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Meloni en su discurso de investidura: “Nunca he tenido simpatía por regímenes antidemocráticos, fascismo incluido”

La presidenta del Gobierno de Italia, Giorgia Meloni, este martes en la Cámara de los diputados.

Mariangela Paone

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“Una de dos. O usted nos sorprenderá a todos con una discontinuidad con respecto a su identidad política de intransigente nacionalista y soberanista iliberal, lo que será bueno para el país. O usted será coherente con esas ideas, palabras y eslóganes, y entonces será un desastre para el país”. Las palabras del diputado Riccardo Magi este lunes en la Cámara de los Diputados de Italia resumían la disyuntiva en la que se encuentra Italia con el estreno de Giorgia Meloni como nueva presidenta del Gobierno. Unos minutos antes, la líder del partido ultraderechista de Hermanos de Italia pronunció su discurso de investidura en un hemiciclo donde puede contar con una amplia mayoría. 

En una alocución de una hora, la presidenta del Gobierno –aunque ella ha pedido que se la llame “el presidente” – tocó varias teclas sin entrar en mucho detalle sobre medidas concretas en un contexto que ha definido “muy complicado”, “quizá el más difícil desde el segundo posguerra [tras el final de la II Guerra Mundial] hasta hoy”. “Libertad” fue una de las palabras que más repitió. “Libertad y democracia son los elementos distintivos de nuestra civilización europea contemporánea en los cuales desde siempre me reconozco”, dijo para luego añadir: “Nunca he sentido simpatía o cercanía hacia regímenes antidemocráticos. Por ningún régimen, fascismo incluido”. Unos minutos después Magi, elegido con el partido +Europa, le recordó sus propias palabras del pasado reciente como, por ejemplo, la definición del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, como un “baluarte de los valores contra el globalismo de las élites europeas”. 

La imagen institucional con la que se estrenó Meloni en la Cámara de los Diputados pareció muy alejada de la de la joven militante de la sección juvenil del Movimiento Social Italiano que, a sus 19 años, decía que Mussolini había sido “un buen político” y que no había habido otros como él en los últimos 50 años.

No sabotear Europa

Europa fue uno de los pasajes centrales del discurso de Meloni, consciente, según dijo, de la “curiosidad y el interés por la postura del Gobierno”. “Italia hará oír fuerte su voz como le toca a una gran nación fundadora. No para frenar o sabotear la integración europea, como he oído decir en estas semanas, sino para contribuir a orientarla hacia una mayor eficacia en la respuesta a las crisis”, dijo. Siempre en el ámbito de la política exterior y tras la polémica por las declaraciones de Silvio Berlusconi sobre Putin en la víspera de su nombramiento a la cabeza del Gobierno, Meloni afirmó que se “equivoca quien cree posible canjear la libertad de Ucrania con nuestra tranquilidad” y que “ceder al chantaje de Putin sobre la energía no resolvería el problema, sino que lo agravaría abriendo la puerta a más pretensiones y chantajes”. “Italia seguirá siendo un aliado fiable dentro de la Alianza Atlántica, a partir del apoyo al valiente pueblo ucraniano que se opone a la invasión de la Federación rusa”. 

También confirmó la línea dura del Gobierno en políticas de inmigración. “Si no queréis que se hable de bloque naval, lo diré así: queremos recuperar la propuesta original de la misión naval Sophia de la Unión Europea que en la tercera fase preveía, aunque nunca llegó a implementarse, el bloqueo de las salidas de barcos del norte de África”. 

En el frente interno, ante las previsiones económicas que auguran una inminente recesión, la parte del discurso que Meloni dedicó a la economía suscitó la mayoría de las críticas por la falta de concreción, más allá de repetir una de las promesas de la campaña electoral, la modificación si no abrogación de la renta de ciudadanía, promovida por el Movimiento 5 Estrellas. También habló de la intención, ya manifestada en la campaña electoral, de no retroceder en la idea de reformar el sistema institucional italiano en sentido presidencial, “partiendo –dijo– de la hipótesis de un semipresidencialismo sobre el modelo francés”. 

Dar la vuelta a las previsiones

La nueva primera ministra se definió a sí misma con el término inglés de underdog, el que no la tenía todas consigo y para afirmarse tuvo que dar la vuelta a las previsiones. “Quiero seguir haciéndolo”, añadió. “Un Gobierno de centroderecha nunca limitará las libertades existentes para los ciudadanos y las empresas. Veremos a la prueba de los hechos, también sobre los derechos civiles y el aborto, quien mentía y quien decía la verdad en campaña electoral sobre cuál eran nuestras reales intenciones”, añadió. Poco antes había subrayado cómo sentía el peso de la responsabilidad de ser la primera mujer jefa del Gobierno y había agradecido quien había permitido construir la escalera para romper ese techo de cristal, nombrando una lista de mujeres de todas las procedencias políticas. En uno de los pasajes más broncos del debate, en el que la oposición subrayó en varias ocasiones las contradicciones del discurso de Meloni con su pasado reciente, el diputado de Hermanos de Italia, Fabio Rampelli, contestó a las críticas, diciendo que la derecha había roto un doble techo de cristal, porque Meloni “es mujer y es madre”. “El centroderecha ha dado a Italia un presidente del Gobierno mujer y madre, vosotros no. La revolución cultural la hemos hecho nosotros”, dijo. 

Unos de los juicios más críticos llegó del expresidente del Gobierno y actual líder del Movimiento 5 Estrellas, Giuseppe Conte, quien en Twitter fue aún más duro que en su intervención en la Cámara: “Del presidente Meloni, más de una hora de retórica vacía, aderezada con muchas consignas demagógicas y las habituales referencias culturales de la derecha. Los ciudadanos, sin embargo, no han escuchado una sola palabra sobre soluciones para las facturas de la luz y la crisis energética. Menos mal que estaban 'listos'”. Al final de la tarde, el nuevo Gobierno de Meloni superó el voto de confianza, con 235 votos a favor y 154 en contra.

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