¿Hará Trump un llamamiento a la concordia o echará sal en las heridas tras el tiroteo? Las primeras reacciones apuntan a lo segundo
Será el nuevo fetiche para todo acólito de Donald Trump. La imborrable imagen del ex presidente estadounidense, con la oreja ensangrentada y el puño en alto mientras los agentes del Servicio Secreto tratan de apartarle a toda prisa de las balas de un posible asesino, ya se ha convertido en una camiseta de 35 dólares con una sencilla leyenda: “¡Lucha! ¡Fight! Lucha!”.
Las palabras están tomadas de Trump, mientras era sacado del escenario tras el tiroteo que dejó un muerto –además del atacante– en un mitin de campaña en Butler, Pensilvania, el sábado. Sus partidarios respondieron con cánticos de “¡USA! ¡USA!” y dirigiéndose airadamente contra los medios de comunicación, señalando con el dedo a los periodistas.
En un instante, las elecciones presidenciales de 2024, a sólo 115 días de distancia, y el propio futuro de Estados Unidos se habían transformado. Una nación dividida se enfrenta a la amenaza de un recrudecimiento de la violencia política y de la hostilidad hacia la prensa. En un país plagado de armas, algunos temían que el sábado se produjeran los primeros disparos de una segunda guerra civil estadounidense.
Trump, el showman de siempre, que dijo en las redes sociales que sintió cómo la bala le “desgarraba” la piel, fue aclamado por sus bases como luchador, mártir y mesías. Su fotografía, viral, se está utilizando para proyectar a este hombre de 78 años como una fortaleza en contraste con Biden, de 81 años, cuya débil actuación en el debate provocó llamamientos de su propio partido para que abandonara la carrera hacia la Casa Blanca.
Los beneficios políticos fueron inmediatos. Los multimillonarios Elon Musk y Bill Ackman apoyaron a Trump. Jake Paul, una personalidad de YouTube, tuiteó: “Si no es suficientemente evidente quién quiere Dios que gane... cuando tratas de matar a los ángeles de Dios y salvadores del mundo sólo los haces más grandes”.
La campaña de Trump también aprovechó la oportunidad para alimentar la narrativa de persecución del delincuente convicto, enviando un mensaje de texto de recaudación de fondos que decía: “No van a por mí, van a por ti”.
Brad Bannon, estratega demócrata, declaró a la agencia de noticias Reuters: “El intento de asesinato crea simpatía por Trump. También confirma la idea a los votantes de que algo está fundamentalmente mal en esta nación, que es una idea que impulsa el apoyo hacia él.”
Es probable que el atentado impulse las apariciones de Trump esta semana en Milwaukee, en la convención nacional republicana, mientras acepta la nominación presidencial de su partido, consolidando el sentimiento de agravio que sus partidarios ya sienten hacia las élites políticas de la nación.
El discurso de Trump del próximo jueves por la noche podría ser un punto de inflexión crítico, una oportunidad televisiva en horario de máxima audiencia para hacer un llamamiento a la unidad y la sanación, o para sembrar la división y echar sal en las heridas. Ian Bremmer, politólogo y presidente del Eurasia Group, dijo a CNN que no es optimista, señalando que la “reacción inicial de Trump cuando se levantó –y fue una imagen increíblemente poderosa que vamos a ver durante meses– fue lucha, lucha, lucha. Ese es su instinto”.
Bremmer añadió: “Cada fibra de este hombre es que va a luchar contra sus enemigos y sí, su enemigo es el hombre muerto, el veinteañero que intentó asesinarle. Pero creo que Trump cree que su enemigo es Joe Biden, su enemigo son los miembros de la prensa, algunos de los cuales le han estado llamando Hitler, su enemigo es la gente del otro lado del espectro político que quiere destruirle”.
Aún se desconoce la motivación del autor de los disparos. El sospechoso, Thomas Matthew Crooks, de 20 años, de Bethel Park (Pensilvania), estaba inscrito como republicano, según los registros electorales del estado. Anteriormente había hecho una donación de 15 dólares a un comité de acción política que recauda dinero para políticos demócratas y de izquierdas.
Su agresión se produjo en el contexto del mayor y más sostenido aumento de la violencia política en Estados Unidos desde la década de 1970. De 14 ataques políticos mortales desde que partidarios de Trump irrumpieron en el Capitolio estadounidense el 6 de enero de 2021, en los que el autor o sospechoso tenía una clara inclinación partidista, 13 fueron agresores de derechas. Uno era de izquierdas.
Los miembros del Congreso han sido blanco de los ataques: La policía del Capitolio de EEUU abrió 8.008 casos de evaluación de amenazas en 2023, un aumento de más de 500 respecto al año anterior. Una reciente encuesta de opinión de PBS NewsHour/ NPR/ Marist reveló que uno de cada cinco adultos cree que los estadounidenses podrían tener que recurrir a la violencia para volver a encarrilar su propio país.
Los líderes políticos intentaron apagar las llamas durante el fin de semana. Biden, poniendo su campaña en pausa, dijo que ese tipo de violencia no tiene cabida en Estados Unidos y llamó por teléfono a su oponente, al que se refirió como “Donald”, un cambio notable respecto al rencor palpable entre los hombres en su primer debate en Atlanta. Trump utilizó las redes sociales para pedir a los estadounidenses que “permanezcan unidos” y muestren su “verdadero carácter”.
Y el republicano Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, declaró al programa Today. de la cadena NBC: “Tenemos que bajar la retórica. Tenemos que bajar la temperatura de este país. Necesitamos líderes de todos los partidos, de ambos bandos, que lo pidan y se aseguren de que eso ocurre para que podamos seguir adelante”.
Pero Trump ha utilizado regularmente un lenguaje violento, degradante e incluso apocalíptico con sus seguidores, advirtiendo de un “baño de sangre” si no es elegido y diciendo que los inmigrantes en EEUU ilegalmente están “envenenando la sangre de nuestro país”. Tras el tiroteo, sus asesores y aliados dieron la vuelta al guión contra Biden, sugiriendo que fue la demonización del candidato republicano lo que provocó el intento de asesinato.
JD Vance, un senador de Ohio que se perfila como el compañero de Trump en la convención de esta semana, publicó en X: “Lo de hoy no es un incidente aislado. La premisa central de la campaña de Biden es que el presidente Donald Trump es un fascista autoritario que debe ser detenido a toda costa. Esa retórica llevó directamente al intento de asesinato del presidente Trump”.
El senador Tim Scott, de Carolina del Sur, publicó un mensaje similar, mientras que Mike Collins, congresista republicano de Georgia, tuiteó: “El fiscal republicano del condado de Butler, Pensilvania, debería presentar inmediatamente cargos contra Joseph R Biden por incitar a un asesinato”.
Chris LaCivita, codirector de la campaña de Trump, dijo en X que “durante años e incluso hoy, activistas de izquierdas, donantes demócratas y ahora incluso Joe Biden han hecho comentarios repugnantes y descripciones de disparar a Donald Trump... ya es hora de que rindan cuentas por ello... la mejor manera es a través de las urnas”.
Al parecer, LaCivita se refería a recientes declaraciones de Biden realizadas en el contexto de pedir a sus partidarios que se centraran en derrotar a Trump y no en su propia actuación. “Ya está bien de hablar del debate, es hora de poner a Trump en una diana”, dijo Biden, que siempre ha condenado cualquier tipo de violencia política.
Algunos compararon a Estados Unidos con un polvorín. Con la desinformación y las teorías de la conspiración pululando por las redes sociales, el ambiente era muy diferente al de traumas nacionales pasados, como el intento de asesinato del presidente Ronald Reagan en 1981 y los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Bremmer declaró a la CNN: “La respuesta aquí tiene que ser como la del 11 de septiembre. Tiene que ser algo en lo que todos se unan y digan: esto no se sostiene, todos somos estadounidenses juntos. Me temo que va a ser mucho más como el 6 de enero, donde habrá un gran número de personas que convertirán en arma lo que acaba de suceder y seguiremos tribalizándonos como país y la gente no aceptará que la gente del otro lado del pasillo...”.
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