Hungría tiene a Victor Orbán en el poder. En Italia gobierna la Liga Norte. En Polonia, los ultras de Ley y Justicia. Y, ahora, en el paraíso de la socialdemocracia, en el modelo del Estado del Bienestar, el partido ultra, Demócratas Suecos, de Jimmie AÌkesson, se dispara en Suecia.
La extrema derecha se aúpa hasta el tercer puesto con el 17,6% de los votos (4,7 puntos más que hace cuatro años), según el 99% escrutado –con un 84% de participación–, menos de lo que le daban las encuestas a las 20.00 y sus expectativas, pero siguiendo la progresión de las últimas dos décadas.
En los últimos 130 años, la socialdemocracia sueca, del primer ministro Stefan Löfven, ha gobernado el país salvo en un periodo de 15 años. Y, ahora, se enfrenta al ascenso de la extrema derecha. Suecia, como en la mayoría de los países del norte de Europa, suele ser gobernada por uno de los dos bloques: el rojiverde, liderado por los socialdemócratas y apoyado por La Izquierda y el Partido Verde; y el de centro derecha, formado por Moderados, Liberales y Democristianos.
De acuerdo con los datos oficiales al final del escrutinio, la igualdad entre bloques es total. El bloque de centroizquierda, en el Gobierno, sumaría un 40,7%, repartidos entre el partido más votado este domingo, el Socialdemócrata (28,3%, 2,8 puntos menos que hace cuatro años), La Izquierda (7,9%, 2,2 puntos más) y Verdes (4,4%, 2,4 puntos menos). En total, 144 escaños de 349: 101 de los socialdemócratas; 28 de la Izquierda y 15 de los ecologistas.
Este dato es el peor resultado de los socialdemócratas desde 1982.
Enfrente, el centroderecha tradicional sumaría el 40,3%: Moderados (19,8%, caen 3,5 puntos); Centro (8,6%, suben 2,4 puntos); Liberales (5,5%, suben 0,1 puntos) y Democristianos (6,4%, crecen 1,8 puntos). El reparto en escaños es el siguiente: 70 de los moderados; 31 de los centristas; 19 liberales y 23 democristianos. En total, 143 escaños.
El que más ha crecido, aunque haya quedado tercero, es el partido de extrema derecha Demócratas Suecos, que ha crecido 4,7 puntos hasta el 17,6% de los votos y se ha convertido en el tercer partido del país, a escasos dos puntos de los moderados, con 62 escaños.
Los resultados definitivos se conocerán el miércoles, tras el recuento del voto del exterior, con 300.000 censados.
Como en toda Europa, las elecciones suecas han estado marcadas por el discurso xenoÌfobo y contrario a la migración, y el partido de extrema derecha Sverigedemokraterna (DemoÌcratas Suecos) está consiguiendo cada vez maÌs reÌdito electoral. Si no se puede revalidar la alianza de bloques tradicional, se abren posibilidades inéditas en Suecia.
El primer ministro sueco, Stefan Löfven, ha dado por superada las alianzas de bloques, dando a entender que podría acercarse a centristas, democristianos o liberales para afianzar su gobierno.
Hay quien ha especulado con una gran alianza socialdemócratas y moderados –sumarían el 48% de los votos–: esta alianza jamaÌs ha tenido lugar en Suecia pero ya ha surgido en otros paiÌses europeos ante el auge de la extrema derecha.
Se ha llegado a considerar un bloque de derecha y extrema-derecha formado por moderados, demócratas suecos y democristianos –44% de los votos–. Sin embargo, parece menos probable ya que de momento todos se han manifestados a formar gobierno con los ultras por sus poliÌticas racistas y sexistas.
En Suecia, los gobiernos no necesitan mayoría para gobernar, sólo deben evitar enfrentarse a una. Pero si los partidos de centroizquierda y de centroderecha dominantes se unen en el Parlamento y juntos alcanzan el 40% de los votos, cualquier Gobierno que se forme tendrá que negociar con la oposición o con la extrema derecha para poder aprobar legislación.
Orbán, Salvini, Marinne Le Pen, Jimmie AÌkesson venden 'seguridad' a sus electorados, como Donald Trump separando familias en la frontera sur, para ser 'great again', y lo hacen apareciendo como outsiders del sistema, de esa eurocracia que paga a Turquía para que se quede con los migrantes de oriente y deja sin puerto a quienes van a la deriva por el Mediterráneo.
El núcleo político que sostiene la actual arquitectura de la UE lo componen populares, socialdemócratas y liberales, cuya respuesta, que apunta a argumentario duradero hasta las elecciones europeas, es el de la pinza de los populismos, los de extrema derecha y los de izquierdas, aunque unos hagan bandera del “refugees go home” y los otros defiendan el “refugees welcome”.