Una nueva grieta que amenaza la cohesión del Reino Unido: aumenta el apoyo a la independencia de Gales
La princesa Leonor tendrá difícil dejar de lado los agitados debates sobre la independencia durante su estancia de dos años en un exclusivo colegio del sur de Gales. La salida del Reino Unido de la Unión Europea no solo ha reabierto conflictos territoriales que hasta el Brexit habían quedado aparcados durante un par de décadas, como el de Escocia o Irlanda del Norte, sino que también ha desenterrado las ansias de secesión del pequeño país celta en el que la heredera al trono de España cursará el bachillerato a partir de agosto.
El independentismo en Gales, un territorio similar al de Galicia con poco más de tres millones de habitantes y que aporta un 3,4% del PIB del Reino Unido, ya cuenta con el apoyo de un 25% de su población, de acuerdo con la empresa de sondeos YouGov. Aunque un 53% todavía se muestra claramente contrario a la separación, las últimas encuestas comienzan a causar inquietud en el Gobierno británico por la comparación con los resultados de 2016, cuando la independencia solo tenía el respaldo del 15% de los galeses y la oposición del 65%.
El crecimiento del soberanismo galés desde el referéndum sobre el Brexit ha atraído la atención de los medios británicos en los últimos meses y cada vez son más las voces de todo el espectro ideológico que llaman a no subestimar la tendencia que arrojan los sondeos, especialmente si se tiene en cuenta el precedente de Escocia. Todo ello ha llevado la semana pasada a crear un comité interministerial, presidido por el primer ministro británico, Boris Johnson, con el objetivo de contener el auge independentista a menos de dos meses de las elecciones a los parlamentos de Escocia y Gales.
“En 2012, también había un 25% de escoceses que apoyaban la independencia. Dos años más tarde, votaron a favor de ella el 44% en un referéndum y las últimas encuestas ya muestran una victoria sostenida de los independentistas”, advierte Roger Awan-Scully, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Cardiff, la capital de Gales.
El Brexit, una de las causas
A su juicio, la gestión que se ha hecho de las negociaciones del Brexit así como el tratado comercial acordado por Johnson in extremis con Bruselas, explican en buena parte el ascenso del sentimiento nacionalista. A pesar de que Gales votó en 2016 a favor de salir de la UE con el respaldo del 52% de la población, el profesor cree que el escenario post Brexit ha hecho del Reino Unido un país “menos atractivo” para muchos galeses defensores de permanecer en la UE, dibujándose la independencia como una posible vía para reingresar en el mercado común.
“El principal motivo de peso contra la independencia siempre fue que el Reino Unido garantizaba estabilidad y seguridad. Después de tres o cuatro años de negociaciones, y con el acuerdo que finalmente se consiguió, este argumento ha perdido fuerza para muchos”, recalca Awan-Scully.
La gestión de la pandemia en Gales, donde el Gobierno autónomo tiene cedidas las competencias de Sanidad, es otro de los motivos detrás de la creciente simpatía hacia mayores cuotas de autogobierno. El primer ministro galés, el laborista Mark Drakeford, ha capitaneado el confinamiento de la región durante la crisis de la COVID-19, con libertad para alejarse de las restricciones adoptadas en el resto del Reino Unido. Su gestión de la pandemia ha sido la mejor para un 53% de los galeses, en comparación con un 13% que opinan que Boris Johnson hizo mejor las cosas en Inglaterra que Drakeford en Gales, de acuerdo con una encuesta de YouGov en diciembre.
“La crisis de la COVID-19 ha dado a la gente seguridad en la capacidad de Gales para gestionar sus propios problemas”, explica Siôn Jobbins, presidente de YesCymru, una plataforma no partidista y pro independencia que dice haber pasado de 2.000 afiliados a 17.000 en el último año.
A pesar de que Gales cuenta con una identidad cultural muy marcada y una lengua propia que sólo sabe hablar el 30% de la población, Jobbins cree que la creciente adhesión a la causa independentista parte de una visión “más pragmática y de tener un gobierno eficaz” antes que de un retorno a las raíces culturales o nacionales de Gales. “Se puede ser nacionalista y gustarte la cultura británica, sus series y su música, pero para eso no hace falta un Parlamento común. Podemos consumir todo eso en Netflix o Spotify, como se hace desde otros países”, asegura.
Más simpatía entre los jóvenes
El apoyo a la independencia ha brotado con más fuerza entre aquellos que convivieron la mayor parte de su vida con las instituciones autónomas de Gales. Pese a que el Reino Unido reconoce a Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte como las cuatro “naciones” (las llaman “nations”) que componen el Estado, la historia de los parlamentos y gobiernos regionales es muy reciente. En 1997, justo al comienzo del mandato del laborista Tony Blair, los galeses respaldaron en un referéndum crear sus instituciones políticas propias, un proceso que los británicos conocen como devolution (“devolución” de competencias), aunque con un porcentaje de apoyo del 50,3%.
Hoy, la media de edad de cualquier manifestación por la independencia tiende a la baja, al igual que lo hacen los nuevos integrantes de la plataforma Yes Cymru. “Los mayores de 50 años tienen un vínculo emocional con el Reino Unido. Esa gente recibió vivienda, educación, acceso a la Universidad y trabajo gracias al Gobierno británico. Si tienes menos de 50 o 40 años la pregunta que te haces es: ¿qué ha hecho el Reino Unido por mí?”, asegura Jobbins.
La profesora de Políticas Públicas en la Universidad de Cardiff y experta en el funcionamiento de la autonomía galesa Laura McAllister confirma el arraigo del movimiento entre las nuevas generaciones. “Los jóvenes nacieron con la autonomía, tienen menos reticencias a abrir ese debate”, asegura. En su opinión, el punto de inflexión de un potencial intento de separación galés lo marcará Escocia y la posible celebración de un segundo referéndum de independencia. Si, en caso de celebrarse una consulta pactada con Londres, los escoceses deciden salir del Reino Unido, la académica anticipa un cambio radical de actitud entre los galeses hacia la marca UK. “Se perderían los supuestos beneficios de formar parte del mismo estado. Sería como un monstruo Frankenstein, con un desequilibrio enorme en favor de Inglaterra”, asegura.
McAllister cree que el futuro de la unión pasa por ahondar en la descentralización de los cuatro territorios que componen el país (Inglaterra, Gales, Escocia e Irlanda del Norte) aunque advierte que el término “independencia” puede tener, al menos en Gales, diferentes significados: desde crear un estado propio a apostar por un sistema federal. “Si la salida es federal, tiene que contar con Escocia, aunque mucho me temo que los escoceses ya hayan ido un paso más allá”, asegura.
La cuestión territorial centrará la agenda política británica en los próximos meses. Galeses y escoceses tienen cita con las urnas en mayo para renovar sus parlamentos. Las encuestas para Escocia anticipan una victoria del Scottish National Party, la formación de la actual primera ministra, Nicola Sturgeon, que presentará como su principal compromiso electoral la convocatoria de un nuevo referéndum de independencia. Johnson ya anunció su oposición a una consulta pactada, ya que la última se celebró hace sólo seis años. Sturgeon, al contrario, considera que las condiciones han cambiado con la salida de Reino Unido de la UE y que es el momento de otro referéndum.
Con la sombra de Cataluña muy presente en el debate escocés, el pulso entre ambos líderes está comenzando a generar tensiones dentro del independentismo, con algunos sectores dispuestos a apoyar una vía más unilateral, y también entre algunos colegas conservadores de Johnson, que no verían democráticamente justificable bloquear desde Londres una consulta si el SNP gana los comicios de mayo con mayoría absoluta.
Elecciones en mayo
En Gales, la convocatoria de un referéndum todavía suena a algo muy lejano, pero el aumento de las simpatías hacia la independencia está sacudiendo ligeramente el tablero político del país a dos meses de las elecciones al Senedd, el Parlamento galés.
Los últimos sondeos muestran un ligero repunte del partido conservador y los nacionalistas del Plaid Cymru, pero el verdadero debate se está dando dentro del partido laborista, que aunque baja algo en las encuestas, se mantendría como primera fuerza, como viene ocurriendo desde hace un siglo en Gales. En torno a un 45% del electorado laborista defiende a día de hoy la independencia, de acuerdo con los últimos estudios de opinión, algo que preocupa al actual primer ministro Mike Drakeford y a su popular predecesor, Carwyn Jones, quienes ven en la mala gestión del Brexit y el rechazo a la figura de Boris Johnson las principales causas de la creciente “curiosidad independentista”.
“Personalmente, no veo ventajas con la independencia. Muchos dicen que sería una forma de firmar nuestro propio acuerdo con la UE y tener acceso al mercado común. El problema es que nuestro principal mercado, como país, es Inglaterra”, aseguró Jones en una entrevista reciente con la BBC.
A diferencia de en Escocia, el laborismo galés ha sabido forjar una identidad con más autonomía de Londres, lo que ha cortado el paso al Plaid Cymru. “Un 30% del electorado tiene simpatía por ambos partidos. Plaid podría ganar terreno a costa de los laboristas, aunque el contexto de la COVID-19 no es el mejor para ellos. La campaña va a girar más alrededor de la gestión de la pandemia en los medios y menos en el puerta a puerta, que es donde los nacionalistas pueden sacar más ventaja”, asegura el profesor Awan-Scully.
El debate está polarizando posturas también en el campo de la derecha. Los conservadores galeses, después de años respaldando la devolución de competencias, han respondido a la crisis territorial girando hacia posiciones más centralistas, con muchos de sus candidatos a los comicios de mayo respaldando la abolición del Parlamento de Cardiff y la devolución de competencias a Londres.
¿Hasta dónde podrá llegar ahora el independentismo? “Es la gran pregunta”, responde Laura McAllister. Desde 1979, cuando la propuesta de crear una Asamblea galesa fue rechazada en referéndum con el 80% de los votos, el apoyo social a un mayor autogobierno no ha parado de crecer. “Si el independentismo logra calar entre los más jóvenes, la cuestión galesa habrá llegado para quedarse y probablemente podamos comenzar un debate más riguroso sobre el futuro del país”, sentencia McAllister. Eso sí, siempre con un ojo puesto en lo que ocurra en Escocia.
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