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DATOS

Radiografía de la fabricación de vacunas: 35 países concentran la producción de las principales dosis contra el coronavirus

Ilustración: Fani Gutiérrez

Victòria Oliveres / Icíar Gutiérrez

5 de junio de 2021 22:23 h

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La producción de las principales vacunas contra el coronavirus se concentra actualmente en 35 países, la mayoría de ellos ricos, según el análisis de elDiario.es basado en los datos recopilados por el Centro de Innovación en Salud Global de la Universidad Duke.

En todos ellos hay instalaciones que participan en algún punto de la producción de las fórmulas de Oxford/AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Janssen (Johnson and Johnson), Moderna, Sinovac y Sinopharm-Beijing, las vacunas que han recibido el visto bueno de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como la del Instituto Gamaleya (Sputnik V), que se está revisando en la UE y ha recibido autorización de emergencia en decenas de países. 


¿Dónde se producen las vacunas contra la Covid-19?

Países que fabrican cada una de las principales vacunas. Se diferencian los países que solo participan en el envasado de las vacunas y los que tienen algun rol no conocido en la producción. Usa el menú para ver la localización de la producción de las distintas vacunas

Fuente: Duke Global Health Innovation Center


Los datos de los investigadores –que se basan en los acuerdos de fabricación que consiguen rastrear, aunque con importantes limitaciones– incluyen tanto la producción de la sustancia farmacológica (bulk manufacturing) como lo que se conoce como llenado y acabado (fill and finish), la última fase del proceso durante la cual la vacuna se coloca en viales y se envasa para su envío. En la primera categoría se incluye también, por ejemplo, la producción de lípidos (en el caso de las vacunas de ARN mensajero), pero no entran los proveedores que no tienen que ver con la formulación (viales, tapones de viales, filtros, bolsas de biorreactores, etc.), ya que estas cadenas de suministro son aún más complejas y rara vez se informa sobre ellas, explica a elDiario.es Andrea Taylor, subdirectora del Centro de Innovación en Salud Global de Duke.

China, Alemania, Estados Unidos y Brasil son los que más vacunas diferentes fabrican dentro de sus territorios. En total, participan en algún punto de la producción 18 países de ingresos altos, 13 de ingresos medios-altos y cuatro de ingresos medios-bajos, según el análisis de este medio. No hay rastro de acuerdos de producción en países empobrecidos. En total hay 110 acuerdos para elaborar los principales preparados que se están desplegando actualmente en las campañas de vacunación. 



En Estados Unidos, por ejemplo, la vacuna de la Universidad de Oxford y la firma anglo​-sueca AstraZeneca se produce, por ejemplo, en Hamilton (Ohio) y también en Harmans (Maryland), esta última de la mano de la compañía Catalent. El grupo estadounidense Amri hace llenado y acabado en Albuquerque (Nuevo México). En India, el mayor fabricante del país, el Serum Institute, también produce su propia versión del preparado de AstraZeneca. México, Argentina y Brasil también tienen acuerdos para elaborar la vacuna en instalaciones de Liomont, Fiocruz y Mabxience. En Europa, se fabrica en Reino Unido, Bélgica (en Seneffe), Países Bajos (en Leiden) y Alemania (en Dessau Rosslau). También se preparan viales en Italia y en España, en concreto Insud Pharma, en su planta de Azuqueca de Henares (Guadalajara).

Mucho más reducida es la expansión territorial de la producción de la fórmula desarrollada por la biotecnológica alemana BioNTech y la estadounidense Pfizer, que usa la nueva tecnología del ARNm. En Estados Unidos, se fabrica en instalaciones de Pfizer en Missouri, Michigan y Massachusetts, así como la compañía Croda en Alabama. En China y Singapur hay plantas que participan en su elaboración, aunque su rol en el proceso es desconocido. En Europa, Pfizer la produce en Irlanda (en Dublín) y Puurs (Bélgica) y varias compañías asociadas en Normandía (Francia), Klosterneuburg (Austria) así como un puñado de localidades alemanas. 

Si se tienen en cuenta otras vacunas –muchas de ellas avanzadas, pero aún no autorizadas por la OMS y no extendidas en su uso– el número de países que participan en la fabricación se eleva a 41, y el número de acuerdos de producción a 168. En este grupo entran las de Novavax, CureVac, Bharat Biotech (Covaxin), AnGes, Arcturus Therapeutics, Vector Institute, Sanofi, Valneva, Medicago, Inovio, Anhui Zhifei Longcom-CAMS.

A más descentralización en la producción, más en las compras

A finales de 2020 y principios de 2021, “las compras eran el principal marcador de quiénes recibirían las vacunas y quiénes se quedarían atrás. Ahora, la fabricación y el suministro se han convertido en limitaciones cruciales para el acceso global y la equidad”, sostienen los investigadores de la universidad estadounidense, que tras rastrear los acuerdos detectan un patrón. Los fabricantes, explican, pueden clasificarse en dos sistemas o enfoques: uno “global y descentralizado” y otro enfoque “centralizado e interno”. La mayoría está en un punto intermedio, pero hay grupos en ambos extremos del espectro.

Los patrones de compra a nivel mundial tienden a reflejar el enfoque de fabricación, indican. Los que adoptan uno descentralizado “generalmente han dado prioridad a esto en sus ventas y tienen un mayor alcance en términos de número de países y regiones que adquieren su vacuna”. 

Quienes han apostado por un enfoque centralizado, en cambio, suelen dar prioridad a sus lugares de fabricación para las ventas y las entregas de 2021. Un ejemplo claro en este sentido puede ser el de la estadounidense Moderna, cuya vacuna de ARNm se está fabricando en EEUU, Corea del Sur y Europa (en plantas de España, Francia, Suiza y Países Bajos). Se ha comprado principalmente en países de Norteamérica, Europa, Corea del Sur, Japón y Australia. La de Moderna ha sido hasta ahora una de las vacunas más caras y las condiciones de cadena de frío que necesita para su conservación son menos ideales para países con menos recursos.



Similares son las conclusiones de los investigadores del Global Health Centre de Ginebra, que también están tratando de recabar datos acerca de cómo los desarrolladores de vacunas están contratando a fabricantes para ampliar su capacidad de producción. 

Sus datos contienen 112 acuerdos entre 14 desarrolladores y 99 fabricantes con sede en 34 países. Solo cuatro han sellado 10 o más acuerdos que se conozcan públicamente (Oxford/AstraZeneca, Johnson & Johnson, Novavax y Gamaleya). Muchos de los acuerdos rastreados por el Global Health Centre parecen ser únicamente para la fabricación, pero una pequeña proporción (12,5%) también incluyen derechos de licencia y distribución.

Según su análisis, los desarrolladores de vacunas con sede en países ricos han seleccionado principalmente a socios fabricantes también con sede en países ricos (el 77%). Por el contrario, explican, los desarrolladores de vacunas de India (Bharat Biotech), China (Sinopharm, Sinovac y CanSino) y Rusia (Gamaleya) han escogido principalmente socios fabricantes con sede en países de renta media (el 88%). Entre los fabricantes, la mayoría son empresas privadas, pero algunos son organismos gubernamentales, empresas estatales o asociaciones público-privadas. 

Además, en el 39% del total de acuerdos, las vacunas se venderán principal o exclusivamente en el país donde el fabricante tiene su sede, algo que, según su análisis, parece ser más común en los países de ingresos medianos altos.

Un panorama muy opaco

Tanto los investigadores del centro suizo como los de Duke coinciden en las importantes limitaciones que se encuentran a la hora de recabar estos datos. “Hay poca transparencia sobre estos acuerdos, la información pública es inconsistente e incompleta”, dice el Global Health de Ginebra en su portal, especialmente en lo relativo a cuestiones como plazos de fabricación, etapas del proceso de producción o transferencia de tecnología. 

“A pesar de la importancia de la fabricación, el panorama en sí es tremendamente opaco”, coinciden los investigadores de Duke. “La información disponible públicamente sobre la producción es escasa y fragmentada, lo que dificulta a los responsables políticos y a los responsables de la toma de decisiones comprender plenamente las diversas cadenas de suministro implicadas, hacer un balance de los riesgos y tomar medidas urgentes donde más se necesitan en este esfuerzo global”.

Por eso, remarcan que sus datos no son exhaustivos, ya que “todavía hay muchas incógnitas”, pero están “recopilando la información disponible para permitir una mejor comprensión y toma de decisiones a nivel mundial”.  

Se necesitan 11.000 millones de dosis

Se calcula que, en condiciones normales, el mundo suele disponer de unos 3.500 millones de dosis de vacunas al año y si se añade la gripe, la cifra se eleva a unos 5.000 millones.

El Centro de Innovación en Salud Global de Duke hace una suma de las proyecciones de los desarrolladores de vacunas, según la cual podrían producirse más de 12.000 millones de dosis. Pero estos datos, insisten, pueden incluir supuestos optimistas.

Suponiendo que el mercado sea principalmente de vacunas de dos dosis (Janssen y CanSino son las únicas vacunas de una dosis que se comercializan actualmente), se necesitan unos 11.000 millones de dosis para vacunar al 70% de la población mundial, recuerdan. “Si los fabricantes son capaces de alcanzar su objetivo de más de 12.000 millones de dosis este año y si esas dosis se compran y distribuyen equitativamente entre la población mundial, podríamos satisfacer gran parte de las necesidades del mundo en 2021. Pero hay que señalar que ambos son grandes supuestos”.

No obstante, todo esto se puede ver afectado por la aparición y propagación de nuevas, los posibles refuerzos periódicos para mantener la inmunidad o el uso en menores. “La aprobación de una o más vacunas para niños podría cambiar de nuevo el panorama de la demanda y la oferta. Algunos países también pueden optar por comprar y mantener un excedente de dosis de vacunas más allá de sus necesidades inmediatas con el fin de gestionar los riesgos futuros, disminuyendo el suministro inmediato para otros países”.

Para cumplir con esos 12.000 millones de dosis, indican, la producción tiene que aumentar a “una escala que no hemos visto antes”, señalan los investigadores de Duke, que creen que la oferta de 2021 estará dominada por los preparados de Oxford/AstraZeneca, Pfizer/BioNTech y Novavax.  

A lo largo de la pandemia ha habido otras estimaciones menos optimistas. De mayo a junio de 2020, la llamada Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) encuestó de forma anónima a 113 fabricantes y estimó que la capacidad de producción será de 2.000 millones a 4.000 millones de dosis para fines de 2021.

Los fabricantes de vacunas afirman que están ampliando drásticamente las líneas de producción y contratan a sus homólogos para producir miles de millones de dosis más. Pero el mundo está lejos de tener suficiente y hasta ahora solo se ha producido una pequeña parte de esos 11.000 millones que se calcula que hacen falta. 

La fabricación global está resultando difícil de medir. Según datos de la Comisión Global para la Política Pospandémica, hasta el 31 de mayo, la producción total desde el pasado noviembre asciende a 2.103 millones de dosis, con China muy a la cabeza. 

“Las proyecciones [12.000 millones] son una locura”, dice Andrea Taylor, de Duke. “Las mejores estimaciones que he visto son que globalmente habíamos producido 2.000 millones de dosis a finales de mayo. Eso significa que tenemos un largo camino que recorrer en los próximos seis meses”. 

Las formulaciones de vacunas son complejas. Pfizer, por ejemplo, ha asegurado que su vacuna de ARNm, una tecnología nueva, necesita 280 componentes de 86 proveedores en 19 países. 

A juicio de Taylor, el principal problema es que “los acuerdos de transferencia de tecnología [conocimientos necesarios para fabricar] son complejos y tardan más de lo que se espera”. “Para los fabricantes de vacunas que han confiado en la producción global a través de la transferencia de tecnología (por ejemplo, Oxford-AstraZeneca, Sinopharm, Sputnik V), estos centros de fabricación han tardado mucho en ponerse en marcha. Esto se debe, en parte, a que se necesita mucho tiempo para compartir la experiencia y los conocimientos técnicos, es difícil hacer llegar las materias primas a través de las fronteras a tantos lugares, y el proceso de garantía de calidad y certificación es lento, como debe ser”. 

Según datos recopilados por la organización especializada Knowledge Ecology International (KEI), los fabricantes de vacunas contra el coronavirus generalmente comienzan a entregar los primeros lotes en menos de seis meses tras la transferencia de tecnología.

Un segundo problema, explica Taylor, son los cuellos de botella en el suministro de los materiales necesarios para el proceso de fabricación, “como los filtros y las bolsas de biorreactor”. “Sabemos por informaciones anecdóticas de los fabricantes de vacunas que la escasez mundial de estos materiales los está retrasando, pero no hay datos claros sobre lo que escasea específicamente y en qué medida está afectando a los plazos de producción”.

La investigadora de Duke asegura que tiene más confianza en las proyecciones de las vacunas del ARNm que en las de las demás, “ya que al principio tuvieron problemas, pero ahora parecen haber resuelto los cuellos de botella”. “Siempre que se puedan obtener suficientes lípidos, el ARNm puede ser mucho más rápido de producir que otras plataformas de vacunas. Esperamos que Oxford-AstraZeneca y J&J reduzcan sus previsiones para 2021, basándose en los problemas de producción que se han producido en lo que va de año”. 

Lo producido se reparte de manera muy desigual

La distribución de las vacunas que se han producido hasta ahora sigue estando marcada por una enorme desigualdad. Hasta la fecha, se calcula que se han administrado 2.048 millones de dosis en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más del 75% de todas las vacunas se han puesto en solo 10 países. Un porcentaje extremadamente pequeño se ha administrado en los países empobrecidos.

“La actual crisis de vacunas refleja una desigualdad escandalosa que está perpetuando la pandemia. No hay ninguna manera diplomática de decirlo: un pequeño grupo de países que fabrican y compran la mayor parte de las vacunas controlan el destino del resto del mundo”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ante los países miembros hace unos días. Según ha defendido, el número de dosis administradas en todo el mundo hasta el presente sería suficiente para proteger a todos los trabajadores sanitarios y a las personas mayores, si se hubiesen distribuido equitativamente. “Podríamos haber estado en una situación mucho mejor”. 

El mecanismo de reparto equitativo COVAX también se ha visto perjudicado por el acaparamiento de los países ricos y las restricciones a las exportaciones en India. Afronta un déficit de más de 100 millones de dosis.



En los últimos meses, junto a expertos y organizaciones sociales, la OMS ha hecho constantes llamamientos para acelerar la fabricación. “Necesitamos muchas más dosis cuanto antes y hemos de hacer todo lo posible por conseguirlas”, ha dicho el jefe de la OMS, que ha sido crítico con el hecho de que varios fabricantes hayan anunciado que tienen capacidad para fabricar vacunas si las empresas que las producen están dispuestos a poner a disposición las licencias, la tecnología y los conocimientos técnicos correspondientes, y esto “no se haya hecho todavía”. Menciona expresamente el caso de la pequeña farmacéutica canadiense Biolyse, y otras que se han ofrecido a contribuir, como Teva (Israel) e Incepta (Bangladesh).

La OMS ha abogado por lo que denomina “transferencia tecnológica coordinada” a través de su plataforma C-TAP, un repositorio para que las empresas compartan su conocimiento técnico y sus datos con otros productores, promoviendo un modelo de ciencia abierta, en el que las licencias (la autorización para usar las patentes) se concedan de forma no exclusiva para aprovechar la mayor capacidad de fabricación posible. Pero hasta la fecha, desde que se creó hace un año, ningún fabricante de vacunas ha contribuido.

Este sistema, dice la OMS, es más transparente que los acuerdos bilaterales como el sellado, por ejemplo, entre AstraZeneca y el Serum Institute. Asimismo, la agencia ha defendido la suspensión temporal de las protecciones de propiedad intelectual, entre ellos las patentes, como han propuesto varios países liderados por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio, sugiriendo que ello podría facilitar la ampliación de la fabricación y usar capacidad desaprovechada. De momento, pese al apoyo de EEUU a negociar la medida, un grupo de países, muchos de ellos con industrias farmacéuticas y biotecnológicas importantes, continúan negándose.

Muchas voces partidarias dicen que la medida tendría que formar un paquete más amplio para impulsar la fabricación, y exigen que venga acompañada de transferencia de tecnología y una inversión masiva en capacidad de producción, ya que podría hacer falta modernizar y construir fábricas, y producir más materias primas o ingredientes básicos, y otros elementos necesarios, como los viales o las jeringuillas.

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