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Opinión - Lección de dignidad. Por Esther Palomera

Guaidó regresa de su gira mundial como símbolo político para la oposición, pero con cada vez menos poder en Venezuela

“Venezuela, juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional”. Con la palma de la mano derecha levantada y la Constitución en la otra, en plena calle y entre vítores, Juan Guaidó se autoproclamaba presidente de Venezuela hace algo más de un año. Aquel día, el 23 de enero de 2019, el presidente de la Asamblea Nacional pasó de ser un político de segunda fila a catapultarse a la escena internacional con el beneplácito de Estados Unidos. Más de 50 países lo reconocieron como presidente legítimo del país latinoamericano, elevando la presión. Para muchos, el Gobierno de Nicolás Maduro tenía los días contados.

Ha pasado un año y Guaidó acaba de poner fin a una gira internacional de 23 días con su aterrizaje este martes en el aeropuerto de Caracas, donde fue increpado y agredido por manifestantes favorables a Nicolás Maduro. “Estamos de vuelta”, dijo en Twitter. Maduro, casi en paralelo, anunciaba más recursos para el sector del transporte. Lo hacía en el Palacio presidencial de Miraflores, de donde Guaidó prometió desalojarlo hace un año.

La realidad es que Guaidó no solo no ha ocupado el poder del palacio presidencial sino que ha perdido el control de la Asamblea Nacional, desde cuya presidencia argumentaba la legitimidad de su proclamación como “presidente encargado”. Este miércoles Guaidó llamaba a una “sesión” que finalmente ha celebrado en una plaza de la capital con un grupo de diputados leales, mientras dentro de la Asamblea se celebraba una sesión oficial. Una vez más, en la calle, sin sede y sin poder de facto, en el terreno de lo simbólico.

Para Gaspard Estrada, director del Observatorio Político de América Latina y el Caribe de la Universidad Sciences Po, en París, esta realidad política “deja en evidencia el fracaso de la estrategia” de Guaidó tras un año de ofensiva. “Hubo un error de análisis del Gobierno de EEUU y sectores de la oposición venezolana que fraguaron esta campaña que concluyó con el nombramiento de Guaidó como presidente de la Asamblea y su autonombramiento como presidente encargado”, agrega en una conversación con eldiario.es. El propio Guaidó ha reconocido que ha cometido “errores” en su estrategia para derrocar a Maduro.

En casa, la postura del chavismo sobre el político opositor puede resumirse en las palabras que el fiscal general, Tarek William Saab, pronunció en los primeros días de su gira mundial, para la que desafió la prohibición de salir del país: “Para qué hablar de ese equis. Él se está ahogando en su propia salsa. Él es la nada”.

Sin embargo, a nivel internacional, Guaidó se ha reunido con líderes como el presidente colombiano Iván Duque, el primer ministro británico Boris Johnson, el presidente francés Emmanuel Macron o el primer ministro canadiense Justin Trudeau. Ha hablado en el Foro Económico Mundial en Davos, ha saludado a sus simpatizantes en lugares como Madrid y tuvo un minuto de gloria durante el discurso sobre el Estado de la Unión de Donald Trump.

“La gira ha sido una bocanada de aire fresco para Guaidó, que ha venido perdiendo apoyo de la población venezolana. Maduro sigue gobernando Venezuela a pesar de todo y Guaidó necesitaba esta salida para tomar oxígeno político. Sin embargo, su liderazgo no tuvo el mismo brillo como el que tuvo hace un año”, sostiene Estrada.

La popularidad del líder opositor se ha desplomado en 12 meses, según datos de la empresa venezolana de encuestas Datanálisis divulgados por AFP, pasando del 63% en enero de 2019 al 39,9% en diciembre. En medio, el fracaso de la operación internacional orquestada por EEUU y Colombia para ingresar por la fuerza ayuda humanitaria o el intento de golpe de Estado del pasado abril, así como acusaciones de corrupción que salpicaron a algunos de sus delegados.

“El mayor error de cálculo de todos, tanto por la oposición venezolana como por la administración de Trump, fue subestimar la resistencia del chavismo. En medio de una situación económica desesperada, y con una población que sufría de desempleo, hambre y represión policial, la popularidad de Maduro había caído en picado (...). Sin embargo, el descontento con Maduro era una cosa, y otra muy distinta apoyar a la oposición venezolana”, defiende Tony Wood, experto en Latinoamérica en este artículo de The Guardian. “El hecho de que EEUU apoyara el intento de golpe de estado de Guaidó fue en sí mismo un factor importante para conseguir apoyo para Maduro: Los venezolanos tienen buenas razones para dudar antes de optar por un gobierno pegado a Miami y Washington”.

En términos similares se expresa el experto de la universidad parisina, que cree que el liderazgo de Guaidó muestra señales de debilitamiento, aunque matiza que considera que “aún no se ha agotado”. “Tiene problemas, porque se vendió muy rápidamente como un liderazgo que podría gobernar Venezuela. Pero muy pronto nos dimos cuenta de que el Gobierno de EEUU, y en particular asesores como John Bolton que le dieron impulso a esta idea, se equivocó en su análisis. No enfocaron sus baterías en dividir al Ejército venezolano, algo que no se llevó a cabo, y eso ha permitido a Maduro mantenerse en el poder”, afirma.

Uno de los últimos golpes a su imagen lo recibió el pasado 5 de enero, cuando el también opositor Luis Parra salió elegido como presidente de la Asamblea Nacional en una sesión a la que no pudieron acceder Guaidó y otros tantos diputados, según denunciaron en aquel momento. Como respuesta, Guaidó organizó una sesión paralela en la redacción de un periódico en la que también salió elegido presidente de la Cámara.

La división en las filas opositoras volvía a debilitar a Guaidó y agravaba aún más la bifurcación institucional: a los dos 'presidentes' y los dos Parlamentos en funcionamiento –la Asamblea Nacional Constituyente, controlada por el Gobierno, y la Asamblea Nacional, controlada por la oposición–, se sumaban dos personas que afirman ser presidentes de la Asamblea Nacional, declarada en desacato por el Tribunal Supremo. La Corte se pronunciará sobre el acto parlamentario del pasado 5 de enero y, por ende, sobre el enfrentamiento entre ambas cámaras, según ha informado el presidente del Supremo.

“Detrás de estas maniobras hay una división muy significativa dentro de la oposición, entre los que siguen comprometidos con el cambio de régimen a toda costa y los que están dispuestos a negociar con Maduro para encontrar algún tipo de solución política a la crisis de Venezuela. Guaidó representa al primer grupo, pero con la estrategia de cambio de régimen estancada, la iniciativa el año pasado comenzó a cambiar al segundo campo”, señala Wood en su artículo.

A pesar del “balón de oxígeno” que, a juicio de Estrada, ha supuesto su gira mundial, el experto dirige su mirada a posibles fisuras en el bloque internacional que lo respaldó durante su autoproclamación. “Hay varios líderes, en particular en Europa, que ven con una visión mucha más crítica esta decisión impulsada por EEUU. Se arrepienten un poco de haber tomado esta decisión. Ningún Gobierno no va a retirar su apoyo a Guaidó, pero mi percepción es que en las cancillerías europeo hay cierto arrepentimiento sobre este hecho, que se hizo de manera demasiado precipitada y no está ayudando a resolver el problema venezolano, que es un país totalmente bloqueado”, sostiene el especialista.

En España, este miércoles, el reconocimiento del Gobierno a Juan Guaidó ha generado un duro debate en el Congreso de los Diputados después de que el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, se refiriera en una primera intervención al dirigente venezolano como un simple “líder de la oposición” a Maduro. Desde el PP se ha aprovechado esa referencia de Sánchez para atacar al Gobierno y acusarle de un cambio de posición que Moncloa ha negado. Fuentes de la Presidencia del Gobierno han apostillado después que Sánchez “ha reconocido oficialmente a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela”.

No obstante, Guaidó sigue encomendándose a este apoyo internacional para buscar legitimidad a nivel interno, insistiendo en que se va a redoblar la presión sobre el Gobierno de Maduro. “Vamos a hacer mucho énfasis con acciones concretas que estamos articulando con todos los países del mundo (...) ya Venezuela y la situación tristemente no da más”, ha dicho antes de comenzar la sesión callejera con sus diputados.