Dos azafatas rusas han logrado una primera victoria en su batalla legal contra la aerolínea nacional Aeroflot, a la que acusaron de discriminación por cuestión de género. Un tribunal en Moscú determinó que las reglas de la compañía que tienen que ver con “dimensiones físicas” eran un error y ordenó compensar a Evgenia Magurina, de 42 años, y a Irina Ierusalimskaya, de 45, por las ganancias que dejaron de percibir al ser apartadas de los vuelos de larga distancia y más lucrativos de la compañía por utilizar la talla 48 (la 42 en España) o más.
Aunque el tribunal no apoyó todas las quejas de las mujeres, el fallo es una decisión sin precedentes contra una gran empresa dirigida por el estado y hace hincapié en el modo en el que la Rusia moderna sigue juzgando a las mujeres por su apariencia.
Magurina recibirá 17.000 rublos (unos 250 euros) y su compañera, Ierusalimskaya, 11.000 (unos 150) por el veto que les impuso la compañía, mientras que a ambas se les han asignado otros 5.000 (alrededor de 70 euros) por daños y perjuicios.
El resultado es una “rotunda victoria”, aseguró Ksenia Michaylichenko, abogada de Magurina, después de la vista según informa Associated Press. “No les demandamos por una cuestión de dinero. Queríamos que el tribunal reconociese que no pueden tratar a la gente de esta manera”.
Pero la compensación económica fue significativamente menor que el medio millón de rublos que Magurina había pedido al inicio de su batalla legal a principios de este año. También lo hizo con la intención de que la compañía admitiera que ha cometido discriminación entre sus empleados por cuestión de género.
Aeroflot negó el miércoles que el tribunal hubiera declarado a la compañía culpable por discriminar. “Estamos satisfechos con la sentencia, la cual reconoce claramente que Aeroflot no tiene políticas discriminatorias o quebranta los derechos de su personal por cuestiones de edad, sexo, raza o género”, asegura la compañía en un comunicado. “Vamos a analizar cuidadosamente la sentencia antes de decidir si se necesitan cambios en nuestras políticas”.
Antes de esto, las dos mujeres prometieron llevar su caso hasta la Corte Europea de Derechos Humanos si no se hacía justicia en Rusia. Los casos de ambas fueron desestimados en abril por tribunales locales.
La compañía fue acusada de llevar a cabo una campaña para hacer que su personal –cuyos uniformes incluyen faldas y chaquetas rojas bordadas con el logo de la hoz y el martillo– fuese más joven y atractivo. Magurina e Ierusalimskaya denunciaron que la operadora rusa fotografió y tomó medidas a todos los asistentes de vuelo, y vetaron a las mujeres de mayor talla de las prestigiosas rutas internacionales y mejor pagadas.
Bromeando, el grupo de asistentas de vuelo que inició acciones legales se llaman a sí mismas STS, una abreviación rusa para estas tres palabras: “viejas, gordas y feas”. Pero aseguran que son solo un puñado de los cientos de empleados de Aeroflot que han sufrido discriminación.
Traducido por Cristina Armunia Berges