Un recorrido relajado por el distrito de los diamantes de Amberes solo dura cinco minutos. Sin embargo, en apenas un kilómetro cuadrado de un barrio gris de la segunda ciudad de Bélgica pasa el 86% de los diamantes en bruto del mundo. A las anodinas oficinas de hormigón de Amberes llegan piedras preciosas de mil millones de años procedentes de las lejanas profundidades de las minas de Botsuana, Canadá, Sudáfrica, Angola... y Rusia.
A pesar de la atroz guerra en Ucrania, que ha paralizado intercambios comerciales valorados en miles de millones de dólares, Bélgica sigue importando diamantes de Rusia, aunque en cantidades muy reducidas.
La UE ha dejado de importar carbón ruso, está eliminando la mayor parte del petróleo ruso y ha dejado de comprar muchos productos de este origen como oro, caviar y vodka. Sin embargo, los diamantes han eludido la lista de sanciones una y otra vez. La omisión es aún más llamativa, ya que el comercio solo afecta a un Estado miembro de la UE -Bélgica- que siempre ha dicho que no hará nada por impedir la prohibición.
El comercio ha continuado a pesar de la presión moral que ha ejercido el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. En marzo, en un discurso ante el Parlamento belga, afirmó que la paz valía “más que cualquier diamante”.
El submarino Alrosa
Los intercambios han continuado, a pesar de que la empresa que comercializa los diamantes, Alrosa, está controlada por el Estado ruso. Rusia y la república de Sajá, la vasta región del norte de Siberia que concentra la mayoría de las minas de la empresa, poseen conjuntamente el 66% de Alrosa. El presidente de Alrosa, Sergei Sergeevich Ivanov, fue uno de los primeros oligarcas en ser sancionado por Estados Unidos en el primer día de la invasión de Ucrania. Su padre, Sergei Borisovich Ivanov, exministro de Defensa ruso, también sancionado por Estados Unidos, es considerado por Washington como uno de los aliados más cercanos de Vladimir Putin.
Además, según la documentación interna de la empresa y la Comisión Europea, la compañía ha financiado un submarino de combate B-871, llamado Alrosa. El submarino Alrosa regresó a los mares en junio tras una actualización de ocho años que incluyó el equipamiento del buque con misiles de crucero Kalibr, según informó en junio la agencia de noticias estatal rusa Tass.
En septiembre, los representantes de la UE se refirieron a la financiación del submarino por parte de Alrosa como un motivo de peso para imponer sanciones de la UE a la minera de diamantes, según un borrador al que ha tenido acceso The Guardian. Pero cuando se aprobó el borrador final, Alrosa había desaparecido de la lista. Era al menos la segunda vez que desaparecía en el último minuto. “Es un patrón desconcertante”, explica un diplomático de la UE. “La teníamos en la propuesta de la Comisión Europea y luego, en las últimas horas, nos informaron de que ya no estaba”, dice.
Polonia y los países bálticos vuelven a presionar para que los diamantes se incluyan en la próxima ronda de sanciones de la UE -la novena-, que altos funcionarios han prometido antes de finales de año.
Mientras tanto, Estados Unidos ha prohibido la importación de diamantes no industriales de Rusia, y el Reino Unido sancionó a Alrosa en marzo. Sin embargo, ninguno de los dos países tiene un centro de comercio de diamantes tan grande como Bélgica.
Diamantes rusos
Amberes lleva comerciando con diamantes desde el siglo XV. Según la asociación comercial Antwerp World Diamond Centre, unas 1.700 empresas y 4.500 comerciantes compran y venden en el pequeño distrito de los diamantes. Frente a la feroz competencia de India y Oriente Medio, la ciudad del río Escalda se enorgullece de sus artesanos y comerciantes pioneros. En 1919, fue el matemático y gemólogo belga Marcel Tolkowsky quien calculó que 57 facetas era la talla perfecta para captar el fuego y el brillo de un diamante. La talla de Tolkowsky, el brillante, aportaría brillo a los anillos de compromiso, colgantes y abalorios de todo el mundo.
En una reciente mañana de noviembre, hombres con maletines negros caminaban decididos por la Hoveniersstraat, una de las principales calles del distrito y una vía anodina repleta de intercambios, oficinas de comerciantes, joyeros y coches de policía. Aunque el sector apuesta cada vez más por el comercio digital, los expertos aseguran que no hay nada mejor que ver un diamante en bruto bajo el microscopio para juzgar su valor.
Antes de la invasión de Ucrania, el 25% de los diamantes en bruto que pasaban por Amberes procedían de Rusia. En 2021, Bélgica importó diamantes rusos por un valor de 1.800 millones de euros y 1.200 millones de euros en los primeros ocho meses de 2022, según las estadísticas del banco nacional de Bélgica, compartidas con The Guardian. En 2022, el comercio ha sido como una montaña rusa, con un fuerte aumento en junio hasta los 393,8 millones de euros y luego una fuerte caída. En agosto de 2022, Bélgica importó diamantes rusos por valor de 35,9 millones de euros, en comparación con los 215,4 millones de euros del mismo mes de 2021, lo que supone una caída interanual del 83%.
Tom Neys, portavoz de la patronal de diamantes, afirma que el aumento en junio es el reflejo de acuerdos comerciales que “ya estaban cerrados antes de que comenzara la guerra”. En cuanto comenzó el conflicto, la industria se sumió en la incertidumbre, dejando en el aire millones de intercambios comerciales. “Durante tres meses, un pequeño ejército de abogados tuvo que investigar si los acuerdos realizados eran correctos, si cumplían con las cambiantes normas de Estados Unidos y Europa. Tenían que encontrar constantemente soluciones logísticas”, señala.
A pesar de la fuerte caída del comercio desde junio, Neys rechaza la prohibición de las importaciones. Amberes debe seguir siendo “una puerta abierta para las empresas que no tienen opciones”, dice. “Para nosotros, lo más importante es que estas empresas tengan la posibilidad de adaptarse al nuevo mercado”, asegura.
Señala que las grandes empresas tienen alternativas a los diamantes rusos, “pero para los pequeños comerciantes esto es muy difícil... van a sufrir mucho si no tienen alternativas”. Según él, algunos sectores especializados no tienen alternativas a los diamantes rusos y, por ejemplo, los diamantes industriales rusos son los más utilizados para la fabricación de bisturíes quirúrgicos.
La patronal de diamantes dice que la paralización de las importaciones de diamantes rusos pone en peligro 10.000 puestos de trabajo: 4.000 directos y 6.000 indirectos.
Filip Reyniers, director del Servicio Internacional de Información sobre la Paz, un instituto de investigación con sede en Amberes, cree que estas cifras son “obsoletas y exageradas”, y sostiene que se basan en un estudio de hace 12 años. La patronal asegura que sus datos se basan en una investigación de 2021, pero no ha respondido a las peticiones para que proporcione los datos.
Excepciones en las sanciones
En privado, los representantes belgas han advertido a la UE de la pérdida de puestos de trabajo, aunque el Gobierno insiste en que nunca ha intentado impedir las sanciones. “Nuestro país nunca ha bloqueado las medidas relacionadas con el sector del diamante”, dijo en marzo el primer ministro belga, Alexander De Croo. Los portavoces del Gobierno belga insisten en que esto sigue siendo así. Sin embargo, una fuente afirma que cuando se incluyó a Alrosa en la última ronda de sanciones, Bélgica se abstuvo. Esto supone una grieta en la unidad sin fisuras en torno a la guerra de Ucrania que a la UE le gusta proclamar al mundo. Las sanciones se aprobaron posteriormente por unanimidad sin ninguna mención a Alrosa.
Bélgica no es la única que ha conseguido excepciones para su industria. Hungría, Eslovaquia y la República Checa están excluidas del embargo petrolero; Italia (al igual que Bélgica) se aseguró un indulto a la prohibición de ciertos productos siderúrgicos rusos, alegando el riesgo de pérdida de puestos de trabajo. Algunos países se muestran comprensivos con los argumentos de Bélgica. Prohibir los diamantes rusos “iría en nuestra contra porque [el comercio] se iría a India”, indica un alto diplomático de la UE.
Pero los partidarios de las sanciones son implacables. “Bélgica tiene que cumplir su palabra: no solo apoyar a Ucrania con declaraciones firmes y amables, sino tener el valor de compartir el dolor de las sanciones con todos los demás socios de la UE”, opina otro alto diplomático de la UE.
Reyniers considera que la neutralidad de Bélgica no tiene sentido: “Bélgica debería pronunciarse a favor de las sanciones, porque es una parte interesada... Sea cierto o no lo que dicen [que no bloquean las sanciones], creemos que es una posición equivocada”. “ Los ciudadanos se fijan en Bélgica para conocer los posicionamientos en la UE, porque Bélgica es el país experto [en diamantes]”, apunta.
Bélgica debería asumir el liderazgo, argumenta Reyniers, ya que durante años se ha presentado como un país líder en la lucha contra el llamado comercio de diamantes de sangre: “Amberes y Bélgica siempre se han perfilado como un polo ético, como argumento frente a polos competidores como Dubai”.
Compra y venta de diamantes
La industria del diamante de Amberes argumenta que esta forma de actuar provocaría un éxodo de comerciantes de diamantes de Amberes hacia Oriente Medio e India, países que todavía comercian con Rusia. “No se trata de una simple advertencia: se corre el riesgo de que todos los 40.000 millones de euros [de facturación anual] se vayan a la India o a Dubai y que se conviertan en el mayor centro comercial del mundo”, alerta Neys.
“¿Es una buena idea perjudicarnos a nosotros mismos de tal manera que destruyamos nuestra propia economía?”, pregunta. “¿Para qué, para regalársela a países que no tienen reparos, o no tienen el menor problema, para tratar con Rusia? Se está premiando a países que están haciendo lo contrario de lo que se quiere que hagan”, indica.
El Gobierno belga sostiene que la prohibición de los diamantes rusos debería ser mucho más amplia y abarcar las piedras talladas y pulidas. Los críticos de la prohibición de los diamantes en Estados Unidos destacan que no impide que los diamantes rusos se importen a través de India una vez que han sido cortados y pulidos en ese país, transformándolos en diamantes “indios”.
Un portavoz del primer ministro belga subraya la fuerte caída de las importaciones de diamantes rusos desde junio. “Se está estudiando la posibilidad de reducir aún más ese comercio a cero, pero eso tiene que ocurrir a través de un enfoque mucho más amplio”, dice. “Si nos tomamos en serio la idea de acabar con el flujo de dinero hacia Rusia, esto puede lograrse si también detenemos la compra y venta de diamantes tallados y pulidos, no solo el comercio de diamantes en bruto. Esto es algo que debe decidirse con los representantes de los principales mercados minoristas”, asegura.
“Los negocios son los negocios”
La Comisión Europea se negó a comentar la exclusión de Alrosa de las sanciones anteriores. Preguntado sobre la inclusión de los diamantes en futuras medidas, un portavoz dijo: “Todas las decisiones sobre la imposición de nuevas sanciones las toman los Estados miembros en el consejo [de ministros] por unanimidad y las discusiones son confidenciales, pero nada está fuera de la mesa”.
De vuelta a Amberes, un joyero argumenta que el comercio ya está muy regulado. “Nos abastecemos de diamantes en el mercado, que ahora más que nunca se esfuerza por investigar el origen y la ética de su suministro en bruto”, sostiene Peter Poussenier, que tiene una joyería y un taller en el distrito. El joyero opina que el sector ya está sometido a un mayor escrutinio que casi cualquier otro: “Los diamantes hablan de la fantasía asociada a la riqueza, por lo que la gente es mucho más crítica”.
Otro joyero de Amberes dice que desconoce el origen último de sus diamantes, si proceden de Rusia o de otro lugar. “Nunca se puede saber”, explica David, que pertenece a la tercera generación de una familia de joyeros y no quiere dar su nombre completo. Aunque no cree que la prohibición de los diamantes rusos afecte a su negocio, no puede apoyar una medida que, en su opinión, perjudicaría a los comerciantes de Amberes. “Los negocios son los negocios, la guerra es la guerra. No me gusta interferir en cómo se ganan la vida los demás”, concluye.
Traducción de Emma Reverter