1 de noviembre de 2011. El Gobierno griego de Yorgos Papandreu hace pública de forma inesperada la destitución de la cúpula militar. A la traumática gestión del poder por el Pasok sólo le quedan unos días de vida y unos meses antes de su espectacular fracaso en las urnas –perderá 30 puntos en mayo de 2012–, pero en ese final surgen rumores según los cuales el Ejército está dispuesto a intervenir en política por la fuerza.
La idea de que un país de la UE sufra un golpe de Estado parece impensable, como de otra época. En mitad de un hundimiento como el sufrido por la economía griega, casi cualquier cosa es posible y resulta hasta lógico que surjan conspiraciones o rumores. Y sin embargo, uno de los periódicos más respetados del país ha dedicado un amplio reportaje a esta amenaza, aunque ha jugado sobre seguro con el titular: “El golpe de Estado que no ocurrió”.
El periódico es To Vima, fundado en 1922 y convertido en semanario dominical a causa de la crisis en 2011. De ideas de centroizquierda, tiene un gran acceso a los políticos del Pasok. El hecho de que haya decidido publicar ese artículo ya es bastante significativo.
Según To Vima, la destitución y paso a retiro de los cuatro altos mandos militares fue clave para impedir una intervención militar, aunque también es posible que se tratara sólo del miedo del Gobierno a algún tipo de pronunciamiento o presión militar. Eso no quiere decir que el golpe fuera inminente, pero sí que el descontento de la jerarquía militar estaba alcanzando niveles sin precedentes.
Ocurrió al día siguiente de la propuesta de Papandreu de celebrar un referédum para conocer la voluntad popular sobre el rescate europeo y los planes de austeridad. La idea fue criticada dentro y fuera de Grecia, y término siendo el prólogo de la dimisión del político del Pasok.
“La decision de reemplazar (a los mandos militares) se relacionó también con los abucheos a políticos durante los desfiles del 28 de octubre de 2011 y que culminaron en la cancelación del desfile militar en Tesalonika y los abucheos al presidente de la República”, cuenta To Dima. “Estos incidentes hicieron pensar al primer ministro que existía un proceso de desestabilización política con la intención de derrocar al Gobierno y propiciar una intervención militar”.
Este fin de semana la oficina de Papandreu emitió un comunicado negando cualquier verosimilitud a esta tesis. Papandeu niega “haber sido consciente” de la amenaza de un golpe. El jefe de las Fuerzas Armadas dice que se trata de una interpretación “insultante” para los militares.
Las sospechas sobre la conducta de los militares a finales de 2011 se centraron en el general Fragkulis Fragkos, jefe del Ejército de Tierra, uno de los destituidos. Hay un hecho que parece desmentir las supuestas tentaciones golpistas de este militar. Si tan peligroso era, ¿por qué fue nombrado ministro de Defensa en el corto Gobierno de transición que dirigió el país entre las elecciones de mayo y junio de 2012? En cualquier caso, si los militares podían ser un problema, era mejor tener al ya exgeneral Fragkos dentro del Gobierno que fuera.
Otro de los miembros de esa cúpula militar destituida es ahora viceministro de Defensa en el Gobierno de coalición que preside el conservador Antonis Samaras.
Se sabe que las relaciones personales entre Fragkos y el entonces ministro de Defensa, Panos Beglitis, del Pasok eran malas. Fragkos tenía muchos contactos con organizaciones religiosas y nacionalistas para las que el Ejército es una de las dos instituciones más importantes del país (la otra es la Iglesia ortodoxa). Algunos de esos grupos, al igual que asociaciones de militares retirados, estaban detrás de los incidentes en que las autoridades del país fueron abucheados.
El artículo del periódico incluye testimonios preocupantes sobre esos contactos menos y otros menos alarmistas. Un político de un partido conservador cuenta de forma anónima que un militar retirado le preguntó si aceptaría un puesto en un Gobierno de transición dirigido por militares. Un alto cargo del Pasok duda de la entidad de ese riesgo golpista: es más fácil que los militares se unan al final de un proceso de desestabilización que se decidan a promoverlo desde el principio.
Todo esta telaraña de sospechas y conspiraciones, reales o ficticias, quedó finiquitada cuando Papandreu presentó la dimisión el 10 de noviembre, días después del fracaso de su propuesta de referéndum.
Fue sustituido por el exvicepresidente del Banco Central Europeo Lucas Papadimos al frente de un Gobierno de tecnócratas.
Grecia tiene un presupuesto anual de Defensa de 4.600 millones de euros, lo que supone un 2,1% del PIB. Es un porcentaje muy superior al de otros países europeos. La media de los países europeos de la OTAN está en el 1,6%. Antes de la crisis, el gasto militar griego superaba el 3,2%. La rivalidad histórica con Turquía y el orgullo nacionalista han justificado todo tipo de dispendios.
El Gobierno sostiene que el gasto en Defensa se ha recortado en un 30%, un nivel similar al de otros ministerios. Al igual que los otros funcionarios, los sueldos de los militares han sufrido un fuerte descenso.
Lo que no ha hecho el alto mando militar es buscar el ahorro en la reducción de efectivos y bases. El país cuenta con 124.000 soldados, un número notable en un país de 11 millones de habitantes. Grecia tiene cerca de 500 bases militares a las que ni los ayuntamientos que se benefician de su cercanía ni el alto mando militar quieren renunciar.
A lo largo de la década pasada, Grecia fue uno de los grandes importadores de armas del mundo. En 2009, se gastó el 28% de su presupuesto de Defensa en la compra de armamento, una cifra mayor que la de EEUU o cualquier otro país de la OTAN.
Una de las mayores facturas pendientes de pago en el Ministerio de Defensa procede de la compra de ese armamento, incluidos submarinos, a Alemania y Francia.