Sobrevivir a los seguros sanitarios en EEUU: “Ni loca voy aquí al médico, paso la ITV siempre en España”

“Mi mujer estaba muerta del dolor bajando de la ambulancia en urgencias y yo saliéndome a llamar al seguro para informar de que estábamos en un hospital fuera de su red, porque si no llamo, teníamos que adelantar el dinero”. La experiencia de Sebastián es una de tantas historias del horror de los seguros médicos en EEUU y que están en el centro de los debates abiertos tras el asesinato del consejero delegado de la mayor aseguradora del país.

Aunque las discusiones sobre la sanidad en EEUU suelen arrancar en los 27 millones de personas que no tienen seguro médico, son muchos más los que conviven con un sistema caótico, carísimo e ineficiente que además te puede dejar tirado en el peor momento. Para los que llegan a EEUU como migrantes después de crecer con otros sistemas sanitarios, como Rafa, es un shock detrás de otro: “Uno viene con la idea de que, si pagas un seguro mensualmente, cuando necesites atención no pagas o pagas muy poco”. Pero no es así.

“Mi primer shock fue aprender, pagando un seguro de unos 300 euros al mes, el concepto del deducible: entender que el seguro no va a pagar absolutamente nada hasta que yo llegue al deducible. Es algo parecido a la franquicia en un seguro de coche: hasta que Rafa —una de la docena de personas que han hablado con elDiario.es, pero que no han querido salir con su nombre completo— no ha gastado de su bolsillo en médicos la cantidad de su deducible, el seguro no paga nada. “Y puede ser de 4.000 a 7.000 euros en función del plan que uno elija”.

“Dos semanas de mi vida llamando al hospital”

Junto con la palabra deducible se aprende también la de copago. “Al llegar al médico te hacen rellenar los datos y pasar la tarjeta, lo primero”, dice Nora, que lleva varios años viviendo en Estados Unidos. Por ver a un médico de atención primaria pueden ser 20 euros, o 50 para un especialista, pero hay quien ha llegado a pagar 200 euros por una consulta por videollamada cuyo precio sólo le dijeron a posteriori. Y eso suponiendo que acudas solamente a consultas y hospitales que pertenezcan a la red de tu seguro, ya que los precios para no clientes son mucho más caros.

Si además el médico te manda pruebas adicionales, el precio puede subir mucho más: a la dermatóloga de Rafa no le gustó el aspecto de un lunar, así que le extirparon un trozo para mandarlo al laboratorio y pagó 700 euros de los que su seguro no se hizo cargo. Nora sólo quería comprarse unas lentillas, “pero para eso necesitas una receta y la revisión en la propia óptica me costó casi 500 euros porque no tenía seguro ocular”.

El dinero es claramente un problema, pero la pelea continua con las aseguradoras también: reclamaciones, cargos incorrectos, denegaciones de servicio... Diana, que ha vivido varios años en diferentes estados, acudió a urgencias con un fortísimo dolor en el vientre: “Vino la enfermera, nos tomó los datos y nos dijo que esperáramos. Pasa una hora, pasan dos... nada, que nos atienden y decidimos irnos. Dos meses después nos llega una factura increíble. Fueron dos semanas de mi vida llamando al hospital a decirles que nunca fuimos atendidos”.

“Ni loca voy aquí al médico, paso la ITV siempre en España”

Casi todos los consultados coinciden en una cosa: a pesar de los disgustos y los gastos, mucho peor es no tener seguro. F. vio la factura que pagó su seguro después de que su hija recién nacida estuviera hospitalizada y era de más de 600.000 euros, “el precio de un piso de 80 metros” en algunos barrios céntricos de Madrid y Barcelona. D. fue al hospital más cercano después de que un coche le chocara por detrás en la autopista y el seguro del otro conductor tuvo que pagar más de 17.000 euros por un chequeo y una resonancia.

Tener un seguro puede ser una enorme tranquilidad, así que para millones de estadounidenses es un factor importante a la hora de tomar decisiones vitales. “Mi compañera de piso era bipolar, tomaba muchísima medicación y estaba muy feliz de estar en la universidad porque el seguro cubría las medicinas”, dice Mar, que estudió en una beca en una de las universidades más prestigiosas del país. “Más allá de que le gustara estudiar, uno de los motivos por los que estaba allí era para eso. Otras aseguradoras la habían rechazado antes por su enfermedad”.

Nora coincide: “La cosa es claramente peor para la gente más mayor o si han tenido alguna enfermedad”. Aunque la reforma sanitaria de Barack Obama aprobada en 2010 hace que algunos seguros no puedan rechazar a nadie por su historial médico, muchos pueden hacerlo. Además, no todos los seguros cubren todos los procedimientos: un tratamiento de fertilidad como los que da en España el sistema público de salud le costó a L. y a su pareja 43.000 euros. Los dos trabajaban y estaban asegurados en aquel momento, por lo que se consideran “unos afortunados”, pero las aseguradoras “casi nunca cubren estos servicios así que tuvimos que pagarlo”. 

Para muchos españoles, queda otra opción. Después de más de 10 años viviendo en Estados Unidos, C. lo tiene claro: “No tengo seguro, ni loca voy yo aquí al médico. Tengo un seguro español que cubre las urgencias y paso la ITV médica siempre en España”. Muchos también recuerdan volver a casa por vacaciones y ponerse enfermos casi de inmediato, como si el cuerpo se relajara al llegar a España, y alguno hasta se ha hecho un vuelo transoceánico con una fractura, pasando las de Caín. 

A quien viene de una sanidad pública, universal y gratuita, la exigencia de dinero y energía que requiere de los seguros sanitarios estadounidenses puede resultar intolerable. Sin embargo, aunque sólo un 28% de los estadounidenses creen que la cobertura sanitaria en el país es buena o excelente, el 65% dice que su propio seguro sanitario es bueno o excelente. Algo parecido sucede con el precio: apenas el 20% está satisfecho con los precios de los seguros de salud, pero el 58% está satisfecho con lo que paga por su seguro.