A Meloni le estallan los devaneos de Berlusconi con Putin: “Yo, si fuera primer ministro, no habría ido a hablar con Zelenski”
Silvio Berlusconi lo ha vuelto a hacer. El líder de Forza Italia ha vuelto a dejar al descubierto las costuras del Gobierno de coalición en el que está obligado al papel de gregario de la ultraderecha. Un papel que le incomoda, al que no está acostumbrado y al que, a sus 86 años, no parece querer resignarse. Así que este domingo, después de votar para las elecciones regionales en Lombardia, decidió prender la mecha que causa el enésimo incendio en el Gobierno de Giorgia Meloni. “Si yo fuera primer ministro, nunca habría ido a hablar con Zelenski, porque estamos presenciando la devastación de su país y la masacre de sus soldados y civiles. Le bastaba con dejar de atacar a las dos repúblicas autónomas de Donbás y esto no habría sucedido. Así que juzgo muy, muy, muy negativamente el comportamiento de este caballero”, dijo al salir del colegio electoral.
Son dos frases llenas de minas, que, además de violar el silencio electoral, cayeron como un bombazo causando desconcierto en la coalición y en su mismo partido. Primero, porque se trata de un ataque directo a la primera ministra, al termino de una semana en la que ella había reivindicado el papel de Italia en Ucrania después de haber manifestado su malestar por el encuentro a tres entre Emmanuel Macrón, Olaf Scholz y Volodímir Zelenski en París la noche anterior a la visita del presidente ucraniano a Bruselas. Segundo, porque habla abiertamente de “repúblicas autónomas de Donbás”, solo reconocidas por Moscú, y habla de Zelenski llamándole con distancia “este señor, este caballero”. Tercero, porque en un minuto de intervención desmonta el relato tejido durante meses por el Gobierno y también el trabajo hecho por el ministro de Exteriores, Antonio Tajani, que es también viceprimer ministro y vicepresidente de Forza Italia.
No es la primera vez que las sombras alargadas de las relaciones entre Berlusconi y Putin sacuden a la coalición —en vísperas de las elecciones del 25 de septiembre había prendido otro fuego con sus declaraciones sobre el comienzo de la guerra en Ucrania—, pero esta vez el que tenía que asumir el papel de “padre noble del centroderecha”, que reivindica haber fundado, “normalizando” a la extrema derecha, ha ido demasiado lejos. Incluso más lejos de cuándo tras la victoria electoral, se había dejado pillar por los fotógrafos con unos apuntes en el Senado con una lista de adjetivos para su socia: “Giorgia Meloni. Comportamiento: 1. obstinado 2. prepotente 3. arrogante 4. ofensivo. Sin voluntad de cambio. Ella es alguien con quien no te puedes poner de acuerdo”.
Cuando un periodista le preguntó ayer si compartía la visión de Meloni que para alcanzar la paz es necesario asegurar que los dos ejércitos, el ucraniano y el ruso, sean militarmente equivalentes, él contestó: “No. Yo creo que para llegar a la paz yo pensaría que el presidente estadounidense debería tomar a Zelenski y decirle: ´'Está a tu disposición un plan Marshall para reconstruir Ucrania, un plan Marshall de 6, 7, 8, 9 mil millones de dólares, con una condición: que ordenes mañana un alto el fuego, también porque a partir de mañana ya no les daremos dólares y ya no les daremos armas'. Solo tal cosa podría convencer a este caballero a llegar a un alto el fuego”.
Sus declaraciones no ponen en duda la contribución de Italia al envío de armas a Kiev, ya aprobado al menos hasta finales de 2023. Pero sí debilitan la imagen del país precisamente cuando Meloni reivindica más centralidad internacional y después de haber tenido que digerir las portadas del día después del Consejo Europeo de la semana pasada que hablaban de una Italia de nuevo aislada.
Apagar fuegos, ¿hasta cuándo?
El resto de la tarde del domingo, tras la salida de Berlusconi, fue la crónica de los intentos de volver a apagar rápido el incendio. Primero con una nota que llegó de Palazzo Chigi al hilo de las 20, en la que se subrayaba que “el apoyo a Ucrania por parte del Gobierno italiano es firme y convencido, como claramente previsto en el programa [de Gobierno] y como confirmado por todos los parlamentarios de la mayoría que apoya al Ejecutivo”. Poco después fue Tajani quien, en un mensaje en Twitter, escribió: “Forza Italia desde siempre está del lado de la independencia de Ucrania, del lado de Europa, de la OTAN y de Occidente. En todas las sedes seguiremos votando justo con nuestros aliados, respetando nuestro programa”. Mensajes dirigidos todos hacia el exterior, después de que Meloni y Tajani se coordinaran en un intercambio de llamadas, según reconstruye el diario La Stampa.
Finalmente llegó el comunicado de Forza Italia: “El apoyo del presidente Berlusconi a Ucrania nunca ha estado en duda. Sólo ha expresado su preocupación para evitar que se siga con una masacre y una grave escalada de la guerra”. Con un añadido: “Berlusconi no ha nombrado nunca a Putin, que como ya ha dicho más veces le ha decepcionado, pero solo ha explicado que nadie está exento de responsabilidad”. Demasiado poco, demasiado tarde, demasiado contradictorio para la línea elegida por Meloni.
El golpe además ha llegado días después de que, en un acto de campaña en Lombardia, Meloni definió a Berlusconi como el “más grande ministro de Exteriores que esta nación haya tenido”, en un intercambio de halagos que tenía que minimizar las rivalidades en la coalición en víspera de la cita clave del voto en la región que es el motor económico del país y un bastión tradicional de Liga y Forza Italia. Un voto, en Lombardia y Lacio, donde la victoria del centro-derecha se da por descontada pero que, paradójicamente, podría aumentar las fibrilaciones en el Gobierno si, como auguran las encuestas Hermanos de Italia dobla a la Liga y deja en los márgenes a FI. Y, aunque todos tienen interés en que la coalición aparente unidad, el desgaste del trabajo constante para apagar fuegos podría empezar a pasar factura.
Regocijo en Moscú, indignación en Kiev
Mientras tanto, la enésima declaración extemporánea de Berlusconi no ha dejado de rebotar en las capitales europeas, en Bruselas y también en Moscú y en Kiev. “No me corresponde a mí juzgar y dar votos a Berlusconi. Me limito a los hechos, que dicen que durante ocho años, desde 2014, Rusia ha insistido en que se apliquen los acuerdos de Minsk para la paz en Ucrania. Pero esto no era lo que Occidente tenía en mente”, comentó la portavoz del ministerio de Exteriores rusos, Maria Zakharova, aprovechando la “lectura” del conflicto hecha por Berlusconi, cuyas palabras han desatado en cambio la indignación de Kiev. “Berlusconi es un agitador VIP que actúa en el marco de la propaganda rusa, y canjea la reputación de Italia por su amistad con Putin. Sus palabras dañan a Italia”, ha comentado a La Repubblica, el principal asesor de Zelensky, Mijailo Podoliak.
Y en Bruselas, el nuevo “caso” abierto por el fundador de Forza Italia es la ocasión para apelar a la responsabilidad del líder de los Populares europeos, Manfred Weber, y su acercamiento al grupo de los Conservadores Europeos, del que forma parte Hermanos de Italia. “Consternada por las nuevas declaraciones impactantes sobre Ucrania de Silvio Berlusconi. ¿Es esta la posición del gobierno de Meloni y del Ministro de Exteriores de Forza Italia, Tajani? ¿Algo que decir Manfred Weber? dUn año después de la guerra brutal de Putin, es hora de reconocer los hechos y elegir bando”, escribió este lunes en Twitter la presidenta del grupo de los socialdemócratas, Iratxe García Perez. Más lejos fue Guy Verhofstadt, el eurodiputado de Renew Europe: “Este payaso ya no tiene gracia. Esto está socavando activamente a Ucrania... y a Europa. ¿Cuándo lo echará el PPE?”, tuiteó, sustituyendo la palabra “payazo” por un emoticono.
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