Las protestas en Ferguson: entre el racismo y la desigualdad
Una semana después de que un policía matara con seis tiros al joven afroamericano Michael Brown en la localidad de Ferguson (Missouri), la tensión se mantiene en las calles donde las protestas persisten día tras días elevando a decenas el número de detenidos. La situación es tan delicada que el mismo presidente de EEUU, Barack Obama, ha colocado la solución del conflicto como asunto de importancia nacional.
Detrás de las protestas de Ferguson, muchos expertos y algún editorial de The New York Times apuntan hacia posibles problemas de fondo de la sociedad estadounidense que se han concentrado en la pequeña localidad de Missouri y que tienen su origen en las diferencias económicas y raciales entre la población. El primero de ellos es la alta densidad de policía blanca en una población que en los últimos 20 años ha pasado de ser blanca en un 85% a tener un 67% de afroamericanos. En Ferguson hay 50 policías blancos y sólo 3 son afroamericanos.
Si esto se ve como un problema en Ferguson, la realidad es que la localidad perteneciente al condado de Sant Louis no es una excepción en Estados Unidos. Un gráfico del Washington Post muestra estos días que en 29 grandes ciudades norteamericanas la proporción de policías blancos con respecto a la población blanca es hasta cinco veces mayor, es decir, que en ese número de urbes hay cinco policías blancos por cada ciudadano del mismo color de piel. En otras 27 ciudades la proporción se reduce a 3 a 1.
En Baltimore, por ejemplo, mientras que sólo un 28% de la población es blanca, la policía cuenta con un 46% de miembros blancos en el cuerpo. Este problema, unido a que los negros americanos mueren siete veces más que los blancos por ataques con arma de fuego, está llevando a muchos expertos a considerar que el sistema judicial y policial estadounidense no sea del todo justo.
De hecho, el movimiento de los derechos civiles de Sant Louis denunció el pasado enero que habían registrado 346 discriminaciones relacionadas con la policía en los últimos cuatro años. Y en esta misma línea, una página web recoge la disparidad entre las detenciones de blancos y negros de todo el estado de Missouri mostrando, por ejemplo, que en 2013 la policía de Ferguson arrestó por faltas relacionadas con el tráfico a 483 negros por 36 blancos detenidos.
Las muestras de racismo hacia la población negra en Estados Unidos, lejos de haber desaparecido, siguen estando latentes. El presunto autor de los disparos, Darren Wilson, ha sido aclamado como “un héroe” por la organización racista Ku Klux Klan, desde donde han lanzado una campaña para recaudar fondos como recompensa a la “hazaña” que acabó con la vida de Michael Brown.
Brecha entre ricos y pobres
Aun así, y pese a que la batalla racial en Ferguson se esté perfilando como una de las hipótesis más claras para entender la dimensión que han tomado las protestas, hay otro factor que parece tan o más determinante que el del rebrote del racismo en la región: la brecha entre ricos y pobres.
Según datos del U.S. Census Bureau Data –una suerte de INE estadounidense–, entre 2000 y 2010-12 el paro en la localidad creció desde el 5% hasta el 13% mientras que el ratio de pobreza entre la población se duplicó en el mismo período de tiempo. Además, la pobreza se repartió entre los barrios más pobres. Entre 2008 y 2012, un único barrio de Ferguson mantuvo el nivel de pobreza por debajo del 13% cuando el resto registraron niveles de entre 19 y 33%.
Una vez más, el condado de Saint Louis y la ciudad de las protestas no son un caso aislado en el global norteamericano. En las 100 ciudades más grandes, el número de barrios con más del 20% de pobreza se duplicó entre 2000 y 2008. Concretamente, el incremento de la pobreza recayó especialmente en los barrios que ya eran pobres y, una vez más, afectó de forma más contundente a la población negra.
La violencia se ha intensificado
Pese a los intentos del presidente, Barack Obama, de calmar las tensiones en Ferguson, los últimos días han sido los más violentos. La segunda noche de toque de queda, impuesto por el gobernador de Missouri (demócrata), Jay Nixon, no sirvió el pasado domingo para que las protestas continuasen al día siguiente, esta vez más virulentas con el uso de cócteles molotov y armas por parte de la población civil. Al parecer, a esta nueva ola de protestas se han unido manifestantes venidos de ciudades al norte del condado.
Como última medida, Nixon desplegó a la Guardia Nacional de Missouri para frenar el ascenso de los disturbios al mismo tiempo que Obama se ha visto forzado a reunirse con el jefe del Departamento de Justicia en la Casa Blanca, Eric Holder, para buscar posibles vías de salida. La Guardia Nacional es una fuerza de milicia con la que cuenta cada estado y a la que se recurre en ocasiones muy puntuales como la catástrofe natural del Katrina o, recientemente, el incremento de niños indocumentados en la frontera con México.
Esta decisión ha abierto otro debate más en la sociedad estadounidense ya que la Guardia Nacional es un órgano de seguridad militar que utiliza técnicas de guerra para la solución de este tipo de conflictos. Ya durante los disturbios en Los Ángeles en 1982, este cuerpo de seguridad fue acusado de cinco tiroteos contra algunos manifestantes que no habían respetado el toque de queda. Nixon ha reconocido aun así que no todos los manifestantes son violentos y que la actuación de la Guardia Nacional servirá para evitar que la violencia empañe el resto de las protestas pacíficas.