El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha abogado este viernes por un “capitalismo más inclusivo y sostenible” para fortalecer los sistemas democráticos frente al avance del autoritarismo. Lo ha hecho en la denominada Cumbre de la Democracia de Copenhague, una iniciativa lanzada hace cinco años por la Alianza de Democracias, una organización creada por el ex primer ministro danés y ex secretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen.
Antes de participar en una conversación con varios jóvenes, el líder estadounidense ha comenzado su intervención con una mención a la guerra de Ucrania, que, a su juicio, “hace recordar la historia más oscura de Europa”. “Pero también somos testigos de la heroica resistencia ucraniana”.
El exmandatario, que estuvo al frente del Gobierno de EEUU hasta noviembre de 2017 y ahora está centrado en su fundación, ha señalado que el presidente ruso, Vladímir Putin, “no está consiguiendo sus objetivos dentro de Ucrania y más allá”. “La OTAN ha dado un paso al frente y se ha fortalecido, Finlandia y Suecia buscan una rápida adhesión, los países han acogido con los brazos abiertos a los desplazados de Ucrania, a la vez que Rusia ha sufrido un recorte de recursos e ingresos”.
“Pero no se equivoquen, esta guerra está lejos de terminar”, ha continuado Obama, y ha recalcado que el apoyo occidental a Ucrania “debe seguir siendo fuerte, firme y sostenido hasta que este conflicto se resuelva”.
Ha subrayado que el “desprecio por la ley” de Putin “no está ocurriendo de forma aislada”. “Estamos viendo un retroceso democrático en todos los continentes. Los autócratas envalentonados están incrementando la represión, apuntando a los grupos minoritarios, y a menudo se burlan del derecho internacional”.
También ha expresado su preocupación por los líderes que tratan de socavar las instituciones democráticas después de llegar el cargo. En este sentido, ha puesto como ejemplo el asalto al Capitolio estadounidense del 6 de enero de 2021, que, según el comité parlamentario que lo investiga, fue la “culminación” de un intento de golpe de Estado en el que el entonces presidente Donald Trump se vio apoyado sobre el terreno por el grupo ultraderechista Proud Boys. “En mi país, las fuerzas que desataron la violencia colectiva en nuestro Capitolio siguen produciendo desinformación y teorías conspirativas”, ha dicho Obama.
“No basta con decir contra qué estamos”
A su juicio, los recientes acontecimientos “deberían sacar de la autocomplacencia” a quienes defienden el orden democrático. “Después de la caída del Muro de Berlín, existía la sensación de que la historia iba a dar paso inevitablemente a un mundo democrático. Hemos recordado que la democracia no es inevitable ni se ejecuta por sí misma”.
Obama ha señalado que para “ganar” en el “combate de ideas” entre quienes creen en la democracia y “los que están convencidos de que la vieja manera de hacer las cosas” es la mejor, “no basta con reafirmar un statu quo que se tambalea para dar una nueva capa de pintura al orden existente”. El orden existente, ha continuado, “ha sido sacudido desde los cimientos, por la globalización y la crisis financiera y los medios de comunicación social por el aumento de la desigualdad y la migración y el cambio climático”
“No basta con decir contra qué estamos, tenemos que describir claramente a favor de qué estamos”, ha dicho. “Tendremos que reconstruir la democracia y sus instituciones, para que funcionen mejor para más gente, para esta nueva era”. Ha recalcado que la democracia “es mucho más que las elecciones” y a la vez ha defendido que ninguna democracia “es perfecta”, y que la injusticia “está incrustrada en todas las sociedades”.
Reducir la brecha entre ricos y pobres
El líder demócrata ha defendido que para construir democracias “más fuertes” y hacer retroceder esta tendencia al autoritarismo, hay que trabajar en varias áreas. La primera, opina, es “desarrollar modelos para un capitalismo más inclusivo y sostenible para que la democracia florezca”.
“Creo en la economía de mercado, son más eficientes e innovadoras que otros sistemas, también porque bien estructuradas son compatibles con la libertad. Los países escandinavos, como Dinamarca, lo demuestran”, ha dicho. “Pero también creo que la versión del capitalismo que ha pasado a dominar la economía mundial ha llegado a corroer la democracia cuando tienes billones de dólares que se mueven por todo el mundo en un abrir y cerrar de ojos fuera del control de cualquier país soberano, empresas lejanas que operan fuera del alcance de la regulación nacional o la supervisión o la recaudación de impuestos sin tener en cuenta su impacto en las comunidades locales o en los trabajadores”.
Ha recalcado que la globalización –de la cual ha dicho que China es la “gran ganadora”– ha llevado la desigualdad de ingresos “a niveles no vistos en generaciones en los países ricos”, ha amplificado la pérdida de poder de negociación de los trabajadores, ha atrofiado el crecimiento de los salarios y ha reducido “el estatus de muchos trabajadores, tal vez para todos menos para un estrecho grupo de personas”.
“Cuando la gente se siente insegura económicamente, siente que el juego está amañado, la ira aumenta. El resentimiento crece cuando los gobiernos democráticos no pueden responder a estas frustraciones. La gente se vuelve cínica hacia sus líderes y el sistema político”, ha dicho. “Cuando la brecha entre ricos y pobres se amplía cada vez más, la gente siente menos obligaciones y la confianza social disminuye, y en ausencia de solidaridad, es más probable que la gente recurra a los llamamientos populistas de hombres fuertes que ofrecen alguien a quien culpar, ya sean inmigrantes o minorías o potencias extranjeras, o partidos de la oposición o incluso la propia democracia”
En este sentido, ha insistido en que, para fortalecer las democracias, hay que prestar atención a la economía. “Tenemos que hacer que la economía global responda más a los trabajadores, a las familias, a la población y a la gobernanza representativa”. El objetivo, a su juicio, debe ser claro: reducir la brecha de riqueza, “ampliar las clases medias, devolver a la gente el sentido de control sobre sus medios de vida, hacer que las empresas privadas sean más responsables”.
Además, ha señalado que es necesario “revitalizar” las instituciones políticas para que la gente “sienta que la participación merece la pena”, dedicar “más tiempo y energía a construir una cultura democrática” y “desintoxicar” el discurso, en particular “la plaga de la desinformación, las teorías de la conspiración y el odio que ha contaminado” la política.