La junta de Níger rechaza las presiones internacionales y las negociaciones pese a una amenaza de guerra “sobre la mesa”

Aumenta la tensión en Níger. La junta militar golpista no cede a las diversas presiones internacionales, se aferra al poder y rebaja las esperanzas de diálogo pese a la amenaza explícita de una intervención militar regional.

Horas antes de que una misión tripartita de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), la Unión Africana y la ONU viajase este martes a Níger para intentar una salida dialogada a la situación desencadenada tras el golpe de Estado del pasado 26 de julio, la junta militar rechazó su entrada al país. La justificación de la junta fue una cuestión de seguridad, por el enfado público tras las sanciones impuestas por la CEDEAO.

“El contexto actual de enfado público y revuelta tras las sanciones impuestas por la CEDEAO no permiten la bienvenida de esta delegación en las condiciones necesarias de serenidad y seguridad”, señalaba la junta militar en una carta. “[La agenda] incluye reuniones con algunas personalidades que no pueden celebrarse por razones obvias de seguridad, dada la amenaza de agresión contra Níger”, indicaba.

Tan solo un día antes, el lunes, la vicesecretaria de Estado de EEUU, Victoria Nuland, había viajado a Níger para “intentar resolver estos asuntos diplomáticamente e iniciar negociaciones”. En los últimos días, Washington también ha pedido sin éxito la restitución del presidente depuesto en el golpe, Mohamed Bazoum, y ha suspendido la ayuda al país, el tercero con menor Índice de Desarrollo Humano del Planeta. Una vez más, la junta militar, resistió las presiones.

Un general 'aliado'

Nuland se reunió con uno de los líderes golpistas y jefe del Estado mayor de la junta, el general Moussa Salaou Barmou. “Las conversaciones fueron extremadamente francas y, en ocasiones, muy difíciles”, dijo en un lenguaje diplomático que muestra el fracaso de sus objetivos.

“Nosotros presionamos por una solución negociada, pero no es fácil convencerles. Son bastante firmes en su visión de cómo quieren proceder y eso no se ajusta a la Constitución”, añadió Nuland en Niamey, minutos antes de coger el avión de vuelta y tras repetir en múltiples ocasiones que las conversaciones habían sido “muy difíciles”. La enviada estadounidense lamentó también que no le dejaran visitar al presidente depuesto ni al presidente de la junta militar, Abdourrahmane Tiani. 

La situación se agrava porque el general Barmou era considerado en Washington como un aliado. El militar recibió formación en la base de Fort Benning, en el estado de Georgia, y en la National Defence University de Washington.

Un general estadounidense que dirigió las fuerzas de operaciones especiales de EEUU en África, señalaba al periódico New York Times: “Estoy decepcionado y sorprendido. Barmou era uno de los líderes militares africanos más competentes y capaces con los que he trabajado”. 

El propio Barmou se reunió el mes junio en la base aérea nigerina de Agadez con Jonathan Braga, el jefe del Mando de Operaciones Especiales del Ejército estadounidense para discutir la política antiterrorista. Ahora ha sido elegido por los golpistas como el principal canal diplomático con EEUU, pero sus viejos vínculos y la amenaza de ruptura con Washington no parecen alterar su determinación. “Si ese es el precio a pagar por nuestra soberanía, que así sea”, declaró el general al diario The Wall Street Journal.

Desde 2012, Washington se ha gastado 500 millones de dólares en asistencia militar a Níger en uno de los programas más ambiciosos del continente y el país es una de las principales bases en la lucha antiterrorista en África Occidental. Sin embargo, las cifras arrojan dudas sobre el éxito de su estrategia.

Un informe de febrero del Centro Africano de Estudios Estratégicos, un instituto de investigación del Departamento de Defensa estadounidense, sostiene que Burkina Faso, Mali y Níger occidental experimentaron en 2022 la mayor escalada de incidentes violentos vinculados a militantes islamistas en todo el continente, con un aumentos del 36%. El estudio calcula también que este tipo de incidentes se han disparado un 3.500% desde 2016.

Según el medio estadounidense The Intercept, militares que han recibido entrenamiento y formación de EEUU han participado en al menos once golpes de Estado en África Occidental desde 2008, entre ellos, en Mali y Burkina Faso, que junto con Guinea se han erigido como los principales apoyos de la junta militar en Níger.

El lunes, mientras Nuland intentaba sin éxito convencer a Barmou, Mali y Burkina Faso enviaban una delegación al país para mostrar “la solidaridad de los dos países al pueblo hermano de Níger”. Ambos vecinos han declarado abiertamente que cualquier intervención armada extranjera será considerada una declaración de guerra contra ellos.

Los próximos pasos

La junta militar de Níger ya desafió un ultimátum lanzado por la CEDEAO, en el que los Estados vecinos amenazaban con una intervención militar si los golpistas no restituían al antiguo presidente. El ultimátum, apoyado por EEUU y la Unión Europea, expiró el domingo y, lejos de retroceder, horas antes las autoridades de facto del país cerraron el espacio aéreo amenazando con derribar cualquier aeronave que entrase en el país.

Sin embargo, este jueves la CEDEAO ha ordenado “activar” la fuerza de reserva militar del bloque para una posible intervención en Níger destinada a “restablecer el orden constitucional”, una opción ante la que la junta golpista nigerina ha advertido de que tendrá una respuesta “instantánea” y “enérgica”.

En una reunión del organismo en la capital de Nigeria, el presidente de este país, Bola Tinubu, ha afirmado que “ninguna opción ha sido sacada de la mesa, incluida el uso de la fuerza como última opción”. Aún así, ha agregado que los miembros de ese bloque regional se mantienen “firmes” en su “apoyo a Níger en el camino hacia la estabilidad democrática pacífica”

La CEDEAO y la Unión Económica y Monetaria de África Occidental ya habían suspendido todas las transacciones comerciales con Níger, congelado los activos estatales en el Banco Central regional, congelado los bienes del Estado en bancos comerciales y suspendido toda asistencia financiera con bancos regionales de desarrollo. Entre esas medidas, está el corte de suministro eléctrico desde Nigeria, que representa alrededor del 70% de la electricidad.