El republicano Kevin McCarthy se ha convertido este martes en el primer presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos en ser destituido del cargo por la rebelión interna de su partido. Liderados por el congresista Matt Gaetz, los miembros del ala ultraconservadora de los republicanos (Freedom Caucus) han impulsado una moción para echar a su propio adalid, que se ha saldado con una ajustada votación: 216 votos favorables (8 de los cuales, republicanos) y 210 en contra. El congresista Patrick McHenry, aliado de McCarthy, ocupará su puesto en funciones hasta que se elija a un sucesor.
La posición de debilidad de McCarthy quedó manifiesta durante la votación de presupuestos del pasado sábado, cuando tendió la mano a la bancada demócrata para sacar adelante una prórroga de 45 días para evitar el cierre inminente de la administración. La votación de este martes ha firmado su sentencia. “Si se me destituye porque he actuado para garantizar que las tropas y los agentes fronterizos sigan recibiendo su sueldo, es una batalla por la que merece la pena luchar”, dijo McCarthy, con su habitual tinte heroico, horas antes de recibir el rechazo mayoritario del Congreso.
El desgobierno lleva diez meses instalado en la Cámara Baja, desde que las elecciones legislativas dejaron una ajustada mayoría republicana, sustentada por el ala dura del partido. Desde el mismo día de su elección, que requirió 15 votaciones, McCarthy entendió que su cargo estaría toda la legislatura expuesto al boicot de la extrema derecha. De hecho, una de las concesiones que hizo entonces fue la posibilidad de que un solo congresista pudiera forzar en cualquier momento una votación para cesarlo, algo que le ha terminado costando el cargo este martes.
El día que McCarthy se quedó solo
Cuando EEUU se encaminaba hacia un nuevo cierre de gobierno, tras semanas de negociaciones fallidas sobre los presupuestos, McCarthy se sirvió de los votos de los demócratas para aprobar una prórroga y ganar tiempo en las negociaciones. Algo que sentó mal entre el sector ultra, que reclama recortes masivos del gasto de la mayoría de agencias federales y programas sociales.
Este martes, Gaetz alertaba de un supuesto “pacto secreto sobre Ucrania” entre McCarthy y los demócratas, que habría servido para desbloquear la votación de presupuestos. El aumento del apoyo militar a Ucrania había sido una de las líneas rojas de los demócratas en las negociaciones, pero finalmente no quedó incluida en la prórroga aprobada el sábado.
El argumento de los demócratas es que era demasiado grande el peso político de anteponer la ayuda a Ucrania a mantener la financiación del gobierno. Pero Gaetz tiene otra opinión: “¿Qué compromisos le hizo a Biden para continuar con su plan de gasto?”, se preguntó este lunes en un discurso ante el Congreso. “Cada vez está más claro para quién trabaja el presidente de la Cámara”.
Los demócratas no salvan a McCarthy: “Es responsabilidad de los republicanos”
Ante la rebelión interna, “la única manera de que Kevin McCarthy sea presidente es que los demócratas le rescaten”, certificó Gaetz. Una opción que McCarthy rechazó desde el primer momento, habida cuenta de su débil posición, al igual que los demócratas, a las antípodas ideológicas del speaker. “De ninguna manera vamos a votar para que se quede McCarthy”, aseguró la congresista Pramila Jayapal, “nadie confía en él, ¿por qué deberían hacerlo?”.
El presidente de la cámara baja inició el mes pasado una investigación en el Congreso como paso previo a abrir en un futuro un proceso de impeachment (juicio político) contra Joe Biden por su supuesta implicación en los negocios de su hijo Hunter. Lo hizo en una clara concesión al ala dura de su partido, y cambiando de parecer, puesto que siempre se había opuesto a iniciar un impeachment sin pruebas concluyentes.
Dados estos antecedentes, minutos antes de la moción, el líder de la minoría demócrata, Hakeem Jeffries, dejó claro el sentido del voto de su partido: “Dada su falta de voluntad para romper con el extremismo MAGA (del lema trumpista Make America Great Again) de una manera auténtica y completa, el liderazgo demócrata de la Cámara votará sí a la moción republicana”.
También se pronunció la predecesora de McCarthy en el cargo, Nancy Pelosi: “El presidente de la Cámara es elegido por el partido mayoritario. En este Congreso, es responsabilidad de los republicanos elegir al presidente del pleno. No hay ninguna justificación para apartarse de esta tradición”, publicó en X (antiguo Twitter).
Si no es McCarthy, ¿entonces quién?
La última vez que un presidente de la Cámara de Representantes sufrió una rebelión interna de este tipo fue en 1910. En aquella ocasión, la moción al líder republicano Joseph G. Cannon no fue fructífera, a diferencia de este martes, pero allanó el terreno para que los demócratas recuperaran la mayoría.
Ahora el ala dura de los republicanos ha echado al líder de su partido, aquél al que nombraron después de 15 intentos en los primeros compases de la legislatura. Diez meses después, la misma duda que entonces que recorre estos días el Congreso: “si no es McCarthy, ¿entonces quién?”. Por el momento, ningún congresista se ha presentado como alternativa a presidir la cámara baja, cargo de gran importancia, al ser el segundo en la línea de sucesión del presidente de la república, después de la vicepresidenta, Kamala Harris.
Cuando McCarthy fue elegido, elaboró una lista secreta de congresistas que podrían tomar sus funciones en el caso de irse o ser echado del cargo. Hoy se ha desvelado la primera persona en esa lista, Patrick McHenry, que tendrá la autoridad de speaker hasta que la Cámara de Representantes elija a otro. Uno de los nombres que ya suena en los pasillos del Congreso es el de Steve Scalise, número dos de la bancada republicana y rival declarado de McCarthy. El líder de la revuelta, Gaetz, ya dijo que lo apoyaría en caso de que se presente, al igual que al número tres de los republicanos, Tom Emmer.
“Tiene una buena sala de conferencias”, dijo Gaetz sobre el posible candidato, “y no nos miente”. Emmer, que no es un líder especialmente fuerte, se ha ganado la confianza de varios miembros de la extrema derecha a base de organizar sesiones nocturnas en su despacho, asegura The New York Times. En los próximos días, podría convertirse en el sucesor de McCarthy. Aunque, pase lo que pase, el caos y el desgobierno seguirán instalados en la Cámara Baja del Capitolio.