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The Guardian en español

Los antivacunas, identificados como nueva amenaza para la seguridad nacional en EEUU

Manifestante porta una pancarta contra las vacunas y el confinamiento en una manifestación el pasado 20 de abril para pedir el fin de las restricciones por el coronavirus en Carolina del Norte (EEUU)

Jason Wilson

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El movimiento antivacunas de Estados Unidos es una amenaza para la seguridad nacional en el caso de una “pandemia derivada de un organismo no conocido”. Así lo advirtió meses antes de que estallara la crisis del coronavirus una organización estadounidense dedicada a la investigación que colabora con el FBI.

Se trata de un texto publicado en el boletín interno de InfraGard, una organización relativamente poco conocida especializada en seguridad nacional y conectada con el FBI, y firmado por Christine Sublett, una consultora de ciberseguridad y especializada en la industria sanitaria, y Mark Jarrett, un doctor con años de experiencia y máximo responsable de calidad, vicepresidente y jefe médico asociado de Northwell Healthtrabaja, la mayor red de hospitales del estado de Nueva York. Ambos advierten de que “la mayor amenaza a la hora de controlar un virus viene de aquellos que rechazan categóricamente la vacunación” con “campañas de desinformación en redes sociales y propaganda” que responden al patrón de la intoxicación rusa.

Desde que la Covid-19 comenzó a golpear Estados Unidos, algunos activistas antivacunas y algunos representantes políticos que los ven con simpatía han participado en protestas contra las órdenes de confinamiento para ralentizar la expansión un virus que en Estados Unidos ya se ha cobrado más de 56.000 vidas.

Bajo el título El movimiento antivacunas y la seguridad nacional, presenta un escenario de pandemia bastante similar al que afecta hoy a Estados Unidos y el resto del mundo e incluye extremos como que “la distancia social y el aislamiento generan un impacto que incluye el descenso de la producción de bienes, suministro de alimentos y otro problemas en la cadena logística”. Después pasa al movimiento antivacunas y argumenta que una resistencia suficiente a la vacunación limitaría la posibilidades de lograr inmunidad comunitaria ante un patógeno muy infeccioso.

Afirma también que esos movimientos han recibido impulso en los últimos años debido a que están alineados con “otras teorías de la conspiración entre las que se incluyen la extrema derecha, la desinformación por redes sociales y las campañas de propaganda de actores tanto internos como externos. Entre ellos se incluye la Agencia de Investigación de Internet, una organización vinculada al gobierno ruso”.

En su página web, Infragard dice que es una “organización sin ánimo de lucro vinculada al FBI y que tiene como objetivo reforzar la seguridad nacional” con la misión de proteger “infraestructura fundamental de Estados Unidos”. Explica que consiste en secciones locales y que “un agente especial del FBI de cada oficina en el terreno tiene asignada la tarea de actuar como coordinador con el sector privado”.

Divergencia de opiniones sobre el artículo

Ben Harris-Roxas, experto en salud pública de la Universidad de New South Wales, corrobora la argumentación epidemiológica del artículo y explica que “las dudas ante las vacunas representan una amenaza importante, no sólo ante la vacuna que se pueda desarrollar ante la Covid-19 sino ante las medidas que puedan servir de apoyo a la ciudadanía y los servicios de salud como las campañas de vacunación ante la gripe”.

Otros expertos se muestran preocupados por lo que implica que un artículo defina a un grupo concreto como amenaza a la seguridad nacional y que se publique con el respaldo del FBI. Michael German, investigador del Brennan Center que fue agente del FBI y filtró información en el pasado, dice que le preocupan las posibles consecuencias no deseadas que puedan derivarse de esa definición, que implica verter una amenaza  contra un grupo concreto debido a sus creencias, lo que podría influir en la toma de decisiones políticas y legales.

“Imagínate a un joven agente de policía que quiere proteger su comunidad y hacer un un buen trabajo, y que de repente le dicen que los antivacunas son agentes rusos”, asevera. German añade que “la falta de preparación y material que ha mostrado el Gobierno a la hora de responder a la pandemia ha sido un problema mucho más serio de lo que nunca podría serlo un pequeño grupo de activistas antivacunas. Pero es difícil discutir cuando se trata de defender que las decisiones políticas deben ser tomadas a partir de criterios científicos”.

InfraGard ha sido objeto de crítica por parte de grupos que defienden los derechos civiles debido a sus orígenes como organización de seguridad nacional y sus vínculos con el FBI. Un portavoz del FBI afirma que “InfraGard es una organización sin ánimo de lucro que actúa en alianza público-privada con empresas, ciudadanos y el FBI”.

El mismo portavoz añade que “es importante distinguir entre las declaraciones, puntos de vista y comentarios que hacen representantes del FBI con los de personal de InfraGard”, y rechaza hacer más comentarios.

El editor de la revista de InFraGard, el doctor Ryan Williams, asegura durante una conversación telefónica que su revista es revisada por académicos, y en este caso recibió una supervisión adicional por parte del Consejo de InfraGard en el que participan miembros del FBI con dilatada experiencia y representantes de otras organizaciones.

Uno de los autores, el doctor Jarrett, explica que el artículo se inspiraba en la experiencia de un brote de sarampión a principios de 2019 y que la crisis actual corrobora lo predicho. “Ante la crisis actual”, dice, “si encuentran una vacuna y el 15% de la población dice que no quiere recibirla, que no cree en ella, que va a causar daños, no se conseguirá nunca la escala de inmunidad colectiva que se necesita para detener el proceso”.

Traducido por Alberto Arce

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