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Nasser Mohamed, médico y activista: “Los equipos de fútbol en Qatar podrían haber hecho mucho más para apoyar al colectivo LGTBI”

A Nasser Mohamed, médico de 35 años, le habría gustado vivir en Qatar, el país donde nació y creció. Pero no puede. Es homosexual y su vida correría peligro porque ser gay, lesbiana, bisexual o trans en el emirato del Golfo, actual sede del Mundial de fútbol, está penalizado.

Cuenta a elDiario.es que desde pequeño se sentía diferente al no gustarles las chicas, pero en ese entonces ni siquiera tenía palabras para definir quién era. “No tenía información ni me habían educado así. Pensé que con la edad se me iría pasando y que me casaría con una mujer como hacía el resto”, explica ahora desde San Francisco, Estados Unidos, donde vive exiliado desde 2011. Sin embargo, al llegar a la Universidad se dio cuenta de que no podía casarse y eso significaba quedar expuesto en un país que criminaliza y persigue a las personas LGTBI.

Cuando terminó sus estudios de Medicina en Qatar, decidió marcharse a Estados Unidos para ampliar su formación y, una vez allí, en una fiesta del Orgullo en 2015, salió del armario. Volvió a su país, pero sintió que su seguridad peligraba, que no tenía futuro en su propia casa, por lo que se vio obligado a regresar a Estados Unidos. “En Qatar, especialmente en la comunidad en la que me crié, no hay espacio para ser diferente en ningún sentido. Ser una persona LGTBI dista mucho del discurso imperante, y la respuesta a ello suele ser la violencia. Cualquiera puede atacarte y la ley, lejos de protegerte, te persigue”, dice aún emocionado este activista qatarí que ya se ha convertido en un referente para el colectivo tras hablar públicamente sobre su homosexualidad.

Al igual que en otros países islámicos, en Qatar la homosexualidad es ilegal. Mantener relaciones sexuales con personas del mismo sexo está penado con hasta siete años de cárcel. Antes de la celebración del Mundial, el pequeño emirato se limitaba a decir sobre la homosexualidad que “las muestras de afecto en público están mal vistas, de forma generalizada” y aseguraba ser un lugar “tolerante” y “hospitalario”, nada que ver con las declaraciones vertidas por el embajador del Mundial Khalid Salman, quien a principios de noviembre dijo que la homosexualidad es una “enfermedad mental”, además de estar prohibida.

Por mucho que el país haya tratado de limpiar su imagen a través de la gran fiesta del fútbol, organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch siguen denunciado las graves violaciones a los derechos humanos por parte del Estado. Y no solo se trata de la discriminación sistemática que sufre el colectivo LGTBI, sino también las mujeres, que incluso aunque denuncien haber sido violadas pueden ser juzgadas por sexo consentido fuera del matrimonio. A ello se suman las restrcciones a la libertad de prensa y las numerosas muertes de trabajadores migrantes desde la concesión del Mundial.

“Perdí la relación con mi familia”

La última vez que Nasser estuvo en Qatar fue en 2014 y poco después, pidió asilo en EEUU. Salir del armario, asegura, fue el inicio del fin de la relación con su familia. Confiesa que al principio fue difícil estar lejos de casa y que aún sigue siéndolo, sobre todo en fechas señaladas, pero también admite estar agradecido. “Es más fácil, sé que suena duro, pero era agotador seguir manteniendo la misma conversación con mi familia, estaba cansado. Aunque no es lo ideal, es lo menos doloroso para mí”, relata.

Ya no siente miedo de salir a la calle por su orientación sexual, no tiene nada que ocultar. Ahora lo que le preocupa, como a cualquier otra persona que viva en San Francisco, una de las ciudades más caras de Estados Unidos, es el precio del alquiler. Ahora tiene palabras para definirse como una persona no binaria y tiene claro que va a seguir defendiendo los derechos del colectivo LGTBI tanto como pueda. Cuenta que su entrevista en el servicio árabe de la BBC el pasado mes de mayo “armó mucho revuelo” y que desde entonces ha recibido numerosas amenazas de muerte, “pero también muchos mensajes de gente del colectivo” que le muestra su apoyo por su valentía al declararse homosexual de manera pública -algunos medios lo describen como el primero en hacerlo- y así por dar esperanza a las nuevas generaciones.

“Lo que estoy tratando de hacer es ayudarles a conectarse entre sí e incluso con directores de documentales para que cuenten su historia”, explica. De hecho, algunas de las personas LGTBI que se han visto obligadas a huir de Qatar y que han pedido asilo en Reino Unido son los protagonistas del documental Qatar State of Fear, producido por la cadena británica ITV, donde “varios supervivientes cuentan su experiencia en centros de terapias de conversión financiados por el Gobierno qatarí”. “Ahí se muestra la evidencia de cómo el Gobierno está dando caza, encarcelando y torturando físicamente a personas LGTBI”, relata Nasser, quien explica que a partir de esos testimonios Humans Rights Watch denunció la situación. 

En esta Copa del Mundo, Qatar ha dejado claro que las expresiones a favor de la comunidad LGBTI están prohibidas y, si un jugador o aficionado decide portar algún símbolo de apoyo, puede ser castigado por las autoridades del país o por la FIFA. Por eso, Nasser describe como un “instante de rebelión” el momento en el que un espontáneo saltó al campo de fútbol durante un partido con una bandera arcoíris, que a pese a ser la de la paz, tiene los mismos colores que la bandera LGTBI pero en el orden opuesto, “y eso a la comunidad gay en Qatar le encantó. Era la primera vez que veían ondear una bandera arcoíris en Qatar”.

El país, sin embargo, no ha mostrado la misma actitud con otros mensajes de naturaleza política, como ha sucedido con la causa palestina, que sí ha podido ondearse en los estadios y en las calles, lo que en opinión de Nasser evidencia que el Gobierno qatarí “solo permite las demostraciones políticas con las que está de acuerdo”. “Ellos permiten aquello con los que está a favor, de lo contrario, ejercen su control”, lamenta.

“No nos olviden después del Mundial”

Para definir el Mundial de Fútbol, Nasser hace una curiosa analogía al compararlo con una familia rica que invita a una lujosa cena en casa, aunque en realidad se trata de un hogar donde maltratan a los hijos. En ese símil, los niños a los que maltratan son el colectivo LGTBI y los padres el Gobierno qatarí.

“Imagina a una familia rica que maltrata a sus hijos, que los golpea, y esa familia decide celebrar una lujosa cena para exhibirse ante sus invitados, ante otra gente importante. Eso es para mí la Copa del Mundo: una gran cena en la que esa familia rica no maltrata a sus hijos para aparentar que son buenos padres, pero que en cuanto sus invitados se van, vuelve a meter a sus hijos al desván”, asegura. Entre los invitados, continúa, hay de todo: algunos dirán que no se sienten cómodos acudiendo a una casa donde se da un maltrato infantil, mientras que otros acudirán y se mostrarán en contra de la situación y puede que incluso el tema se convierta en un debate filosófico sobre la crianza de los hijos, obviando a los que están sufriendo en esa misma casa, explica. “Y yo, en medio de esa fiesta, habiendo sido uno de esos niños porque mi padre era un maltratador, estoy tratando de colar mensajes para ayudarlos, para darles un teléfono de ayuda al que llamar si están en peligro”, sostiene.

Sobre los equipos de fútbol, si bien agradece que le hayan escuchado, también asegura que “podrían haber hecho mucho más” para apoyar al colectivo LGTBI en esta Copa del Mundo, ya que cuentan con “plataformas donde expresarse y sus países tienen recursos”. “He tenido oportunidad de hablar con algunos de los presidentes de los clubes de fútbol y sí, me han escuchado, pero no han hecho mucho más, a pesar de que tienen la capacidad y los recursos económicos para ello”, opina. También le han resultado curiosos gestos de apoyo como el de la selección alemana, cuyos jugadores se taparon la boca en señal de protesta después de que la FIFA anunciara que impondría sanciones a quienes lucieran el brazalete con la bandera LGTBI durante los partidos, aunque cuenta que apenas han recibido mensajes de apoyo desde el país germano, “justo al contrario que en el caso de Brasil”, explica. “La selección brasileña no ha hecho ningún gesto de apoyo durante el Mundial y, sin embargo, hemos recibido muchísimos mensajes de gente brasileña apoyando al colectivo LGTBI”, dice.

Con el objetivo de promover los derechos del colectivo LGTBI en el Mundial, Nasser ha fundado la plataforma The proud maroons, que se describe como el único grupo LGTBI de aficionados al fútbol nacional que no puede tener miembros de su propio país porque la homosexualidad es ilegal. Se trata de una vía para recaudar fondos por la causa, explica Nasser, quien añade que él es “el único que puede estar ahí como qatarí porque otros no pueden”.

Tambén asegura que el hecho de que la homosexualidad sea ilegal en Qatar solo crea un “mercado negro del abuso” y pide al Gobierno del país que la despenalice. También solicita a la comunidad internacional que no se olvide del colectivo LGTBI cuando termine el Mundial: “Existimos”.