Análisis

Humillado, sacudido y cubierto de sangre: ¿qué hará Hizbulá tras el ataque de los buscas explosivos?

19 de septiembre de 2024 21:56 h

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Los ataques coordinados y sin precedentes con buscas explosivos de este martes, seguidos de las explosiones de 'walkie-talkies' del miércoles, representan la mayor brecha de seguridad que Hizbulá ha sufrido en su historia. Los ataques, atribuidos de forma generalizada a la agencia de inteligencia israelí en el exterior, Mosad, aunque todavía no reivindicados de manera oficial por Israel, plantean un grave dilema para la milicia.

Por una parte, aumentan la presión sobre el grupo para que tome represalias contra Israel, pero por otro lado limitan seriamente sus opciones militares. Los atentados también suponen un duro golpe para la moral y la credibilidad de Hizbulá como grupo armado que presume de tener unos elevados niveles de seguridad. Tras los últimos ataques, Hizbulá ya no puede presumir de ser impenetrable.

Durante décadas, el grupo ha presentado el secretismo en sus operaciones y en su red de comunicaciones como algo necesario para su papel de apoyo a la defensa del Líbano. Por eso insistió en tener una red de telecomunicaciones completamente separada de la red nacional. También es la razón por la que Hizbulá ha defendido sus actividades clandestinas en el puerto y el aeropuerto de Beirut. Ha estado importando y exportando mercancías a través de esas instalaciones gubernamentales, así como a través de la frontera del Líbano con Siria, sin ningún tipo de supervisión o intervención por parte de las autoridades estatales libanesas.

Para minimizar la posibilidad de ser descubierto, Hizbulá solía supervisar todo el proceso de adquisición o venta de mercancías en el Líbano, incluidas armas y drogas. También se ocupaba rápidamente de cualquier persona infiltrada en sus filas. El grupo ejerce una gran vigilancia en sus zonas de influencia del sur del Líbano, el valle de la Becá y Beirut. Estas medidas contribuyen a reforzar la imagen de Hizbulá como un grupo que dirige su propio Estado de alta seguridad dentro del Estado libanés.

Los ataques a través de explosiones de buscas y 'walkie-talkies' de sus miembros han hecho añicos esta imagen. Han demostrado que Hizbulá es vulnerable ante las interceptaciones israelíes no sólo de su red de comunicaciones, sino también de su cadena de suministro. Con un nivel tan alto de exposición, el grupo estará calculando cuidadosamente sus próximos pasos contra Israel. También habrá una paranoia generalizada dentro del grupo respecto a qué más ha podido sabotear Israel. Esto, a su vez, baja la moral entre las filas de Hizbulá.

El nivel de confusión generado por el ataque con buscas se suma a la preocupación existente en Hizbulá por lo que respecta al seguimiento de sus pasos por parte de Israel. Desde el pasado mes de octubre, Israel no ha dejado de atacar a cientos de sus oficiales y comandantes en el sur y el este del Líbano, e incluso en Beirut.

Los hombres de Hizbulá han muerto por ataques israelíes no sólo en el campo de batalla, sino también en casas y vehículos. Cuando Hizbulá se dio cuenta de que Israel podía seguir sus movimientos a través de los teléfonos móviles, dio instrucciones a sus agentes para que utilizaran buscas, ya que esta tecnología menos sofisticada permitía una comunicación más segura.

En el pasado, Hizbulá ha prometido en repetidas ocasiones vengarse de Israel por sus ataques contra el grupo, pero ni siquiera el asesinato por parte de Israel de Fuad Shukr, uno de sus principales comandantes, desencadenó una represalia contundente. Ello se debe en parte a que no le interesa emprender acciones que puedan desembocar en una guerra total con Israel, y en parte a que la vulnerabilidad de su seguridad limita su capacidad para planificar acciones militares.

Los ataques con la detonación de buscas han dejado patente que el nivel de vulnerabilidad es mucho mayor de lo que Hizbulá había calculado. Prácticamente ha paralizado su arsenal militar. Después de todo, cualquier plan militar requeriría el uso de herramientas de comunicación, y se ha demostrado que las de Hizbulá no son seguras.

Israel tiene la opción de utilizar la creciente debilidad de Hizbulá para llevar a cabo una operación militar a gran escala contra el grupo en el sur del Líbano. Sin embargo, Israel no optará necesariamente por esa vía, porque no le beneficia. Hizbulá está acostumbrado a luchar militarmente contra Israel y puede soportar muchas pérdidas en ese sentido: más adelante puede reconstruir su arsenal, como hizo tras su última guerra con Israel en 2006. Estos ataques, sin embargo, actúan como elemento disuasorio en lugar de una acción militar.

El éxito de las últimas acciones beneficiará políticamente al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Netanyahu ha estado sometido a una gran presión pública para asegurar la frontera norte de Israel con Líbano. Ahora tiene la oportunidad de reivindicar estos ataques como un paso adelante concreto y significativo hacia la consecución de ese objetivo. Mientras tanto, Israel continúa con sus ataques militares en el sur del Líbano al mismo ritmo que antes del 17 de septiembre, lo que indica que los ataques de esta semana son un incidente aislado y no parte de un cambio de estrategia más amplio.

Los ataques también socavan el estatus excepcional de Hizbulá en el Líbano como única entidad armada del país aparte de las Fuerzas Armadas Libanesas. Hizbulá ha estado utilizando este estatus para reforzar su posición política en el país. La parálisis operativa que ha provocado Israel abre la puerta a una eventual pérdida política.

Todos estos retos someten a Hizbulá a una presión sin precedentes, ya que querrá salvar su posición política en el Líbano y conservar la credibilidad en su lucha contra Israel. Aunque los próximos movimientos en el conflicto son inciertos, Israel ya ha humillado profundamente a Hizbulá, lo que reduce el margen de maniobra del grupo. Pero mientras no haya un acuerdo de alto el fuego que ponga fin al conflicto de Gaza, sigue sobre la mesa la posibilidad de que tanto Israel como Hizbulá acaben aumentando la magnitud de sus batallas.

Lina Khatib es la directora del Instituto Soas de Oriente Medio y miembro asociado del programa de Oriente Medio y Norte de África de Chatham House.

El líder de Hizbulá acusa a Israel de lanzar una “declaración de guerra”

Hassan Nasrallah, secretario general de Hizbulá, ha acusado a Israel de “cruzar todas las líneas rojas” durante un discurso en televisión emitido este jueves y ha calificado la oleada de explosiones en los dispositivos de comunicación de la milicia como una “declaración de guerra” por parte de Israel.

Al menos 37 personas han fallecido en tan solo dos días en una compleja operación de inteligencia atribuida a Israel, aunque Tel Aviv no se ha pronunciado explícitamente sobre el ataque. Sin embargo, las autoridades israelíes si han anunciado el inicio de una “nueva fase” de la guerra en Líbano. Mientras Nasrallah pronunciaba su discurso, aviones de combate israelíes sobrevolaban la capital provocando explosiones sónicas al romper la barrera del sonido.

“Hemos recibido un duro golpe, pero esto es el estado de guerra y sabemos que el enemigo tiene superioridad tecnológica, especialmente por el apoyo de EEUU y Occidente”, ha señalado Nasrallah que, sin embargo, ha asegurado que este ataque no es una derrota y ha prometido que continuarán los ataques a Israel.

Nasrallah ha reconocido que la operación que ha hecho detonar miles de dispositivos de comunicación de Hizbulá es un golpe “sin precedentes en la historia de la resistencia”. “Esto nos ha hecho más resueltos, más robustos y más inflexibles”, ha añadido.

“Nuestro frente ha sido efectivo y hemos ejercido gran presión sobre el enemigo. La prueba es lo que hace y dice el enemigo”, ha afirmado el líder de la milicia. Este jueves, el jefe del Estado Mayor de la Defensa de Israel ha aprobado planes militares para el frente con Líbano y el periódico Haaretz sostiene que el establishment de seguridad ya ha presentado al Gobierno las implicaciones de una escalada bélica y que están a la espera de las decisiones políticas.