Hizo su intervención con vivas a Viktor Orbán y su partido, Fidesz, horas después de que la Justicia europea avalara el mecanismo para cortar los fondos a Hungría y Polonia si no cumplen con el Estado de Derecho. Después, se bajó del estrado y se fue dando voces hacia la salida mientras intentaba intervenir el liberal. En un momento dado, se da la vuelta y levanta el brazo, para, a continuación, proseguir su marcha del hemiciclo cuando intentaba arrancar su discurso el popular checo Tomáš Zdechovský.
Era el eurodiputado búlgaro Angel Dzhambazki, del partido VMRO (Movimiento Nacional Búlgaro) de extrema derecha y ultranacionalista, anfitrión del primer acto de Vox en Bruselas, en marzo de 2019, de la misma familia política europea que el partido de Santiago Abascal (ECR) y ponente del informe del levantamiento del suplicatorio a Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí.
El gesto ha contado con la primera reacción de la vicepresidenta de la Eurocámara Pina Picierno (PD/S&D), quien después de que se produjera ha anunciado una sanción: “Me han dicho que se ha producido un saludo romano en esta Cámara. Si eso es así, se procederá a una sanción. Es inadmisible que se realicen gestos fascistas aquí”.
Y la presidenta de la Eurocámara, la maltesa Roberta Metsola (PP europeo), ha afirmado: “Un saludo fascista en el Parlamento Europeo es inaceptable para mí, siempre y en todas partes. Me ofende a mí y a todo el mundo en Europa. Nosotros defendemos lo contrario. Somos la Casa de la democracia. Ese gesto pertenece al capítulo más oscuro de nuestra historia, y ahí debe quedarse”.
El presidente de los populares en la Eurocámara, el alemán Manfred Weber, también ha condenado el “saludo hitleriano”, denunciado inicialmente en un vídeo por la cuenta de Twitter de la delegación del partido de Emmanuel Macron en Bruselas, Renaissance (Renew).
En más de una votación reciente y relevante en el Parlamento Europeo, como en la elección de Metsola –por un vicepresidente de ECR en la Eurocámara– o la del premio Sajarov para Alexei Navalny, populares, liberales (Renew) y los ultraconservadores de Dzhambazki y Vox (ECR) han sumado sus votos.
Horas después, y una vez que ha empezado a circular el vídeo, el eurodiputado búlgaro ha intentado justificarse: “Cuando confundes un saludo simple con un saludo nazi, tienes un verdadero problema de la ley de Godwin [a medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno]. El hecho de que uno no esté de acuerdo contigo no significa que sea nazi. Me disculpo si mi saludo inocente ha insultado a alguien, pero este es un caso grave de reductio ad absurdum”.
El búlgaro ha enviado un correo electrónico a todo el Parlamento Europeo expresando una disculpa similar a la recogida en su tuit.
La jefa de la delegación de IU en el Parlamento Europeo, Sira Rego, también ha condenado el gesto.
El protagonista es un eurodiputado de extrema derecha búlgaro llamado Angel Dzhambazki, del partido VMRO, comparte bancada con Vox en el grupo ECR del Parlamento Europeo. Pero los vínculos van más allá de pertenecer a ese mismo grupo.
Dzhambazki fue la persona que ejerció de anfitrión en el primer acto de Vox en el Parlamento Europeo. Era marzo de 2019, aún no se habían celebrado las elecciones generales ni las europeas, por lo que Vox aún era extraparlamentario. Pero el eurodiputado búlgaro organizó un acto en la sede de Bruselas en el que participó el secretario general del partido, Javier Ortega Smith, y el que ahora es jefe de la delegación de la formación en Bruselas, Jorge Buxadé.
Aquel acto, en marzo de 2019, contó con protestas de colectivos feministas del Parlamento Europeo.
Meses después, una vez que ya pasaron las elecciones, Dzhambazki volvió a cruzarse con la política española. El búlgaro, que en marzo de 2019 aplaudía mientras Ortega Smith pronunciaba la jaculatoria “Puigdemont a prisión”, acababa convertido en el ponente de los suplicatorios de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín, que finalmente votó el pleno del Parlamento Europeo.
Un ponente que elaboró un informe sobre la inmunidad de Ponsatí en el que le atribuía un delito que no estaba en la euroorden emitida por el Tribunal Supremo.
El informe aprobado en la comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo, presidida por el español Adrián Vázquez (Ciudadanos) para levantar la inmunidad de la eurodiputada Clara Ponsatí afirmaba que “el presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo español solicitó la suspensión de la inmunidad por un presunto delito de sedición y por un delito de malversación de fondos públicos”. Sin embargo, en su carta del 10 de febrero de 2020, el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes, remite al entonces presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, una solicitud de suplicatorio en la que incluye autos de procesamiento del caso de mayo de 2018 y marzo 2019, así como la sentencia del procés de octubre de 2019 y el auto de la euroorden de octubre de 2019.
Y en esa euroorden de 4 de noviembre de 2019 que incluye Lesmes en su carta a Sassoli, el juez instructor del Supremo, Pablo Llarena, en la página 54 del auto, atribuye a Ponsatí y Toni Comín cargos de sedición, pero los de malversación los deja para Comín y el ex conseller Lluís Puig.
Recientemente, Dzhambazki celebraba la cumbre de líderes de la extrema derecha europea auspiciada en Madrid por Vox.