Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Los imitadores de Vox: la conexión española en Argentina

Ortega Smith, en una charla en Buenos Aires. Hablo a los jóvenes en el Círculo Militar.

Florencia Alcaraz, Ingrid Beck, Juan Elman, Paula Hernández; Paula Rodríguez, Soledad Vallejos

elDiarioAR —
13 de junio de 2021 10:41 h

5

Construido bajo los cánones del Beaux-Arts francés e inspirado en los palacios Louvre y Chantilly, el Palacio Paz fue inaugurado a comienzos del siglo XX en ese lugar de la ciudad de Buenos Aires que técnicamente se llama Retiro pero sigue siendo Recoleta. Dentro de la residencia, una alfombra roja conecta salones inmensos, poblados con pinturas neoclásicas, candelabros y armarios de madera parcos, que bien podrían producir una sensación de quietud de no ser por las arañas de cristal que acechan desde el techo. La estética va mutando a medida que uno recorre los distintos ambientes, los pisos alternan dibujos y figuras, se cruzan esculturas, aparecen vitrales góticos, pero las arañas siguen vigilando. El palacio es, desde 1938, la sede porteña del Círculo Militar, que hoy está de gala. Es agosto de 2019, hace frío y anochece rápido. De los eventos que se realizan en la asociación, son pocos los que desbordan al entorno castrense y sus familiares. El de hoy es uno de ellos. 

Bajo el título 'Desafíos de la batalla cultural', Victoria Villaruel y Javier Ortega Smith exponen ante un auditorio colmado. La de ella es una cara familiar: es la presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTyV), que defiende a militares condenados por delitos de lesa humanidad y víctimas de atentados cometidos por guerrilleros. Con respecto a él, puede ser que no todos lo conozcan de antes, pero sí saben que es cofundador de Vox, el partido de ultraderecha que irrumpió recientemente en la política española y hoy tiene 52 diputados, entre quienes se encuentra Ortega Smith. 

Es posible que una gran parte de quienes integran la audiencia de esta noche jamás haya pisado el palacio o escuchado algo acerca del Círculo Militar. Se ubican detrás de las primeras filas, que son ocupadas por militares activos y retirados y otros visitantes asiduos. Se sientan al final o ni siquiera: el espacio está lleno y entonces permanecen de pie o escuchan desde el pasillo, sobre la alfombra roja. Tienen menos de 25 años y, a diferencia de los ocupantes de las primeras filas, no visten traje ni camisa. Llevan mochilas con pines libertarios, pañuelos celestes –que identifican a los activistas contra la legalización del aborto– y referencias del mundo gamer. Algunos tienen la cara teñida de granos. Los hay solos y en grupos pequeños, la mayoría de varones. El contraste resulta chocante. Según uno de los jóvenes que organiza el evento, la mitad de los asistentes son sub25, mientras que la otra mitad tiene más de 50. En esa mitad se encuentra, por ejemplo, Juan José Gómez Centurión, el ex combatiente de Malvinas y flamante aspirante presidencial, quien pidió a los organizadores –todos jóvenes pertenecientes, digamos, al grupo del fondo– que le reserven seis lugares. 

Ortega Smith ahora les habla a ellos. “Siempre nos preguntan por qué tenemos tantos jóvenes, algunos de tan solo quince años, en las redes y en las calles”. La razón: “Porque les decimos la verdad”. ¿Cuál es? Pues que los jóvenes “no tienen derecho a todo” y que tienen “una responsabilidad en defender la nación y la libertad”. Defender “los valores”, tal como hicieron sus antepasados. Habla del trabajo y del amor por la familia, que en definitiva, dice, es el amor por la patria. La prédica puede no sonar tan convocante, pero los jóvenes estallan en aplausos y repiten a coro algunos de los gritos que otros sectores de la audiencia, seguramente del círculo del español, impulsan: “¡Viva España e Hispanoamérica!”. Otros son del propio Ortega Smith: “¡Bienvenidos a la reconquista! ¡Bienvenidos a la resistencia contra la imposición del totalitarismo!”.

El evento fue organizado por la filial argentina de El Club de los Viernes, una “plataforma apartidista” nacida en España a finales del 2014, producto, según consignan en su sitio web, “de la preocupación por la hegemonía de las ideas socialdemócratas en el ámbito intelectual y de los medios de comunicación durante las últimas 4 décadas y por el surgimiento de nuevas formas de comunismo que, bajo apariencias inofensivas y disimuladas, suponen un serio riesgo para el progreso y la libertad en nuestra nación”. Entre los “aliados” de la agrupación figuran las fundaciones ultraconservadoras Hazte Oír y Civismo, entre otras. Para el momento del encuentro, la casa matriz ardía: una guerra interna por la proximidad de los integrantes de la agrupación a Vox y el Partido Popular había generado la renuncia de gran parte de la comisión directiva. El ahora ex presidente del Club, Javier Jové, fue uno de los primeros en dar el salto para integrar la lista de Vox en Asturias.

Un par de años antes del episodio, en 2017, Jové contactó con uno de los influencers argentinos más visibles en el ecosistema digital antiprogresista, Juan Doe (el seudónimo bajo el cual es conocido; su cuenta de twitter es @jdoedoe101101). Para entonces, el argentino no superaba los 25 años y ya acumulaba más de quince mil seguidores en la red del pajarito. El contacto fue exitoso: El Club de los Viernes se dispuso a abrir la primera filial fuera de España. El objetivo inicial era organizar al menos un evento masivo al año. Los costes de la logística irían a cuenta de la casa matriz, que además ayudaría a robustecer la maquinaria digital de la filial. El debut fue una conferencia del economista ultraliberal Javier Milei, que reunió entre 400 y 500 personas, según consigna Alejandro Watters, el actual director de Club de los Viernes Argentina. Watters tiene 23 años, es oriundo de la provincia de Entre Ríos y estudia ingeniería industrial. Hoy la agrupación española cuenta con sedes en otros países de la región como Uruguay, Colombia y Venezuela. 

De todos los eventos que llevó adelante la filial argentina –varios con Milei, el abogado mediático Carlos Maslatón, el diputado del PRO –Propuesta Republicana, formación de derecha liderada por el expresidente Macri– Francisco Sánchez y el economista liberal Roberto Cachanosky–, el de Ortega Smith es el más exitoso hasta el momento. Su organización fue relativamente sencilla. La madre del número 2 de Vox es argentina, por lo que el diputado tiene la doble nacionalidad y, al menos hasta hace unos años, viajaba con frecuencia al país. A Victoria Villaruel ya la conocía de antes y de hecho la abogada había estado en abril de ese 2019 para el cierre de campaña de Vox, en Madrid. El Club aprovechó la visita del español y el contacto con sus amistades argentinas para gestar la presentación. Mientras los jóvenes se ocuparon de la logística general y la difusión de la convocatoria, gracias a los contactos de Villaruel se logró reservar el distinguido Palacio Paz. 

La visita de Ortega Smith al país donde nació su madre fue diferente de las anteriores. Esta vez viajaba como diputado y uno de los hombres fuertes de una fuerza política en ascenso, por lo que su llegada causó interés en observadores locales. El español se reunió con empresarios y políticos argentinos, además de “personas desengañadas de la política”, según le dijo a Infobae en una entrevista en la que confirmó el objetivo de “ayudar a que surja una figura similar” a Vox en la Argentina. “Nosotros tenemos una oficina internacional dentro del partido. Tenemos 22 países en los que tenemos agrupaciones de Vox, entre otras en Argentina, cuya labor principal es buscar partidos referentes o partidos equivalentes”, dijo Smith. Según los cálculos del español, un 30% de la sociedad argentina “está buscando a alguien que realmente le represente”. 

Villarruel no fue la única amistad que acercó al número 2 de Vox al evento del Palacio Paz. Karina Mariani, una periodista de 52 años que se define como “liberal”, era hasta hace unos meses la directora de Club de los Viernes Argentina y una de las pocas figuras del espacio con cariz veterano. Hoy sigue ocupando un lugar preponderante, más que nada realizando entrevistas en las redes de la filial, pero cedió la dirección a uno de los jóvenes del núcleo fundador (después de Watters, Juan Doe ocupa el cargo de vicedirector). Además del Club, Mariani es integrante de La Derecha Diario, un portal construido a espejo de otros blogs de la llamada derecha alternativa que tuvo a Doe como uno de sus impulsores. Por lo demás, es columnista frecuente de La Gaceta de la Iberosfera, también conocido como La Gaceta a secas, un periódico ultraconservador que recientemente fue adquirido por la Fundación Disenso, la fábrica de ideas de Vox. Hermann Tertsch, actual europarlamentario del partido, es el presidente del consejo editorial. 

Mariani trabó relación con Ortega Smith gracias a su amistad con Villarruel y desde entonces se han encontrado en algunas ocasiones. La periodista habla de los integrantes de la formación española con admiración, y a excepción de Smith y del líder del partido Santiago Abascal, a los cuales menciona con apellido, al resto de los integrantes los enumera con el nombre de pila: Iván, Rocío, Macarena. “Es un grupo increíble de gente que, además de ser tan sólida, tiene una cosa muy novedosa en cuanto a su discurso y manera de hacer las cosas”, dice Mariani. Para el momento del evento, ella y Villarruel estaban abocadas a la formación de Republicanos, un espacio de centroderecha que impulsaba la candidatura de Darío Lopérfido, un ex ministro de cultura de la ciudad que renunció tras cuestionar la cifra de desaparecidos en la última dictadura militar y luego se candidateó para el puesto de jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones de 2019. La propuesta se disolvió después de que Lopérfido declinara su postulación. “Mi prioridad es que no gane el kirchnerismo”, afirmó tras una reunión con el actual alcalde, Horacio Rodríguez Larreta, a la que acudió acompañado de Yamil Santoro, uno de los principales armadores del espacio. 

La experiencia fallida de Republicanos parece haberle dejado una lección a Mariani. “Fuimos víctimas. Nos pasó lo que les pasó a todos: es muy difícil armar un partido político en Argentina. Me desilusiono bastante de los armados. Hay algunas dinámicas de acuerdos entre partes que no me parecen tan positivas”, sostiene. La periodista reconoce que en la actualidad han aparecido esfuerzos para construir alternativas pero que suelen “tender hacia el centro o manifestar un liberalismo culposo”. Después de Republicanos, Mariani participó en los primeros esfuerzos para impulsar la candidatura de Ricardo López Murphy, ex ministro de economía bajo la presidencia de Ricardo De La Rúa, y de orientación liberal, a diputado nacional. Hoy el economista es parte de Republicanos Unidos, el nuevo espacio donde se encuentran Lopérfido y Santoro, los ex compañeros de la periodista.

Mariani habla, pero prefiere no ser crítica. “No quiero juzgar porque tengo tantas ganas de que alguno llegue…”, dice, y admite que se “saca el sombrero” por los que se han animado “a dar un paso al frente”. Entre ellos destaca a los economistas Javier Milei y José Luis Espert, junto al líder del Frente Nos Gómez Centurión. “Veamos cuál llega. Es piola que haya muchas opciones”. Decide sumar una más: Francisco Sánchez, que suele ser invitado frecuente a los eventos de Club de los Viernes. “Está luchando en solitario en el Congreso”, elogia Mariani. 

Tanto Mariani como Sánchez, Milei y Espert, además de Villarruel, son firmantes de la 'Carta de Madrid', un manifiesto promovido por Vox en el que se denuncia “el avance del comunismo” y se advierte sobre el potencial de la Iberosfera, una “comunidad de naciones libres y soberanas que comparten una arraigada herencia cultural”. Otros argentinos firmantes son el diputado del PRO Waldo Wolff y el abogado Alejandro Fargosi, integrante del partido Valores Para Mi País; Gómez Centurión es la ausencia más notable. En el plano internacional destacan Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente brasileño, el pinochetista José Antonio Kast, la antichavista María Corina Machado, el boliviano Arturo Murillo y Georgia Meloni, la nueva cara de la ultraderecha italiana. 

Tal y como publicó El Confidencial, la iniciativa, un intento de internacionalizar la “batalla cultural” de Vox contra la izquierda, fue coordinada por Jorge Martín Frías, el director de Disenso, y el eurodiputado Hermann Terscht. Para Pablo Stefanoni, autor de '¿La rebeldía se volvió de derecha?' (Siglo XXI, 2021), el documento “forma parte de una iniciativa más amplia: la constitución del Foro Madrid”, una suerte de internacional antiprogresista que, a diferencia de otros intentos de plataformas regionales, define a la “Iberosfera” como ámbito de acción. “Vox aparece como un modelo para quienes en la Argentina quieren crear una fuerza a la derecha del PRO”, escribió Stefanoni en elDiarioAR.

La iniciativa fue un intento de internacionalizar "la batalla cultural" de Vox contra la izquierda

En su paso por Buenos Aires, Ortega Smith compartió con sus interlocutores argentinos los consejos que apenas unos meses antes había recibido de Steve Bannon, uno de los ideólogos de la campaña de Donald Trump que suele ser referido en la prensa como “el gurú de la ultraderecha mundial” (un título que en la práctica se revela como desproporcionado, pero que ha sido aprovechado por el ex editor de Breitbart News para su expansión internacional). Los consejos apuntaban sobre todo a una estrategia de comunicación basada en la organización de eventos físicos que hagan ruido, muchas veces generando escándalo, combinado con un mensaje disruptivo, “incorrecto políticamente”, más que en la presentación de propuestas concretas, un modelo low cost gobernado por un principio rector: llamar la atención. 

Unos días después de la presentación en el Palacio Paz, Villarruel resumió algunos de esas ideas importadas desde España. A la primera la tituló “El número no importa”: “Basta que haya un grupo de gente incluso pequeño que esté preparada y convencida para llevar adelante un mensaje que será tildado de políticamente incorrecto o simplemente de fascista o de ultraderecha, solamente por contradecir los postulados pétreos y omnipresentes de la visión de izquierda en nuestro país”. Los otros tips: “No sentir culpa”, “decir la verdad” y tener “un mensaje claro”. 

Es en el plano de la comunicación y la narrativa donde el “modelo Vox” ha sido adoptado con éxito por los aspirantes argentinos. Hoy Milei y Espert, por ejemplo, recorren plazas y bares de distintos lugares de Argentina en una campaña conocida como 'Tour de la libertad'. También utilizan sintagmas como “ideología de género” y “corrección política”, dos prendas discursivas de las que también ha sabido apropiarse Gómez Centurión. Tanto el militar retirado como sus otros compañeros de trinchera lo repiten todo el tiempo: hay una batalla, y es una batalla cultural, un lema que apenas unos años atrás era propiedad exclusiva en Argentina del kirchnerismo. Hoy son los aspirantes desde la derecha los que lo empuñan.

Otro material de importación parece ser el concepto de “derechita cobarde”, uno de los hits discursivos de Vox en la arena española que hace referencia a una supuesta pasividad del Partido Popular en la batalla cultural. Si bien no fue calcado de manera explícita, son varias las figuras del ecosistema antiprogresista argentino –sobre todo en las redes– que hacen referencia a la “tibieza” o “falta de coraje” de Juntos por el Cambio, la coalición opositora al gobierno encabezado por Alberto Fernández y su vicepresidenta Cristina Fernández. En septiembre de 2020 un grupo de policías realizó una protesta para lograr una mejora salarial a las puertas de la residencia del presidente, una maniobra que fue condenada por la mayor parte del arco político, entre ellos referentes de la coalición integrada por el PRO. Visiblemente molestos por el mensaje de solidaridad de algunos cuadros opositores al gobierno, un grupo activo en redes sociales decretó el hashtag #MurióCambiemos, que rápidamente se instaló como tendencia. “De abandonar a la policía para asegurarse el curro no se vuelve. PRO y Radicales son parte del problema”, escribió un usuario. 

Mariani se ríe cuando se le pregunta si el PRO, el partido del ex presidente argentino Mauricio Macri y núcleo de Juntos por el Cambio, es “la derechita cobarde” argentina. “La derechita cobarde tiene que ver con un partido, el PP, que se asume de derecha pero actúa de un modo cobarde”, responde. “La cancha en la Argentina está tan corrida a la izquierda que se ha llegado a decir que Macri es de derecha, pero no es así. Ningún sector de Juntos por el Cambio se asume o quiere ser visto como de derecha, y algunos se reivindican como socialistas o socialdemócratas. Para ser la derechita cobarde primero tenés que ser o asumirte de derecha”.

Los vínculos entre Vox y la incipiente ultraderecha argentina tienen otra cara conocida. Agustín Laje, el politólogo de la provincia argentina de Córdoba y referente latinoamericano de la avanzada conservadora, es admirador de Vox y expresa algunos de los mismos componentes de su discurso desde la época en la que a Santiago Abascal no lo votaba ni su esposa. La explosión de la figura de Laje, que creció primero en el ámbito regional antes de convertirse en un actor de peso en el ecosistema antiprogresista local, fue anterior a la irrupción de Vox en la política española, al igual que los primeros contactos. Según afirmó en Facebook, Laje conoció a Abascal en noviembre de 2018 junto a su mentor, Nicolás Márquez. El tándem se encontraba en España gracias a una invitación de Hazte Oír, que organizó una serie de conferencias en nueve ciudades. Los autores le regalaron al líder de Vox un ejemplar de su bestseller El Libro Negro de la Nueva Izquierda. Durante los siguientes meses, las redes de Laje se llenaron de retuits y alusiones a la campaña de la formación de color verde.

El vínculo de Laje con la política española se afianzó en 2019, cuando el argentino se instaló en Navarra para cursar una maestría en filosofía. El viaje comenzó de manera auspiciosa: antes de empezar los estudios, Laje recibió junto a Márquez el premio Hazte Oír, en la categoría de “Batalla cultural”. Ya instalado, comenzó a opinar más asiduamente sobre el escenario español, y a principios de 2020 fue presentado por el periódico El Español como “el gurú que inspira a Vox”. “Me gusta de Vox que es una derecha subversiva”, dijo Laje en el extenso reportaje. Durante su estancia, el cordobés cristalizó su vínculo con el partido y se acercó a las fábricas de ideas que orbitan en el ecosistema conservador con las que no había tenido contacto previamente, como la Fundación Civismo, donde escribió un ensayo en abril del año pasado. 

Pero el fenómeno Vox trasciende a sus intermediarios. Para la juventud antiprogresista, aquella que copó los últimos asientos y los pasillos en el Palacio Paz, la figura de Abascal ocupa un lugar venerado dentro de la vasta lista de referencias internacionales, solo precedido por Trump y el presidente brasileño Jair Bolsonaro. Las intervenciones de Vox en el Parlamento se reproducen por varias cuentas de jóvenes, y no son únicamente los integrantes del Club de los Viernes quienes entraron en contacto con sus pares al otro lado del Atlántico. En uno de los grupos de WhatsApp que nuclea a estudiantes identificados como “liberales”, una tarde se compartió un link para ingresar a un grupo de la extrema derecha española, donde conviven seguidores de Vox, falangistas, Tercera posición y otras etiquetas asociadas, según rezaba la descripción del grupo, al espectro de la “Derecha alternativa”. Los jóvenes argentinos entraron y se encontraron también con otros de Paraguay y México, además de los españoles. Cada uno compartió experiencias de sus países, más que nada asociadas a la fuerza del feminismo. “Estuvo divertido, aunque me parecieron bastante extremistas”, recuerda uno de los participantes. “Están locos”. 

“Así como la izquierda es internacionalista, la nueva derecha está buscando formar parte de un panorama global y reunir fuerzas. Es lo que se está buscando hoy. Por algo existimos nosotros”, dice Watters. El director de Club de los Viernes Argentina opina que “Milei es la mejor persona del mundo” y expresa simpatías por Gómez Centurión, aunque lo ve como “medio colectivista en algunos aspectos”. Se muestra abierto a que Juntos por el Cambio deseche “a su ala izquierdista” para dar un giro a la derecha y convoque a algunos de los referentes del “liberalismo y la nueva derecha”. Menciona a apenas tres “nombres rescatables” del PRO: los diputados Francisco Sánchez y Waldo Wolff y Patricia Bullrich, la presidenta del partido y ex ministra de Seguridad, que hace unos meses viene acercándose a figuras del espectro liberal como López Murphy y Cachanosky, al igual que a youtubers e influencers antiprogresistas como El Presto y Emanuel Dannan. 

La gran mayoría de fuentes de la derecha argentina consultadas para esta información aplaude y confirma los esfuerzos de generar un vínculo entre la ultraderecha española y la argentina, pero reconoce que se trata de un movimiento “incipiente”. Factores coyunturales –las disputas entre los dirigentes argentinos, por ejemplo– y estructurales –el contexto que hizo posible a Vox en España y los distintos sistemas políticos– parecen operar en el plano de las expectativas. “El despegue enorme de Vox tiene que ver con el 'golpe de Estado' en Cataluña y con una estructura de partidos políticos que nosotros no tenemos, además de lo que fue esa conjunción magnífica que es el grupo de Abascal”, dice Mariani. Ahora elige el nombre de pila del número 2: “Javier no tiene idea de la cuestión administrativa de los partidos, que es de una complejidad y burocracia infinita”. 

El evento en el Palacio Paz termina cerca de las nueve de la noche, cuando Ortega Smith tiene que salir corriendo para llegar a tiempo al programa de televisión Intratables, donde le habían agendado una entrevista. Antes suelta un último consejo. “Busquen una alternativa, pero no electoral y a corto plazo. Una alternativa generacional. Un movimiento social que remueva conciencias y levante la voz, la voz de la Argentina de verdad, la que trabaja, la que no vive de un plan. La que exige políticos, policías y militares honrados. Esa Argentina, al igual que Colombia, Venezuela y España, clama por lo mismo: libertad y nación”.

La gente se pone de pie, y entonces la banda del fondo se acopla con los señores de las primeras filas. Juntos, gritan. “¡Viva España e Hispanoamérica!”

Este trabajo periodístico es parte de una investigación realizada por un grupo de periodistas. La totalidad del trabajo se puede consultar en la web La reacción conservadora. Nota del 14 de junio: el micrositio donde está alojado el material se encuentra caído por lo que no se puede consultar.

Etiquetas
stats