Bajo las aguas cristalinas y las embarcaciones de recreo de la estación central de Ámsterdam, se esconde una extraordinaria obra de ingeniería: un aparcamiento subacuático para 7.000 bicicletas. El aparcabicis, que se inauguró este jueves, es el resultado de un proyecto de cuatro años que ha costado 60 millones de euros. El objetivo es gestionar la gran cantidad de bicicletas oxidadas que dejan los viajeros apresurados e instalar hileras de aparcamientos limpios y seguros bajo tierra, donde se pueden dejar las bicis de forma gratuita durante 24 horas. Una vez se supera este tiempo, el coste es de 1,35 euros al día.
Una pasarela móvil lleva a la estación de tren, donde cada día empiezan y terminan más de 200.000 viajes. Al lado del puerto IJ hay otro nuevo aparcamiento de 25 millones de euros para 4.000 bicicletas más, construido sobre pilotes, a poca distancia de la línea de metro Norte-Sur.
La construcción del aparcabicis subacuático, documentada en un impresionante vídeo en stop-motion, comenzó en 2019 y supuso drenar un lago de agua junto a la estación de finales del siglo XIX, construida a su vez sobre tres islas artificiales.
Unas luces rojas y verdes indican si hay plazas disponibles y, a partir de abril, un sistema dinámico empezará a mostrar a los viajeros qué aparcabicis tiene sitio y cuántas plazas quedan disponibles.
“La estación central es uno de los lugares más concurridos de Ámsterdam”, explica Pieter Visser, responsable del proyecto para bicicletas del Ayuntamiento de Ámsterdam. “Muchos ciclistas utilizan este precioso espacio público para ir en bici y aparcar. El ayuntamiento optó por facilitar el aparcamiento subterráneo de bicicletas (en este caso, bajo el agua) para devolver el espacio público a peatones, turistas y personas con discapacidad”, sostiene.
En el país hay más bicicletas que habitantes: unos 23,4 millones de bicicletas, según las organizaciones BOVAG y RAI, para 17,8 millones de habitantes. En ciudades como Ámsterdam, la bicicleta es, con diferencia, el medio de transporte por excelencia. Según las cifras más recientes, 835.000 residentes de la ciudad realizan entre todos una media de 665.000 desplazamientos diarios en bicicleta, y el 36% de los viajes se hacen en bicicleta (frente al 24% en coche).
Para la empresa ferroviaria, el proyecto consiste en hacer que los desplazamientos sean más fáciles y atractivos. “Es estupendo que la gente pueda subirse a la bici, llegar a la estación y empezar su viaje sin problema”, dice Jeroen Wienen, portavoz de ProRail, la organización gubernamental holandesa responsable del mantenimiento y la ampliación de la infraestructura de la red ferroviaria nacional. “Los Países Bajos son un auténtico país ciclista, mucha gente llega a la estación en bicicleta, y ni nosotros ni el ayuntamiento queremos tener todas esas bicicletas tiradas por todas partes. Queremos ofrecer a la ciudadanía un lugar en condiciones donde puedan dejar sus bicis de forma segura, para que las calles sean espacios agradables y despejados para los vecinos”, añade.
Los aficionados al ciclismo y los habitantes de Amsterdam, contentos de que el paseo marítimo de la ciudad ya no sea un solar en obras, han acogido el proyecto con entusiasmo. Marco te Brömmelstroet, que se hace llamar “profesor de ciclismo” y director del Instituto de Ciclismo Urbano de la Universidad de Ámsterdam, afirma que la clave del éxito de esta iniciativa está en vincular las distintas formas de movilidad.
Combinar bici y tren
“Es un proyecto precioso, porque no es un proyecto ciclista”, aclara. “Hace visible el verdadero (y a menudo invisible) factor de éxito de la política neerlandesa de movilidad y espacio: la combinación bici-tren. Antes había un aparcabicis provisional de varias plantas, que enseguida se desbordó. Se convirtió en uno de los espacios más fotografiados de Ámsterdam y el ayuntamiento se avergonzó de él”, indica.
Lucas Snaije, responsable de investigación y promoción de la fundación BYCS, afirma que el fomento del uso de la bicicleta en el “último tramo” mediante instalaciones adecuadas en las estaciones de tren puede servir de ejemplo para otros países. “Dar prioridad al uso de la bicicleta es una forma increíble de hacer que las ciudades sean más inclusivas, y además fomenta la comunidad, la confianza y el bienestar”, señala.
Pero Brömmelstroet subraya que incluso esta inversión de 85 millones de euros en infraestructuras ciclistas resulta nimia si se compara con los proyectos destinados a los nueve millones de automóviles de los Países Bajos. Walther Ploos van Amstel, catedrático de logística urbana de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ámsterdam, puntualiza que las ciudades más sanas, seguras y vibrantes fomentan la movilidad peatonal. “Creo que es un gran proyecto”, opina, “pero mi consejo a las ciudades sería: no olvidéis que también hay personas a las que les gustaría caminar”.
Traducción de Emma Reverter