El intento de asesinato al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, cuando saludaba a un grupo de ciudadanos tras la reunión del Gobierno ha sacudido a Europa. Un escalofrío recorrió a los dirigentes europeos, que llevan tiempo viendo cómo los niveles de violencia van en aumento por mucho que las medidas contra los discursos de odio se han multiplicado en los últimos años. Y el temor a una escalada o un efecto contagio se ha disparado.
El tiroteo a un primer ministro no es inédito en el continente –sí en la UE– y retrotrae a los peores momentos de la historia. “El asesinato de un funcionario público –o cualquier otra forma de agresión física– es el mayor temor de cualquier titular de un cargo público. Como nos recordó el asesinato de Shinzo Abe en el pacífico Japón, esto puede ocurrir en cualquier parte”, señala el profesor de Derecho de la UE en la HEC de París Alberto Alemanno. Los precedentes en Europa son el asesinato del primer ministro sueco Olof Palme, en 1986, antes de que el país formara parte del club comunitario; y del primer ministro serbio Zoran Djindjic (2003).
¿Pero qué conduce a esta situación? En el caso de Fico, las autoridades eslovacas han asegurado que se trata de un acto individual, planificado y con una clara motivación política. Aun así, la policía de ese país ha advertido de que perseguirá a quienes aplaudan el atentado después de que hayan aparecido “en las redes sociales graves expresiones de odio, intolerancia, llamadas a una escalada de violencia y mucha información no verificada sobre el ataque”.
Y es que la violencia no es un hecho aislado. Y de ahí la preocupación a que los ataques vayan a más en un momento de ambiente preelectoral en todo el continente. Sin ir más lejos, el primer ministro belga, Alexander de Croo, ha denunciado este jueves a un presentador que pidió que “le fusilaran” y animó a los oyentes a “seguir adelante a pesar de la seguridad que rodea a ese tipo”. Algo parecido le ocurrió a su homólogo polaco, Donald Tusk, que fue mencionado por un usuario de X (antes Twitter) en un mensaje que decía que los “eslovacos dieron un ejemplo de lo que se debería hacer con Tusk”. La violencia política se encuentra en máximos desde la década de los 70 en Estados Unidos, según una investigación de Reuters.
“Ninguna forma de violencia tiene cabida ni justificación posible”, afirmó Pedro Sánchez en una intervención en un acto sobre fondos europeos organizado por elDiario.es en la que aprovechó para condenar el ataque contra su compañero de mesa en el Consejo Europeo. Sánchez es uno de los líderes acostumbrados a recibir abucheos e insultos –en su caso no sólo en la calle, sino también de otros políticos, como la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que le llamó “hijo de puta” y luego ironizó con que había dicho “me gusta la fruta”–.
“Los discursos de odio construyen un otro diferente y alejado de nosotros, sin empatía ni humanidad. El problema es que se normaliza la construcción del otro, deshumanizado, que es un enemigo y alguien sin las mismas características. Cuando carecemos de empatía, somos capaces de hacer estas agresiones”, explica la profesora de la Universidad Carlos III Magdalena Díaz Gorfinkiel. “Las violencias tangibles no surgen si no hay una violencia simbólica detrás”, reflexiona la doctora en Sociología, que considera que si no hubiera ese tipo de discursos sería más difícil que se dieran este tipo de ataques. No obstante, no ve que vaya a haber un incremento sustancial de las agresiones. “No creo que pueda extenderse tanto esta situación tan límite, aunque es verdad que no había ocurrido antes. Lo social y lo individual no siempre va junto. Entiendo que los candidatos puedan estar pensándoselo un poco”, agrega.
La presidenta saliente de Eslovaquia ha convocado este jueves a las fuerzas políticas para enviar un mensaje de serenidad. Ella misma renunció a un segundo mandato tras haber recibido amenazas, también contra su familia. “La esperanza es que esto haga que líderes políticos como Fico sean más cautelosos en el tono, el lenguaje y los mensajes que utilizan cuando ejercen su cargo”, reflexiona el profesor Alemanno.
Varios miembros del Gobierno han acusado a la oposición progresista y europeísta de crear un ambiente hostil que favoreció que se perpetrara el atentado. Recientemente ha habido masivas protestas ciudadanas alentadas por esas fuerzas contra medidas como la abolición de la Fiscalía anticorrupción, que investigaba a miembros del partido de Fico; el plan para eliminar la radiotelevisión pública, que considera poco patriótica; o las restricciones a las ONG, siguiendo el modelo ruso, informa la Agencia EFE.
Sin embargo, la vicepresidenta tercera y candidata del PSOE a las europeas, Teresa Ribera, ha apuntado a la “derecha y a la ultraderecha” como generadores de un caldo de cultivo hostil que puede “acabar generando un disgusto”. “Es hora de hacer un llamamiento muy firme y serio a todos los partidos para frenar esta espiral”, ha apostillado.
Una situación coincidente con el auge de la extrema derecha
En los últimos tiempos ha habido una ola de ataques a políticos, como la paliza que un grupo de ultraderechistas propinó al candidato socialdemócrata a las europeas en Alemania Matthias Ecke. Esa misma noche hubo una agresión a un militante de los verdes y unos días después la víctima fue de la extrema derecha. La alarma en ese país, donde Alternativa por Alemania va a crecer sustancialmente en los comicios de junio, se ha disparado ante la violencia.
Los grupos del Parlamento Europeo, a excepción del Partido Popular Europeo, firmaron una declaración en la que reclamaban que no se normalizara ni pactara con la extrema derecha. El marco en el que se comenzó a negociar ese manifiesto fue precisamente el de los ataques entre los que citaban actos de violencia de activistas de extrema derecha en Estocolmo, los ataques a las sedes del PSOE en España o las amenazas en viviendas de políticos en Bélgica. “Condenamos enérgicamente los casos cada vez mayores de acoso, vandalismo, difusión de desinformación, difamación y discurso de odio por parte de partidos de extrema derecha en todos los estados miembros para amenazar a políticos, activistas, periodistas y ciudadanos europeos todos los días”, recogía el texto.
“Creo que hay una relación clara entre el auge de la extrema derecha y el incremento de esta violencia. La extrema derecha ha dado cabida y rienda suelta a este tipo de discursos”, explica Díaz Gorfinkiel, que considera que ha logrado darles un “reconocimiento social” del que antes carecían. “El problema del auge de la extrema derecha es el cambio estructural, pero también el cambio social. No creo que sea casualidad el auge de la extrema derecha y de esta violencia. Se ha visto en otros periodos históricos”, apostilla.
“El brutal ataque al primer ministro de Eslovaquia, Robert Fico, que sigue a la agresión del eurodiputado Matthias Ecke, aparece como síntoma de una crisis más profunda de la dinámica política y administrativa, con efectos perjudiciales para nuestras democracias en vísperas de las elecciones europeas”, advierte Alemanno. En la retina de los europeos todavía permanece el asesinato a tiros de la laborista británica Jo Cox en la campaña contra el Brexit de 2016.