Los resultados electorales en Escocia: entre la resistencia al Brexit y la oposición a la derecha británica
Las elecciones al Parlamento británico del 12 de diciembre ponen de manifiesto la fractura interna del Reino Unido y la diferente percepción de valores y prioridades que la sociedad escocesa tiene con respecto al resto del país. El triunfo del SNP, el Partido Nacional Escocés –que se hizo con 48 de los 59 escaños escoceses y que recibió un 45% de los votos en esta región–, no debe entenderse de forma reduccionista como 'el voto del nacionalismo'.
El análisis de la distribución de voto demuestra que el SNP ha sido votado por amplia mayoría en demarcaciones tradicionalmente 'unionistas' –contrarias a la independencia– y laboristas (en particular, el SNP ha crecido 8 puntos, los mismos de la caída del laborismo escocés).
El triunfo del SNP debe entenderse como el voto de protesta y oposición de casi la mitad del electorado escocés a un partido conservador liderado por Boris Johnson que legitima el discurso xenófobo de la extrema derecha y que se orienta hacia el neoliberalismo más extremo. Porque en Escocia, el 75% de quienes acudieron a votar el 12 de diciembre dieron su apoyo a los partidos de la oposición, incluyendo los malparados Scottish Labour (Partido Laborista escocés) y Lib Dems (Liberal Demócratas).
El SNP no solamente es el partido más votado en Escocia. Es un partido que goza de gran popularidad entre la izquierda verde y progresista del Reino Unido (de hecho, las anteriores líderes del Green Party inglés Caroline Lucas y Natalie Bennett han apoyado públicamente las políticas sociales del SNP en Escocia) y también entre las asociaciones de apoyo a la inmigración, comunitaria y extracomunitaria.
Junto con los Lib Dems (liberales), el SNP ha sido el partido británico que más activamente se ha involucrado en la defensa de los derechos de los ciudadanos europeos durante el proceso de negociación del Brexit. Frente a la ambigüedad de Jeremy Corbyn, que llegó a defender en varias ocasiones tras el referéndum de 2016 que “los puestos de trabajo británicos son para los trabajadores británicos”, la ejecutiva del SNP defendió desde un principio el derecho de los ciudadanos europeos residentes en el Reino Unido a que se les reconociera dicha residencia de forma automática, sin tener que pasar por ningún “proceso de regularización”, que es lo que actualmente está ocurriendo.
Nicola Sturgeon, líder del SNP y actual first minister de Escocia, ha afirmado en numerosas ocasiones que la inmigración no es un problema para el país, sino una fuente de beneficios sociales y económicos, y que los inmigrantes engrandecen Escocia. A diferencia del Gobierno británico, y como jefa del Gobierno escocés, Sturgeon fortaleció el protocolo antirracista de la policía escocesa tras el referéndum del 2016 en previsión de posibles brotes xenófobos. La actitud del Gobierno del SNP, con Sturgeon y otros ministros reiterando a las comunidades inmigrantes que “Escocia es vuestra casa” e instando a denunciar cualquier incidente racista, fue determinante para garantizar la convivencia pacífica.
Lejos de estereotipos, cabe preguntarse qué representa realmente el SNP y por qué se ha convertido en el partido más votado en Escocia. Para responder a esta pregunta es importante analizar la transformación interna que ha presenciado el SNP en los últimos años.
En 2007, un Gobierno de coalición liderado por Alex Salmond gobernaba Escocia. Era la primera vez que el SNP accedía al poder gracias al apoyo del Green Party. El SNP era entonces un partido fundamentalmente de partisanos donde todos parecían conocerse. En época de elecciones, era notorio ver a Alex Salmond, Nicola Sturgeon, su entonces mano derecha, y otros pesos pesados del partido como John Swinney –que ha ocupado las carteras de Economía y Educación–, acercase los fines de semana a las sedes regionales para ayudar a repartir propaganda y pegar carteles.
El SNP moderno había dejado atrás su pasado aristocrático y un tanto conservador (de hecho, los votantes laboristas más ancianos aún se refieren al SNP como “los tories escoceses”). La formación se vio envuelta en convulsas luchas internas en los años 70 y disputas por el liderazgo en los años 90 para convertirse en un partido de ideología socialdemócrata que, bajo el liderazgo de Alex Salmond, propugnaba un 'nacionalismo cívico'. Dicho nacionalismo se entendía como una visión “abierta, cívica e inclusiva del papel de Escocia en el mundo y en las Islas Británicas”.
En su 'nacionalismo cívico', el SNP evolucionaba desde su faceta más socialista –Alex Salmon se había declarado socialista y republicano durante las luchas internas– a la faceta más socialdemócrata. En la primera legislatura promulgaron medidas como la gratuidad de los medicamentos para todos los pacientes registrados en la sanidad pública, independientemente de sus ingresos, la abolición del pago de matrícula para la enseñanza universitaria, la congelación del impuesto de la vivienda (que en Reino Unido paga quien reside en ella y no el dueño) y la supresión del pago de peajes en toda la red de carreteras, entre otras. También se realizaron importantes inversiones en educación, sanidad y políticas sociales para apoyar a aquellos en riesgo de exclusión social. Con el tiempo, algunas de estas inversiones y las medidas adoptadas se demostraron ineficaces, en particular la gestión de la sanidad pública, lo que hizo que el SNP perdiera credibilidad en la gestión de competencias.
La gran prueba de fuego de un SNP ya consolidado en el poder fue sin duda el referéndum de independencia de 2014. La falta de coherencia en el argumento económico –se pedía el voto para Escocia independiente, pero que usara la libra esterlina y por lo tanto estuviera sometida a los dictados del Banco de Inglaterra– y la amenaza velada de una expulsión temporal de la UE hizo que venciera el 'no', con la consiguiente dimisión de Alex Salmond.
Nicola Sturgeon, ahijada política y sucesora de Alex Salmond, ha completado la transformación del SNP profesionalizando un partido de voluntarios y partisanos y dotándolo de una férrea estructura y reglamentos internos que algunos de sus detractores no han dudado en tildar de “asfixiante”. De hecho, tras la reforma del reglamento interno del partido promovida por Sturgeon en el Congreso Nacional del 2015, militantes disidentes bautizaron el SNP como “House of Sturgeon”.
Frente a las voces críticas que la acusan de autoritaria e inflexible, Nicola Sturgeon se consolida como una política carismática y capaz, que ha ganado muchas veces el voto popular en los debates televisivos a ambos lados de la frontera de Escocia, que ha adoptado medidas activas para promover la presencia de mujeres en la ejecutiva del partido y que es capaz de plantarse ante el negociador jefe del Brexit en Bruselas para defender los intereses de Escocia.
El discurso de Nicola Sturgeon se fundamenta en presentar al SNP como el único partido que en Escocia es capaz de oponerse a los recortes sociales y las políticas de austeridad del Gobierno británico y el único partido que es capaz de oponerse a la privatización de la sanidad pública. Este enfoque es crucial para entender por qué el SNP ha recibido el voto de nacionalistas y no nacionalistas, ya que para los escoceses la defensa de la sanidad pública y gratuita y el cuidado de los miembros más débiles de la comunidad forman parte de la idiosincrasia nacional. Por eso, la inmensa mayoría de la sociedad escocesa nunca podrá votar el individualismo que encarna el Partido Conservador.
En 2020, de cara a una inminente salida del Reino Unido de la UE, el SNP continuará siendo la némesis de Boris Johnson y es de esperar que Sturgeon logre el apoyo de todos los grupos políticos con representación en el Parlamento escocés (conservadores escoceses incluidos) para lograr que Escocia permanezca en la unión aduanera, al igual que Irlanda del Norte.
Si el destino de esta pequeña nación de casi seis millones de habitantes parece estar unido a un Reino Unido en descomposición y caída libre, el SNP de Nicola Sturgeon se perfila como un ancla importante para frenar dicha caída.
Mari Cruz García forma parte del Movimiento Europeo en Escocia. En el Reino Unido, fue fundadora de la Asociación Hispana en Fife-Dundee y actualmente es consejera en el Consejo de Residentes Españoles en el Norte del Reino Unido.