Tras un largo debate, el Parlamento heleno ha aprobado un proyecto de ley que legaliza el matrimonio entre las parejas del mismo sexo, un paso histórico que convierte a Grecia en el primer país cristiano ortodoxo del mundo en legalizar estos enlaces. El resultado ha sido: 176 votos a favor, 76 en contra, y 46 abstenciones. “Estamos orgullosos porque el proyecto de ley que aprobamos es un hito para los derechos humanos y refleja la Grecia de hoy: un país progresista, democrático, comprometido con los valores europeos”, ha señalado el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis en la red social X (antes Twitter).
La ley no solo contempla el matrimonio, sino que garantiza una serie de derechos en asuntos familiares para la comunidad LGTBI que hasta ahora no habían sido contemplados, como el reconocimiento como tutores legales a progenitores no biológicos del mismo sexo o la posibilidad de adoptar. Hasta ahora, las parejas homosexuales solo tenían derecho a contraer uniones civiles, consagrado en una ley presentada en 2015 por el entonces primer ministro, Alexis Tsipras.
En una de sus primeras intervenciones en el Parlamento, el primer ministro conservador, Kyriakos Mitsotakis, ha asegurado que esta nueva ley “pondrá fin a la desigualdad”, “hará visibles a muchas de las personas que tenemos alrededor” y “protegerá los derechos de los niños”. Mitsotakis –que se ha enfrentado a un gran revuelo en las filas de su partido, Nueva Democracia, por impulsar la medida– considera que el proyecto ha quedado estos días “empañado por mitos y exageraciones”. También ha hecho referencia a la necesidad de una “sociedad inclusiva” y la “modernización” de las instituciones del país.
Por su parte, Stefanos Kasselakis, el líder del principal partido de la oposición, el izquierdista Syriza, lleva días señalando que se trata de un proyecto de ley “imperfecto”, que, no obstante, supone un “gran paso adelante” para la sociedad helena. Kasselakis había advertido ya hace algunas semanas de que iba a imponer la disciplina de partido, algo que no sentó bien en parte de las filas progresistas. Este miércoles, lo volvió a repetir: “Habrá consecuencias para quien vote en contra o se abstenga”.
Un Parlamento dividido
Pocas sorpresas en Nueva Democracia, el partido que gobierna el país desde el año 2019 y que tan solo hace unos meses revalidó el mandato con mayoría absoluta. El ex primer ministro y una de las caras más visibles de la formación conservadora, Antonis Samaras, ha votado en contra, como llevaba días anunciando. La oposición de Samaras al proyecto de ley fue inmediata tras su publicación y durante una dura intervención parlamentaria ha asegurado que “es peligroso”, ya que puede “abolir la familia nuclear de padre y madre”. Otras figuras importantes del partido, como el ministro de Estado, Makis Voridis, habían anunciado su abstención. Al final, en las filas del partido conservador, 107 diputados han votado a favor de la ley, 20 diputados han votado en contra y 31 diputados se han abstenido, lo que refleja un cambio de actitud respecto a las posturas iniciales. En un principio, se había calculado, en base a las declaraciones de diferentes diputados, que la mitad del gobierno se abstendría.
A favor de la ley también han votado Syriza, los socialdemócratas del Pasok, con 11 abstenciones (un tercio de sus diputados), y los partidos Rumbo a la libertad y Nueva Izquierda, escisión reciente de Syriza. En contra han votado los partidos de la ultraderecha: Niki, de ideología ultrarreligiosa y ultraconservadora; Espartanos, de ideología neonazi y Solución Griega, de corte ultranacionalista y religioso.
De hecho, desde el momento en que Mitsotakis anunció su voluntad de modificar la normativa, hace unas cuatro semanas, han tenido lugar algunas manifestaciones en contra de ley, organizadas por grupos religiosos ortodoxos afines a la derecha radical. El domingo pasado, unas 4.000 personas, según fuentes policiales, se reunieron en la plaza Syntagma de Atenas, frente al Parlamento heleno, para protestar contra la nueva ley, mientras que la poderosa e influyente Iglesia ortodoxa griega ha leído comunicados en contra del proyecto en las misas dominicales.
También ha votado en contra el Partido Comunista (KKE). En un comunicado anterior a las votaciones, los comunistas ya habían asegurado que la “primera razón básica” de su negativa “a ampliar el matrimonio civil a las parejas del mismo sexo, que establece el cuidado parental compartido, es la comercialización de la procreación y la maternidad”. “Una segunda razón, igualmente básica e interrelacionada, es que en la práctica, los artículos del proyecto de ley eluden el derecho social del niño a la relación de maternidad-paternidad como relación biosocial en evolución”, agregaron.
Décadas de reivindicación
“Estamos abrumados. Lo que ha sucedido es un gran paso para Grecia. Aún no nos lo podemos creer. Y esto es solo el principio. Con esta nueva legislación se abren otras puertas para nuevos avances, sobre todo en lo referente al tema de los hijos y las hijas. El proyecto de ley contempla el matrimonio entre personas del mismo sexo pero también es muy positivo parar los críos de estas parejas”, dice Georgia Kalantzi, una de las portavoces de Rainbow Families Greece, una ONG que trabaja por los derechos de las parejas LGBTQI+ y sus familias. Habla con conocimiento de causa: ella misma y su pareja, que tienen un hijo de tres años y medio, habían pensado en irse del país, puesto que la legislación no contemplaba los derechos de las progenitoras. “El niño iba creciendo y no le veíamos solución al tema legal”, dice.
“Creo que a lo largo de los próximos meses, continuaremos viendo avances, porque por ejemplo, aún quedan pasos por dar respecto a los derechos de las personas transexuales”, explica. Como ella, el resto de la comunidad LGTBQ griega está sorprendida de que estos avances se hayan dado desde un gobierno conservador como el de Nueva Democracia. “Nos quedamos muy sorprendidos cuando Mitsotakis anunció que sería uno de los proyectos de su mandato, pero aún nos ha sorprendido más la celeridad con la que se ha puesto manos a la obra”. Respecto a la postura de la iglesia ortodoxa, “no ha habido sorpresas; los clérigos han tenido la reacción que esperábamos”, concluye.
Durante décadas, el matrimonio civil entre parejas del mismo sexo ha sido una de las reivindicaciones principales de la comunidad LGTBI en el país heleno. Sin embargo, el matrimonio entre personas del mismo sexo, reconocido en 15 Estados miembros de la UE, continúa siendo motivo de cisma en la sociedad griega, donde persiste la influencia de la conservadora Iglesia ortodoxa.
“La sociedad griega tiene que hacer frente a dos temas distintos. Por un lado, el tema del matrimonio, y por el otro, el tema de las criaturas. Tengo la sensación de que el problema no es lo primero, sino lo segundo”, explicaba hace unos días el abogado Vassilis Sotiropoulos. “En este momento se producen dos tendencias: la de la gente que no tiene problema en aceptar el paquete completo de la ley que permitirá los matrimonios y el reconocimiento de los vínculos familiares con las criaturas, así como la adopción por parte de parejas del mismo sexo; y la de la gente que ve con buenos ojos que las parejas LGTBIQ+ se casen pero que no están de acuerdo con los aspectos referentes a las maternidades y las paternidades. Para esto segundo, aún hay una parte de la sociedad griega que no está preparada para el debate”.
Si bien garantiza los derechos parentales, la nueva ley no contempla que las parejas del mismo sexo puedan optar a los tratamientos de reproducción asistida y a la gestación subrogada, como sí ocurre con las parejas heterosexuales que no pueden concebir de manera biológica. Esta última ha sido una de las cuestiones más polémicas en el debate alrededor del proyecto de ley.