Perfil
La ministra que aspira a cerrar el círculo al frente del socialismo aragonés
Fue la primera mujer socialista candidata al Ayuntamiento de Zaragoza, la primera ministra aragonesa y ahora aspira a convertirse en la primera en liderar el PSOE aragonés, un partido complejo, tendente a los enfrentamientos internos y que en los noventa llegó a convertirse en “el Beirut del socialismo español”. Una formación que solo puede domar un superviviente político, como sucedió con Marcelino Iglesias y después con Javier Lambán.
Ahora, de convertirse en secretaria general del PSOE aragonés, Pilar Alegría (Zaragoza, 1977) traería también una novedad que da cuenta de la importancia que el territorio tiene en este partido: sería la primera persona en más de 30 años que encabezaría la formación sin haber presidido antes una diputación provincial.
A sus 47 años, Alegría completaría al frente del PSOE aragonés un círculo que -tras ser diputada nacional con apenas 31 años- le llevó a la Secretaría de Organización de Javier Lambán en 2014, consejera autonómica con el dirigente ejeano y después designada por él para liderar la candidatura del PSOE en Zaragoza en las municipales de 2019.
Precisamente fue el diseño de la lista electoral en aquellos comicios lo que rompió la relación entre Lambán y Alegría: la aspirante desafió a su secretario general y optó por nombres distintos a los propuestos por la organización. Ante la disyuntiva, Ferraz dio como se preveía su apoyo a la actual ministra y consumó el divorcio entre ambos. La política tiene estas cosas: no mucho antes, Alegría había sido la cara visible en Aragón de Susana Díaz en las fratricidas primarias que ganó Pedro Sánchez.
La ruptura de Lambán con la dirección federal venía en cualquier caso de antes, de 2017, cuando en las primarias que iba a celebrar el partido ese otoño Sánchez lanzó una candidatura alternativa al entonces secretario general, pese a su condición de presidente autonómico. Lambán derrotó a Carmen Dueso y ganó la primera batalla a Ferraz. Pero la guerra continuó.
En las municipales del 19, Pilar Alegría derrotó a Jorge Azcón -algo que el sector de la portavoz del Ejecutivo no va a dejar de repetir en caso de que coja las riendas del PSOE aragonés-, aunque el apoyo del Ciudadanos de Albert Ribera a los populares privó a la vencedora de convertirse en alcaldesa.
Fue una etapa agitada para Alegría, que en apenas medio año pasó por tres cargos: consejera autonómica, concejal en Zaragoza y, desde febrero de 2020, delegada del Gobierno en Aragón. Con este nombramiento de Pedro Sánchez, la zaragozana se confirmó como la antagonista a un Javier Lambán cada vez más enfrentado con Ferraz. El presidente del Gobierno ni siquiera se molestó en consultar con la dirección aragonesa la elección de Alegría. Un síntoma del cisma entre Madrid y Zaragoza: dos años antes, Sánchez y Lambán habían consensuado el nombre de la delegada, entonces Carmen Sánchez.
Además, con su espantada del Ayuntamiento, Alegría descabezó en Zaragoza un grupo municipal diseñado por ella misma, con mucho más peso técnico que político, y dejó el campo abierto para Azcón, ahora presidente del Gobierno de Aragón.
Por entonces, Javier Lambán ocultaba cada vez menos su distanciamiento con las políticas de Pedro Sánchez en el Gobierno central, en la misma medida en que Alegría iba cogiendo fuerza en el Ejecutivo de Sánchez: ministra de Educación, portavoz en la ejecutiva federal del PSOE y portavoz del Ejecutivo central.
Ya plenamente alineada con la federación altoaragonesa frente a las de Zaragoza -controlada por Javier Lambán- y de Teruel -con Mayte Pérez al frente-, Alegría trata ahora de abrir brecha en la provincia zaragozana y en su capital, consciente de que su suerte pasa por ganar suficientes apoyos en la principal bolsa de militantes del PSOE aragonés.
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