Sulaima Ishaq El-Khalifa (Yeda, Arabia Saudí, 46 años) se sobresalta con cada notificación que le llega al móvil desde el pasado lunes. Esta activista y directora de la unidad contra la violencia de género del Gobierno de transición en Sudán nunca pensó que su visita de trabajo a Madrid, donde permanece, comenzaría con un golpe de Estado militar en dicho país.
Tras seguir los últimos acontecimientos ocurridos en el país africano, Sulaima afirma a EFE con preocupación: “Hay más violencia con los militares ahora en Sudán que con Omar al Bashir” (dictador depuesto en 2019).
Las imágenes de represión hacia los manifestantes que se han echado a las calles de Jartum (capital de Sudán) y en otros estados del país han proliferado en las últimos días en redes sociales y medios de comunicación. También las noticias de arrestos y torturas a políticos, periodistas y activistas. Mientras, el primer ministro de Sudán, Abdalla Hamdok, continúa en régimen de arresto domiciliario y, según Ishaq, “se le ha perdido el rastro a varios ministros”.
Más muertes de las reportadas
Apenas se tienen datos actualizados del número de heridos y muertos a causa de la violencia de los militares comandados por el general Abdelfatah al Burhan, ya que este jueves se decretó el cierre del aeropuerto de Jartum y se cortaron las telecomunicaciones, incluida la conexión a internet.
“Hay muchos más fallecidos de los diez que se han reportado hasta ahora porque, debido a la restricción de movimientos, la gente no puede ir a confirmar la identidad de los cadáveres a las morgues”, explica la representante de Sudán en materia de violencia de género para, a continuación, añadir que además “los asesinatos y los heridos en las zonas rurales están quedando invisibilizados”.
Dos años y medio después de que las revueltas populares consiguieran deponer a Omar al Bashir y concluir tres décadas de su autoritario gobierno, Sudán asistió este lunes a un golpe de Estado militar y a la declaración del estado de emergencia, acompañados de violencia, de la disolución de los órganos más representativos de la transición democrática en la que se encontraba el país, así como de la suspensión de artículos claves del documento que hacía las veces de Constitución durante este período.
“Al Burhan se cree Dios, pero ni siquiera puede controlar Sudán porque tiene el país paralizado y al pueblo en contra. Nosotros resistiremos pero la violencia va a continuar”, desgrana Sulaima Ishaq desde la madrileña sede de Casa Árabe, institución donde está manteniendo un encuentro sobre igualdad con otras lideresas africanas auspiciado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
Sulaima Ishaq, nacional de Arabia Saudí pero residente en Sudán desde los 12 años, no se muestra sorprendida por el golpe de Estado perpetrado por Al Burhan pues es “gente afín a Al Bashir”.
Según ella, ya habían intentado boicotear el inicio de la nueva etapa democrática del país con episodios de enorme brutalidad, como la matanza del 3 de junio de 2019 en Jartum, cuando las fuerzas armadas del Consejo Militar Transitorio de Sudán dispersaron una sentada masiva con armas de fuego y gases lacrimógenos, dejando un balance de más de cien víctimas mortales.
Mensaje a la comunidad internacional
A pesar de la espiral de violencia en la que se ha sumergido en la última semana este país de casi 44 millones de habitantes, la activista rechaza de plano la posibilidad de que el conflicto pueda desembocar en una guerra civil, pues “el golpe ha nacido fallido” y espera que la comunidad internacional continúe “excluyendo y aislando al régimen militar”.
Hasta el momento, países como Reino Unido, Francia o Estados Unidos ya han condenado el golpe. Además, este último ha suspendido la partida de 602 millones de euros que destinaba a Sudán mediante un fondo de asistencia económica de emergencia; y el Banco Mundial, por su parte, ha suspendido todas sus operaciones y desembolsos en Sudán hasta el momento.
La directora de la unidad contra la violencia de género en Sudán critica la ambigüedad de otros estados como Rusia o China que “tampoco se significaron demasiado” durante la dictadura de Al Bashir, y mandó un mensaje a la comunidad internacional: “No envíen fondos ahora a Sudán, o se perderán todos en corrupción militar”.
Sulaima Ishaq seguirá con atención la gran manifestación convocada para este sábado en Jartum, pero también en otras ciudades del país y fuera de este, incluidas capitales internacionales como Nueva York, Madrid, Bruselas, Londres o Sídney, a la espera de saber si los militares abrirán el aeropuerto en los próximos días y podrá “seguir en la resistencia” con su pueblo y, sobre todo, junto a las sudanesas, colectivo al que considera “uno de los más vulnerables”.