrece una combinación única de política, geopolítica, macroeconomía y mercados financieros. “Lo que intentamos es subir el listón por encima de donde llegan, para que la audiencia tenga que estirarse”, dice.
“No trato de tener una audiencia gigantesca; nunca la he tenido. Estamos muy centrados en los activistas, o en la gente que se convertirá en activista, porque hay que construir la vanguardia”, explica. “El antiguo Partido Republicano buscaba una vanguardia al estilo [William F] Buckley, con tipos listos de la Ivy League escribiendo para la National Review y asistiendo a cócteles; es posible que eso fuera lo que funcionara entonces, pero ahora mismo estamos en otra época”.
En busca de audiencia
Con su oficina a algo menos de 500 metros del Tribunal Supremo, Bannon presenta su podcast como una plataforma para las bases del movimiento nacionalista populista más allá del Partido Republicano.
“Una de las cosas que diferencian a Steve Bannon de sus compañeros de viaje es que no le hace ascos a ningún grupo de la población estadounidense”, explica por teléfono Madeline Peltz, que sigue las tendencias de medios de derechas en Media Matters for America. “Incorpora por completo a cualquiera que esté dispuesto a escucharle”, explica Peltz. “Mientras que en la izquierda hay muchas más luchas internas, Steve Bannon está siempre tratando de ampliar su audiencia; para eso tiene una habilidad y un ojo único”.
Pero la influencia que el programa ejerce sobre la política del Partido Republicano no es poca. Por él han pasado invitados como Elise Stefanik, la número tres de los republicanos en la Cámara de Representantes.
Cerca de su escritorio hay un ejemplar del llamado Proyecto 2025, el plan ultraconservador de casi 900 páginas que incluye desmantelar el Estado –al estilo Bannon– si Trump vuelve a ganar la presidencia. Ha sido redactado por el centro de estudios Heritage Foundation, a escasos minutos a pie de la oficina de Bannon. “Ahí mismo guardo mi biblia”, dice Bannon con admiración. “Eso demuestra que [Trump] tiene a un extenso grupo de gente deseosa de trabajar con él; la izquierda está en un derrumbe completo y total”.
War Room se presenta como una incubadora de políticas que en cuestión de meses o años termina encontrando un lugar dentro de la ortodoxia del Partido Republicano. Desde los ataques contra el impeachment a Trump hasta la propuesta de un draconiano sistema de seguridad en la frontera (“Estoy 100% a favor de deportaciones masivas desde el primer día”, dice Bannon), pasando por teorías de la conspiración sin ningún fundamento sobre las vacunas o el recorte de la ayuda militar a Ucrania.
“Nos subimos a una idea y vamos con todo”, dice Bannon. “Pensamos en los mensajes en los que estamos trabajando, y pensamos en cómo vamos a colocar a la gente, en cómo van a aparecer, de qué vamos a hablar. ¿Cuál es el relato detrás de esto? Trabajamos mucho para asegurarnos de no equivocarnos”.
Falsedades
Los medios e instituciones encargados de contrastar la veracidad de las afirmaciones no están de acuerdo. Según un análisis del centro de estudios Brookings Institution, casi un 20% de los episodios emitidos por War Room en 2023 contenía afirmaciones falsas, engañosas o sin fundamento, convirtiéndolo así en el mayor difusor de desinformación entre los podcasts de política.
“War Room se emite cuatro horas al día, cinco días a la semana, y dos horas, en los sábados”, dice Peltz. “Es un sinfín de disparates, con un volumen de contenidos tan abrumador que es como tirar espaguetis a la pared, unas cosas se pegan, otras no; con mucha gravedad en las insinuaciones apocalípticas y mucha ligereza en los detalles”.
Según Bannon, una de las pruebas de fuego para los republicanos sigue girando en torno a las elecciones presidenciales de 2020. El presentador de War Room considera sin pruebas que Biden es un presidente “totalmente ilegítimo”, incluso después de que Trump haya perdido más de 60 demandas impugnando el resultado, y de que el entonces fiscal general de Trump, William Barr, anunciara que el Departamento de Justicia no tenía ningún indicio que apuntara a un fraude electoral generalizado.
“Somos los que todos los días lideramos el tema del gran robo [el nombre que los seguidores de Trump dan al imaginario fraude electoral], en todos los aspectos, y nos enorgullecemos por ello”, dice. “Mi postura es inflexible, no debería haber una sola persona ocupando un puesto remunerado en la campaña de Trump o el Partido Republicano que no se crea hasta el tuétano de sus huesos que las elecciones de 2020 fueron un robo; el que no se crea eso, en mi opinión, es que no está entendiendo dónde estamos y por qué estamos aquí”.
Según Bannon, que en su día fue responsable del medio ultra Breitbart News, la falta de interés que Fox News y otros medios han mostrado por el tema de las elecciones de 2020 es parte de “una operación psicológica”. Se atribuye el mérito de que una mayoría de republicanos no crean que Biden haya ganado en unas elecciones libres y justas. “Es War Room y otra parte de podcasts. Mira cómo hemos cambiado los números, ¿por qué? Porque somos implacables, nunca daré marcha atrás con eso”, dice.
Amenaza para la democracia
¿Se compromete a aceptar el resultado de las elecciones de 2024, sea quien sea el vencedor? “Tendremos que revisarlo, frase por frase, y estar seguros. Se tiene que poder certificar: la cadena de custodia, los votos legítimos de ciudadanos estadounidenses”, responde. “Si lo hacemos así y los votos están ahí, no tengo ningún problema en que ganen. Pero ahora no podemos responder 'sí, vamos a hacerlo', porque no lo sabemos, todavía no hemos llegado a ese momento, y va a estar muy reñido; nadie le está preguntando eso a los demócratas en caso de una victoria de Trump”.
Trump incitó a una turba para que asaltara el Capitolio, admira a personajes como Vladímir Putin y como Kim Jong-un, y hace chistes sobre convertirse en dictador el “primer día”. Pero Bannon rechaza la idea de que el magnate represente una amenaza para los fundamentos de la democracia. “Si miramos los tres primeros años de paz y prosperidad, fue de todo menos un dictador, era más inclusivo a la hora de hablar con la gente”, dice.
Se ha escrito mucho sobre la posibilidad de un segundo mandato de Trump más radical y anti democrático que el primero, rodeado por lacayos y sin vallas de contención. Bannon no cree en ese escenario. En su opinión, lo que Trump está haciendo es mantener a raya a fuerzas aún más extremas. “En realidad, el presidente Trump es un moderado dentro del movimiento Maga”, dice. “Un tipo de buen corazón, de gran corazón, un hotelero que saluda a la gente, será el primero en tender la mano, como lo fue en 2016”.
A la derecha de Trump
“¿Los que están a la derecha del presidente Trump? No son tan bondadosos”, dice. “Nosotros estamos a su derecha porque no está en su naturaleza ser tan de extrema derecha como nosotros. Le queremos, es el líder de nuestro movimiento, pero lo que viene después de Trump es una onda expansiva mucho mayor contra el establishment liberal y contra el establishment progresista que controla el país”.
A modo de ejemplo, Bannon cita a autores y expertos del espectro conservador que no se consideraban cercanos a Trump y, pese a ello, se unieron para condenar la sentencia penal contra Trump en Nueva York y clamar venganza. En su opinión, la derecha de Estados Unidos enterrará sus diferencias y unirá fuerzas para derrotar lo que él llama el statu quo.
“Eso es lo que viene después de Trump, ahora se está viendo y crece cada día que pasa. Estamos resurgiendo con todo lo que está pasando, de la misma forma que ocurrió con la Iglesia católica en Europa del Este o lo que pasa en China. Cuando se reprime a un grupo y se hace todo lo posible por desprestigiarlo y reprimirlo, todos se juntan y dejan a un lado sus diferencias para luchar contra el enemigo común”, dice.
“Tenemos enemigos en común y son las cloacas del Estado y la izquierda progresista, Wall Street y los oligarcas tecnológicos que dirigen el país y lo han convertido en una república no constitucional; hemos dejado de lado a muchas de nuestras diferencias para organizarnos en esa lucha”, asegura. “Hay republicanos contrarios a Trump que ahora están viendo las cosas que nosotros llevamos diciendo un montón de tiempo y se acercan a nuestra causa. ¿Sabes qué? No estábamos locos, ¿te das cuenta de lo que está pasando de verdad? Es eso lo que se está construyendo y haciéndose más fuerte cada día que pasa”.
Una de esas aspirantes a justicieras es Megyn Kelly, presentadora de los medios de derechas que pidió que Bannon liderara la campaña Trump. El encarcelamiento de Bannon ha echado por tierra esa posibilidad, además del próximo juicio que enfrenta por supuestamente haber engañado a donantes que le entregaron dinero para la construcción de un muro en la frontera entre México y EEUU. Pero Bannon dice que, de todos modos, no aceptaría el cargo. “Mi función aquí es mucho más relevante; la campaña ya no tiene nada que ver con la estrategia; lo que tiene que pasar ahora es obvio, ya es solo una cuestión de tuercas y tornillos, es solo un tema de ejecución, en el 2016 no era así”.
Bannon ayudó a escribir el discurso de toma de posesión de enero de 2017 en el que Trump habló de ponerle fin a la “matanza estadounidense”, pero la relación entre los dos no está clara. Todos los días, el equipo de Bannon envía al expresidente cortes de War Room. En ocasiones, Trump responde con notas manuscritas en las que se leen frases como “bien hecho” o “esto es intolerable”. Pero, ¿sigue Bannon hablando de manera frecuente con Trump?
“No quiero hablar de todas las conversaciones, pero mi contacto con el presidente es el suficiente como para que no haya separación entre War Room y el presidente Trump. Si sigues War Room, verás muchas cosas que aparecen en los discursos y en sus publicaciones de Truth Social”, aseguraba Bannon.
“Él habla de 'mi gente', pero en verdad su gente nunca ha tenido una plataforma mediática que también sea interactiva, donde puedan participar y sacar cosas. La Fox es muy pasiva, y muy del Partido Republicano tradicional. Siempre sigue la línea neoconservadora, nunca ha habido una guerra que no le gustara. Si habla del tema de la frontera fue por los índices de audiencia”, dice.
Bannon ha llegado a una edad en la que la mayoría de la gente se plantea la jubilación. Pero en vez de eso tiene por delante unas ambiciones que trascienden unas elecciones presidenciales. ¿Por qué? “Mire, de joven entregué ocho años de mi vida al servicio del país”, asegura. “Vengo de una familia de clase trabajadora, con dos hijos que fueron oficiales de la marina y nietos que fueron a la academia militar West Point y sirvieron en el ejército”.
“Esto es servicio al país. Vengo de un entorno relativamente humilde, la mejor gente de la tierra, y esa gente se merece una oportunidad. Creo en este país, creo en esa gente y creo en el hombre pequeño de todo el mundo. Es una vocación y me encanta, no se me ocurre otra forma de pasar el tiempo. Seguiré haciendo esto hasta que me saquen de aquí con las botas por delante”, asegura.
Traducción de Francisco de Zárate
(Este artículo ha sido actualizado por elDiario.es para incluir la entrada en prisión de Bannon en julio. La entrevista se hizo antes).
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