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The Guardian en español

Así avanza Marine Le Pen en la Rivera francesa para sustituir a la derecha tradicional

La líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen.

Angelique Chrisafis

Cannes —
16 de junio de 2021 22:43 h

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De lunes a viernes a las cuatro de la mañana, Isabelle a menudo pensaba en la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen. Isabelle, que trabaja en un aeropuerto y ronda los 50 años, pasa su viaje diario al trabajo a lo largo de la Costa Azul preocupándose por que su pensión futura no fuera suficiente y por el aumento del crimen. Impulsada por su sensación de que a los “inmigrantes” parecía irles mejor que a ella, empezó a creer en la promesa de la ultraderecha de dar “prioridad nacional” a los franceses sobre los extranjeros en el acceso al trabajo, a la vivienda y a la ayuda social.

“A Emmanuel Macron le importa más la política exterior que las dificultades a las que se enfrentan los franceses, pero Le Pen, abogada y madre de tres, entiende a los trabajadores del país”, dice. Durante décadas Isabelle votó a la derecha tradicional, pero no lo hará en las elecciones regionales de este domingo. “Me he transformado en una de esas mujeres que alguna vez votó por Nicolas Sarkozy y ahora vota por Le Pen”, dice encogiéndose de hombros.

El ascenso de la ultraderecha domina estas elecciones regionales en Francia. Le Pen se está acercando a los votantes de la centroderecha tradicional y utiliza la contienda como plataforma para su tercera candidatura presidencial en las elecciones de la primavera del año próximo, en las que podría otra vez llegar a la vuelta final contra Macron.

La bola de nieve

“Hay un cierto efecto bola de nieve”, dice Stewart Chau, sociólogo y consultor en la encuestadora Viavoice. “Marine Le Pen no ha modificado su estilo ni suavizado sus ideas principales. El contexto social en Francia permite que ella se beneficie del anclaje profundo que los ejes tradicionales de su discurso han tenido en la opinión pública durante los últimos seis años: la sensación de inseguridad ante el crimen, un sentimiento de declive y de desigualdad social y la manera en que ella vincula estos asuntos a la inmigración, a Europa y a la globalización. La crisis de la COVID-19 ha reforzado la idea de que se viven tiempos de ansiedad, de necesidad de protección y soberanía nacional.

“Cuanto más los otros partidos pongan a Le Pen en el centro del debate político al enfocarse en los puntos que ella pueda obtener y en cómo disminuirlos, y cuanto más hablen de los temas que ella propone, más normalizan su partido”.

La importancia de las elecciones regionales

Tomar el control de una región de Francia sería un terremoto político para el partido nacionalista y antiinmigración de Le Pen, ya que le otorgaría una nueva credibilidad. El partido, rebautizado como Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés), fue fundado con el nombre de Frente Nacional por el padre exmilitar de Le Pen, Jean-Marie Le Pen, hace casi 50 años.

Actualmente, gobierna alrededor de 10 ayuntamientos en Francia, pero nunca ha encabezado una región del país, donde los presupuestos alcanzan los miles de millones y las responsabilidades gubernamentales incluyen las escuelas secundarias y el transporte. En el pasado, el voto táctico —con la izquierda a menudo renunciando a competir en las elecciones para permitir que la derecha “frenara el peligro ultraderechista”— siempre puso un freno al éxito del partido en las elecciones regionales.

Pero en el sur de Francia, la región Provence-Alpes-Côte d’Azur (PACA), que abarca tanto los barrios de clase alta de la Riviera Francesa como los barrios más pobres en Vaucluse y Marsella, es considerada un laboratorio político para Le Pen. Las encuestas muestran que en PACA una victoria en segunda vuelta es posible para Le Pen, y que los representantes regionales de la extrema derecha podrían participar de la alfombra roja del festival de Cannes el mes próximo, una verdadera pesadilla para las relaciones públicas del Gobierno.

Para ganar en la región, el partido de Le Pen necesita apuntar a los votantes de la derecha tradicional. La Fundación Jean Jaurès advirtió recientemente que, aunque la victoria presidencial de Le Pen en 2022 seguía siendo improbable, podría suceder según cómo gestione alguno de estos tres factores.

En primer lugar, la necesidad de Le Pen de convencer a un alto número de votantes de la centroderecha. En segundo lugar, su determinación por “desintoxicar” la imagen de su partido y alejarlo de las connotaciones militares y violentas del pasado. En caso de lograrlo, la mayoría de los votantes ya no la percibirían como un peligro y no se tomarían la molestia de realizar un “voto táctico” para impedir que gane. Finalmente, Macron debería ser percibido con el mismo grado de desconfianza generalizada que Le Pen para que los votantes se nieguen a darle su voto.

Todavía no hay certezas respecto a estos factores, pero la región PACA, donde las preocupaciones principales de los votantes —el crimen y la inmigración— son asuntos clave para Le Pen, es una prueba de fuego. A lo largo de Francia, el porcentaje de personas que ve al partido de Le Pen como una amenaza para la democracia ha bajado al 49%, mientras que van en aumento aquellos que pertenecen a la derecha tradicional y tienen una mirada positiva sobre Le Pen. El partido de Macron ha tomado la decisión inusual de retirarse de la carrera electoral en PACA y alinearse con la derecha para intentar frenar a Le Pen.

De ministro de Sarkozy a candidato regional de Le Pen

“Esta elección es una prueba”, dice Thierry Mariani, el candidato regional de Le Pen, tras saludar a pescadores que lo aplauden en un puesto del mercado de Cannes. “PACA es única porque Los Republicanos (la agrupación de derecha tradicional) se ha agrupado con Emmanuel Macron para hacernos oposición. Si pierden, se demostraría que Macron, incluso aliándose con otros, se halla en grandes dificultades. Se demostraría que Los Republicanos ya no tiene influencia política y que La República En Marcha (el partido de Macron) no ha podido afianzarse en la Francia popular”.

Mariani, de 62 años, fue ministro del Gobierno conservador de Nicolas Sarkozy y es el rostro público del intento de Le Pen por captar figuras de los partidos políticos mayoritarios. En 2019, fue elegido miembro del Parlamento Europeo como parte del grupo de Le Pen, tras establecer su propia lista de candidatos provenientes de la derecha dura.

Mariani creció en el norte de Vaucluse, donde dirigió un festival de ópera. Sostiene que su larga carrera política implica que no puede ser considerado “peligroso”. Afirma que Sarkozy no fue lo suficientemente lejos tras sus comentarios polémicos de 2005, en los que dijo que limpiaría el crimen de los suburbios multirraciales con una manguera de alta presión. “Nuestro problema fue que nunca conectamos la manguera”.

Cannes, bastión del partido de la derecha tradicional Los Republicanos, no es el territorio habitual de Le Pen. Su alcalde, defensor de la prohibición de los “burkinis” en las playas de la Riviera Francesa, decretada en 2016, fue reelegido recientemente con un impactante 88% de los votos. Pero a lo largo de la costa entre Cannes y Niza, los promotores de la extrema derecha dicen que la gente está comenzando a valorar sus ideas.

“Solíamos tener que pegar los carteles bajo la oscuridad de la noche y cambiarlos constantemente porque los rompían”, dice Gabriel Tomatis, un estudiante de Historia de 22 años de Niza y que se unió al partido a los 17. “Ahora los colocamos a plena luz del día y la gente se detiene a felicitarnos”.

Dice que la participación de la juventud local en el área Alpes—Maritimes ha crecido en los últimos meses. “En mi agrupación estudiantil veo más interés en Le Pen, en particular a partir de las dificultades que los estudiantes han afrontado a causa de la COVID-19”.

La ultraderecha vuelve a relacionar crimen con inmigración

Le Pen se dirige a votantes preocupados por la violencia y la delincuencia. Ella asocia el crimen a la “inmigración masiva e irregular”, diciendo que Francia se enfrenta al “caos”.

Mientras que la izquierda dice que las estadísticas afirman lo contrario, la ultraderecha se ve fortalecida por la popularidad del discurso de Le Pen en la opinión pública. El ministro de Interior de Macron, Gérard Darmarnin, refiriéndose al crimen, advirtió sobre el “salvajismo creciente de una parte de la sociedad francesa”.

Sin turistas en Cannes

En el mercadillo de Cannes, Paul, de 83 años, cuenta que se ha levantado a las cinco de la mañana para conducir desde Niza y después montar su puesto de cubiertos antiguos. Solía votar por la derecha tradicional, pero ahora elegiría a Le Pen.

Con muy pocos turistas a causa de la COVID-19, son tiempos duros. A veces solo logra recaudar entre 10 y 15 euros al día en el mercado, lo que apenas cubre los gastos de combustible. Su pensión es de 700 euros al mes. “Se avecina una gran crisis económica”, dice. “El crimen aumenta, no hay suficientes policías. La gente a mi alrededor dice ‘¿Por qué no Le Pen?’”.

Christel, de 73 años, antes organizadora de tours y fiel votante del partido de Sarkozy, dice que jamás elegiría a Le Pen como presidenta, pero que tendrá la mente abierta para las elecciones regionales. “Estoy decepcionada por la política y puedo ver cómo me estoy volviendo más radical”.

Christèle Lagier, profesora de Ciencias políticas en la Universidad de Avignon, describe a los seguidores de RN en el sur como trabajadores que “no tienen un gran capital económico, pero de cualquier modo trabajan, pagan impuestos y sienten que el sistema de redistribución social no funciona a su favor”. Dice que los votantes de RN sienten que no cuentan con las mismas ventajas que los demás, y que —de acuerdo con el discurso de Le Pen— obtienen menos que los inmigrantes.

Christophe Castaner, figura clave entre los partidarios de Macron en el sur, hace poco llamó falsa y “antirrepublicana” a la retórica antiinmigración de RN, diciendo que se trataba de un “partido racista” de ideas antisemitas y financiación extranjera.

En Cannes, Jean-Luc, socio de un estudio de arquitectura, siempre ha votado a la derecha tradicional. Dice que los buenos números del partido de Le Pen en las encuestas son preocupantes. “Me mantendré fiel a la derecha tradicional porque se puede confiar en ellos respecto a la economía, y eso es todo lo que importa”.

Traducción de Julián Cnochaert

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