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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

De Lisboa a Melbourne, el mundo experimenta la convivencia con el virus: restricciones y confinamientos hiperlocales

Melbourne ha sido una de las últimas en sumarse a la lista de ciudades y regiones que han visto un regreso de las restricciones en plena desescalada para evitar que un repunte de los casos de coronavirus se salga de control. Ha ocurrido en Lisboa, en Pekín, en Leicester, en Gütersloh o en Seúl. El mundo empieza a llenarse de ejemplos de lo que significa convivir con el virus una vez se consigue reducir la transmisión.

De momento, esa estrategia de “prueba-error” que para muchos iba a caracterizar la llamada “nueva normalidad”, no está siendo una vuelta a los cierres nacionales, sino retomar las limitaciones y los confinamientos de manera localizada y específica para controlar los brotes antes de que la propagación vaya a más: se aplican en ciudades, barrios, comunidades de vecinos o códigos postales. En España se habla de “confinamientos quirúrgicos”. En Reino Unido, de “tácticas de Whac-A-Mole”, un popular juego de golpear topos, como símil de la respuesta a los brotes locales.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha insistido en que una única intervención por sí sola no es suficiente para acabar con la enfermedad, se muestra preocupada por las autoridades que adoptan un “enfoque fragmentado” y reclama que sea “integral”. También en la etapa en la que se encuentran muchos países, en la que es de esperar que se produzcan repuntes a medida que levanten las restricciones. Solo con este sistema integral, insiste la agencia, estarán en condiciones de contener los brotes a nivel local y “evitar la reintroducción de restricciones generalizadas”. “No basta solo con hacer pruebas. No basta solo con respetar el distanciamiento físico. No basta solo con hacer el seguimiento de los contactos. No basta solo con usar mascarillas. Hay que hacerlo todo”, recalcan.

10 códigos postales reconfinados en Australia

Uno de los últimos países en recurrir a una estrategia de este tipo ha sido Australia. Desde este miércoles, los vecinos de varios barrios residenciales al norte de la ciudad de Melbourne han sido sometidos a un confinamiento obligatorio que se prolongará durante un mes. Las autoridades tomaron la decisión de volver al nivel más estricto de medidas tras dos semanas de nuevas infecciones de COVID-19 por encima de dos dígitos en el estado de Victoria, el segundo más poblado del país.

Las nuevas restricciones afectan a quienes viven en 10 códigos postales que “están experimentando un alto nivel de transmisión o tienen un alto riesgo”, más de 300.000 residentes, que solo pueden salir de casa para comprar comida u otros artículos esenciales, recibir asistencia médica, hacer ejercicio o trabajar. No pueden recibir visitas a su hogar, ni encontrarse con amigos ni familiares, ni viajar. En un momento en que las restricciones se están suavizando en el resto del estado, las empresas e instalaciones en estos códigos postales que se hayan reabierto tendrán limitaciones. Las cafeterías y restaurantes solo podrán abrir para servicios de entrega y para llevar. Paralelamente, las autoridades han redoblado su plan de detección, que incluye indagaciones casa por casa. Esperan que las pruebas abarquen a la mitad de la población del área afectada, cuyo perímetro estará patrullado por las fuerzas del orden,

En total, en Victoria se han detectado 2.303 casos de coronavirus, 77 más este jueves. 13 de ellos están vinculados a brotes. El grueso de contagios totales (1.958) se concentra en el área de Melbourne. El jefe del Gobierno ha dicho que la vuelta del confinamiento en toda la ciudad es una posibilidad. “Si nos mantenemos unidos estas cuatro semanas, podemos recuperar el control de esa transmisión comunitaria en el área metropolitana de Melbourne. En última instancia, si no cerrara estas áreas, estaría cerrando todas las áreas. Queremos evitar eso”.

Deber de quedarse en casa en 19 barrios portugueses

En Portugal, uno de los países europeos más destacados por su gestión de la primera fase de la epidemia, el Gobierno se ha visto obligado a retomar las restricciones y el confinamiento en determinadas zonas de la capital y su periferia en pleno avance de la desescalada y la apertura al turismo. La región de Lisboa y el Tajo lleva semanas acumulando dos tercios de los nuevos casos diarios registrados en todo el país.

Desde este miércoles 1 de julio y durante dos semanas, los residentes de 19 de las más de 100 freguesías [división administrativa similar a barrios o parroquias] del área metropolitana que envuelve a Lisboa, la de mayor densidad de población del país, se encuentran nuevamente en el nivel más alto de emergencia, la “situación de calamidad”. Incluye lo que se denomina el “deber cívico de recogimiento”, un confinamiento algo más suave que el impuesto en España, por el que solo se debe salir de casa para actividades esenciales, como trabajar o comprar alimentos, así como para hacer deporte. La orden afecta a cerca de 700.000 personas, informa EFE, de cinco municipios. Mientras, el resto del área metropolitana de Lisboa ha entrado en “estado de contingencia”, con algunas restricciones. El resto del país está en “estado de alerta”, el más leve, con medidas de distanciamiento y protección que no alteran prácticamente el día a día.

El primer ministro portugués, António Costa, ha asegurado que “las situaciones de transmisibilidad están a un nivel esperado y controlable en todo el territorio nacional”, pero ha pedido a los ciudadanos “que sean conscientes de que es esencial hacer este esfuerzo extra”. Costa, que se está enfrentando a críticas por el resurgimiento de la enfermedad, ha defendido que se ha hecho “un esfuerzo muy grande para reforzar los medios humanos de salud pública en la región” de Lisboa e insiste en que la prioridad es “testar, testar, testar e identificar a los asintomáticos y aislar a los enfermos”. Este jueves, Portugal ha añadido 328 casos más a la lista, el 83% de ellos de Lisboa y Valle del Tajo, el gran epicentro de la epidemia en el país, con 19.656 de las 42.782 infecciones confirmadas en total en todo el territorio.

Primer confinamiento local de Reino Unido en Leicester

En pleno intento por regresar poco a poco a la normalidad, el Gobierno británico ha tenido que frenar la desescalada y reintroducir restricciones en la ciudad inglesa de Leicester, donde viven más de 300.000 personas, tras un aumento de los casos. Se trata del primer confinamiento local del país, con el cierre de las escuelas para la mayoría de los niños y tiendas recién abiertas que tendrán que volver a cerrar de nuevo, tal y como ha anunciado esta semana el secretario de salud, Matt Hancock, en un intento de detener las infecciones, que se incrementaron en casi 950 en una quincena de acuerdo con Ayuntamiento.

Mientras el resto de Inglaterra continúa levantando restricciones para reactivar la economía, incluida la reapertura de bares y restaurantes a partir del 4 de julio, la ciudad tendrá que esperar. Las medidas locales, similares a las adoptadas en marzo, serán revisadas dentro de 15 días. “Recomendamos a las personas en Leicester que se queden en casa tanto como pueda. Y recomendamos sobre todo que no se viaje, salvo para lo esencial, desde y dentro de Leicester”, dijo Hancock. Según explicó, como recoge The Guardian, su tasa de infección es tres veces mayor que la de la siguiente ciudad más alta.

Leicester es la primera prueba para el plan de Boris Johnson, que ha dicho que su Gobierno buscará “tácticas de Whac-A-Mole” para tratar de frenar el virus en lugares específicos mientras el resto del país sale de las restricciones. De momento, el Ejecutivo está recibiendo críticas por un intercambio lento de la información con las autoridades locales y por generar confusión. Además se teme que haya “varios Leicesters”, en un momento en el que zonas de Kent, Londres, el norte de Gales y Escocia siguen luchando contra brotes significativos de COVID-19. También hay quienes advierten de confinamientos locales durante meses si el Gobierno no cuenta con un sistema efectivo de rastreo de contactos.

Las respuestas de Pekín, Seúl y Gütersloh

A principios de junio, las alarmas se encendieron por el nuevo brote de coronavirus detectado en el principal mercado mayorista de Pekín tras casi dos meses sin contagios en la capital. Según las cifras oficiales, hasta la fecha se han infectado al menos 329 personas. Las autoridades consideran que el brote está bajo control.

En cuestión de días, aceleraron una batería de medidas para frenar la propagación: se cancelaron vuelos de entrada y salida, se suspendieron las clases y en varios complejos residenciales se ordenó el confinamiento de todos los vecinos. Las comunidades en áreas consideradas de riesgo “alto” quedaron selladas: no se permite que nadie salga de ellas. Los vecinos comprueban religiosamente la identidad de todo aquel que entra y sale y les toman la temperatura.

Las autoridades pusieron en marcha asimismo una campaña masiva de test de coronavirus a los habitantes de la ciudad, que hasta este domingo había alcanzado ya a 8 millones de personas, cerca de un tercio de su población, como recoge EFE. El pasado lunes, Anxin, un condado a 140 kilómetros de la capital, también fue aislado. Sus cerca de 400.000 habitantes fueron confinados en sus domicilios tras más de una docena de casos vinculados al brote en el mercado de Pekín.

Es representativo también el caso de Alemania, otro ejemplo en la lucha contra la COVID-19. El pasado 23 de junio, las autoridades tuvieron que decretar de nuevo restricciones locales después de un brote de cientos de casos relacionado con un matadero en el distrito de Gütersloh, al oeste del país, donde viven unas 360.000 personas. Fue la primera vuelta a las medidas de distanciamiento en Alemania desde que se comenzaron a levantar gradualmente en mayo. Se limitaron de nuevo los contactos sociales entre personas de distintos hogares y se cerraron museos, teatros, cines y gimnasios, así como bares y piscinas.

Si bien en un primer momento estaban pensadas para una semana, se han tenido que extender una semana más “por precaución” a la espera de que se efectúen más pruebas y se confirmen sus resultados. Gütersloh es la única circunscripción municipal alemana en la que actualmente hay más de 50 nuevas infecciones semanales por cada 100.000 habitantes, debido al brote en una planta cárnica en la que se han registrado cerca de 1.500 contagios, informa EFE. Cuando la canciller Angela Merkel levantó las restricciones nacionales, impuso el llamado “freno de emergencia”, exigiendo a las autoridades locales que vuelvan a establecer las reglas si los casos superan ese umbral de 50 por cada 100.000 durante una semana.

A principios de mayo, Corea del Sur pasó de una política de distanciamiento social, que básicamente pedía a los ciudadanos que cancelaran reuniones no esenciales, cenas y viajes y se abstuvieran de salir al aire libre, a una estrategia de “distanciamiento en la vida diaria”, un paso más a la hora de recuperar la normalidad y la economía. El país asiático fue elogiado mundialmente por su respuesta integral al virus sin confinamiento estricto, con un sistema de pruebas y rastreo muy efectivo que logró aplanar la curva en los primeros meses.

Sin embargo, las autoridades llevan semanas lidiando con varios brotes de casos en el área alrededor de Seúl, donde vive la mitad de la población del país, aparecidos en lugares como centros de trabajo o reuniones religiosas. A finales de mayo, el mayor aumento de infecciones en semanas llevó a endurecer de nuevo las medidas para frenar la propagación en esta región densamente poblada. Se cerraron de nuevo parques, museos, cines y otros espacios públicos, rogando a sus habitantes que eviten cualquier reunión no indispensable. En un inicio era para dos semanas, pero el aumento de los contagios ha forzado a las autoridades a prolongarlas de manera indefinida hasta que el número de nuevos positivos diarios de COVID-19 descienda “a un solo dígito”.

De momento, el número de nuevos casos al día es relativamente bajo, ronda los 50, niveles aún lejos de los más de 800 detectados a finales de febrero. Sin embargo, las autoridades sanitarias se encuentran preocupadas y se teme que el último repunte de infecciones en otras zonas fuera del área metropolitana de la capital acabe con un endurecimiento de las medidas en las demás regiones.

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