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The Guardian en español

Yo creé el burkini para dar libertad a las mujeres, no para quitársela

MuLa prohibición de usar "burkini" ha revolucionado la política francesa.

Aheda Zanetti

Cuando inventé el burkini a principios de 2004, lo hice para darle más libertad a las mujeres, no para quitársela. Mi sobrina quería jugar al vóleibol pero era muy difícil para ella entrar al equipo ya que usa hijab. Mi hermana tuvo que luchar para que su hija pudiera jugar, tuvo que discutir el tema y surgió la pregunta: “¿Por qué se impide a una mujer practicar deporte por su recato?”.

Cuando por fin se le permitió jugar, fuimos todos a verla y apoyarla. Lo que mi sobrina llevaba puesto era totalmente inapropiado como ropa deportiva: una camiseta ajustada de cuello alto, pantalones de chándal y su hijab. Absolutamente inadecuado para cualquier deporte. ¡Al poco tiempo estaba roja como un tomate por el calor!

Al llegar a casa me puse a buscar algo que le fuera mejor, ropa deportiva para mujeres musulmanas, pero no encontré nada, al menos en Australia. Me puse a pensar en que cuando yo era niña no pude hacer ningún deporte porque elegimos la discreción, pero no quería que le sucediera lo mismo a mi sobrina. Quería encontrar algo que se adaptara a la vida australiana y a la ropa occidental, pero que a la vez encajara con las necesidades de una joven musulmana.

Así que me senté en el suelo de mi salón y me puse a diseñar. Miré el velo y le quité todo el exceso de tela, pero esto me puso un poco nerviosa. ¿Qué pensaría de esto mi comunidad islámica? El velo debe cubrir el cabello y la forma del cuerpo, nada debe quedar ajustado al cuerpo. Pero lo que yo diseñé se ajustaba al cuello. Pensé que no importaría, si solo es la forma del cuello lo que queda ajustado. 

Antes de lanzarlo, hice un prototipo con un cuestionario para ver qué pensaba la gente del producto. ¿Te pondrías esto? ¿Crees que te ayudaría a ser más activa? ¿A hacer deporte? ¿Nadar? Muchas personas de la comunidad no sabían cómo aceptarlo, pero lo desarrollé comercialmente y me fue bien.

El burkini comenzó a llamar la atención cuando la organización australiana Surf Lifesaving presentó un programa para integrar hombres y mujeres jóvenes musulmanes como socorristas, después de los disturbios raciales de Cronulla. Una joven musulmana quiso participar de una competición y usó un burkini. 

No simboliza el islam

Después de los ataques del 11 de septiembre, los disturbios raciales de Cronulla, la prohibición del velo en Francia y las repercusiones internacionales que tuvo todo eso, nosotros quedamos como “los malos” por culpa de unos criminales que no representan en nada al mundo musulmán. Nunca quise que nadie juzgara a una mujer por usar un burkini. Después de todo, sólo se trata de una cuestión de discreción.

La cuestión era la integración y la aceptación, y sentirnos iguales sin ser juzgados. Ese momento fue muy difícil para la comunidad musulmana, tenían miedo hasta de salir a la calle. Tenían miedo de ir a piscinas públicas, a la playa, y yo quería que las mujeres jóvenes se sintieran con confianza para seguir teniendo una buena vida. ¡El deporte es importante para todos, especialmente en Australia! Quise hacer una contribución positiva. Cualquier persona puede utilizar un burkini: cristianos, judíos, hindúes. Es simplemente una prenda de vestir para una persona discreta, o para alguien que sufra de cáncer de piel, para una madre reciente que no quiere ponerse un bikini. No simboliza el islam.

Cuando le puse de nombre “burkini”, no pensé que fuera un burka para la playa. “Burka” es solo una palabra para mí. Viví toda mi vida en Australia, había diseñado este traje de baño y tenía que ponerle un nombre rápido. Me pareció que era la combinación de dos culturas: somos australianas pero también somos musulmanas por elección. El burka no simboliza nada aquí, no se lo menciona en el Corán y nuestra religión no nos obliga a cubrirnos el rostro, eso es elección de la persona. El burka no aparece en ningún texto islámico. Tuve que buscar la palabra en el diccionario, y se describe la prenda como una especie de abrigo o cobertor. Y en el otro extremo está el bikini, así que combiné las dos palabras.

“Lo han malinterpretado”

Todo lo que está sucediendo en este momento en Francia, toda esta actitud negativa, me pone muy triste. Espero que no sea una cuestión racista. Creo que han malinterpretado una prenda que es muy positiva, que simboliza tiempo libre, felicidad, diversión, deporte y salud, ¿y ahora le piden a las mujeres que se vayan de la playa y se queden encerradas en la cocina?

Esta prenda ha dado más libertad a las mujeres ¿y ahora quieren quitársela? ¿Entonces quién es mejor, los talibanes o los políticos franceses? Son igual de dañinos unos que otros. 

No creo que ningún hombre se preocupe por cómo nos vestimos las mujeres. Nadie nos obliga, es nuestra elección. Lo que veis es nuestra elección. ¿Que si me siento una feminista? Pues igual sí. Me gusta ir detrás de mi marido, porque yo soy el motor, y elijo serlo. Quiero que él se lleve todo el crédito porque yo soy una triunfadora silenciosa.

Me gustaría estar en Francia para poder decir esto: lo habéis entendido mal. Y con los problemas que hay en el mundo, ¿por qué generar más? Habéis cogido algo que simboliza felicidad, diversión y deporte, y lo habéis convertido en un producto del odio.

Además, ¿cuáles son los valores franceses? ¿Qué significa que no encaja con los valores franceses? ¿Qué significa eso? ¿Libertad? Si nos decís qué ropa podemos usar, qué podemos o no hacer, las mujeres terminaremos encerradas en casa. ¿Qué queréis que hagamos? Esto va a generar una respuesta peor. Si dividís el país y no escucháis y no trabajáis por la integración, naturalmente ocurrirá que alguien se enfadará. Si excluís a las personas, si las aisláis, esto no puede traer nada bueno para ningún político ni para ningún país.

Recuerdo la primera vez que me probé un burkini. Primero lo probé en mi bañera, para asegurarme de que funcionara. Luego lo probé para nadar, así que fui a la piscina municipal para ver si la cinta de la cabeza se quedaba en su sitio. Fui a la piscina Roselands Pool, y recuerdo que todo el mundo me miraba: “¿Qué lleva puesto?”. Fui al final de la piscina, me tiré al agua y nadé. La cinta de la cabeza no se movió y pensé: “¡Qué maravilla! ¡Perfecto!”. 

Fue la primera vez que nadé en público y fue absolutamente hermoso. Recuerdo la sensación tan vívida: sentí libertad, me sentí empoderada, sentí que era la dueña de la piscina. Caminé a la otra punta de la piscina con los hombros hacia atrás. 

Nadar bajo el agua es una de las sensaciones más maravillosas del mundo. ¿Y sabéis qué? Debajo del burkini llevo un bikini. Tengo lo mejor de ambos mundos.

Traducción de Lucía Balducci

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