¿Por qué en Londres no ha habido un rebrote de la COVID-19 cuando otras partes del Reino Unido sí han tenido que aplicar restricciones por el aumento de casos? La pregunta desconcierta a los sanitarios que luchan en primera línea contra la enfermedad tanto como a los expertos de salud pública responsables de diseñar las estrategias contra el próximo movimiento del virus.
“Es un poco enigmático, teniendo en cuenta que durante el pico inicial Londres fue claramente la más afectada”, dice el profesor David Alexander, del Instituto para la Reducción de Riesgos y Desastres del University College London.
Hace seis meses, la capital británica fue golpeada duramente por la pandemia y estuvo entre las primeras ciudades afectadas en Reino Unido. Con la preocupación de que el sistema sanitario de la capital no diera abasto, hubo que reconvertir pabellones para tratar a los pacientes de la COVID-19, además de abrir un hospital provisional en los Docklands.
Según los médicos que en aquel momento que lucharon contra la pandemia, el panorama de hoy es muy diferente. “Hemos vuelto casi por completo a la normalidad y no tenemos prácticamente ningún caso de COVID-19 por el momento”, cuenta el médico de un hospital en el norte de Londres.
El cuadro es muy similar en los 32 distritos de Londres, con una incidencia que la semana pasada osciló entre un mínimo de 5,7 casos cada 100.000 habitantes, en el barrio de Bromley; y un máximo de 17,9, en los barrios de Kensington y Chelsea. Son números muy diferentes a los de Manchester, con 37,3 contagios por cada 100.000 personas; a los de Leeds, con 28,7; y a los de Birmingham, con 27,8. Tanto Manchester como Birmingham han impuesto nuevas restricciones.
Según Richard Harris, profesor de Geografía Social Cuantitativa en la Universidad de Bristol, muchas de estas áreas comparten una característica que en Londres se da menos. “Los factores económicos regionales pueden estar jugando un papel, el tipo de trabajo en el que la gente está empleada”, dice. “Es posible que los obreros de las fábricas estén más expuestos”.
En Londres, en cambio, es posible que el riesgo se haya reducido porque más personas han podido trabajar desde casa o han sufrido una congelación temporal de empleo.
“Londres es mucho más grande, más diversa, tiene más contacto con el mundo exterior, más gente pasa por ella… Por eso uno esperaría que hubiera más brotes”, dice Harris. “La única explicación que se me ocurre es que se deba a cambios en los patrones de conducta de la gente, como el de trabajar desde casa y el de no salir demasiado”.
Para el doctor Derek Groen, profesor de simulación y modelización en la Universidad de Brunel en Londres, esa hipótesis podría explicar en parte el fenómeno. “Como Londres fue golpeada tan duramente, la gente ha estado más dispuesta a cumplir con las medidas de distancia social, la gente ha sido más cautelosa”, sugiere.
A pesar de eso, sigue preocupando la vulnerabilidad de la capital ante una segunda ola grave. En los cálculos del gobierno para un “peor escenario posible” si hay segunda ola en Londres podría haber 15.100 muertes por encima de la media habitual de fallecimientos. En el primer pico, el exceso de muertes estuvo ligeramente por debajo de 9.000.
Los datos que se filtraron del gobierno, a los que pudo acceder el semanario The Observer, cubren el período de 38 semanas que hay entre julio de 2020 y marzo de 2021. Según el modelo, la tasa de contagio se duplicaría en agosto y también a principios de septiembre. Después se estabilizaría hasta la semana en que se cumple la mitad del trimestre escolar (finales de octubre); subiría abruptamente en noviembre y diciembre; volvería a estabilizarse en enero; y a finales de marzo se reduciría en un 20%.
El modelo ha sido criticado porque asume que no se ha aprendido nada de la primera oleada de contagios. Según el gobierno, esa información filtrada no era un pronóstico ni una predicción, tan solo otro elemento para la planificación.
Mientras tanto, las simulaciones de código abierto que Derek Groen y sus colegas han hecho sobre el coronavirus en siete distritos de Londres sugieren como probable una segunda ola de la COVID-19 en “casi todos los casos”, aunque coinciden en que esta segunda ola podría ser menos grave que la primera.
Aunque el Reino Unido ni se acerca a la inmunidad de grupo, que requiere porcentajes de contagio de entre el 60% y el 80% de la población, Groen explicó que los brotes son “menos pronunciados” cuanto mayor es la parte de población contagiada en una región o en una ciudad.
Los estudios de control de salud pública de Inglaterra estimaban que a finales de junio hasta un 17,5% de los londinenses había contraído el virus, cuando en estimaciones para la población de todo el país se estima oscilan entre el 5 y el 7%. En algunas partes del Reino Unido, el porcentaje es tan bajo como el 3%.
Según el profesor de Epidemiología Veterinaria y Ciencia de Datos en la Universidad de Edimburgo Rowland Kao, la proporción de la población expuesta al patógeno (seroprevalencia) podría ser un factor importante en las razones por las que Londres no ha registrado un aumento de casos de COVID-19 similar al de ciudades como Glasgow.
“El estudio serológico del Biobanco del Reino Unido mostró una baja seroprevalencia en general, pero con diferencias significativas entre regiones, etnias y clases sociales. En concreto, Londres tenía la seroprevalencia más alta; y en Glasgow, como en el resto de Escocia, es probable que sea bastante inferior”, dijo Kao.
“Dado que la variable R [la cantidad de personas a las que una persona contagiada transmite el virus] sigue siendo bajo, por lo general en torno a 1, estas disparidades en seroprevalencia relativamente pequeñas pueden representar la diferencia entre tener brotes importantes o estar en condiciones de contenerlos”.
Kao subraya que los estudiantes universitarios aún no han regresado a la capital y que los turistas, por el momento, se han mantenido lejos. De aquí a la Navidad el escenario puede ser muy diferente.
El médico del norte de Londres no cree que la capital británica pueda eludir una nueva ola. “Creo que todavía está por llegar, aunque las medidas de distanciamiento y el uso de mascarillas pueden marcar la diferencia, así como una mayor protección de las personas en trabajos de cara al público. Todos nos estamos preparando para una segunda ola. Pero va a ser más tarde de lo que esperábamos”.
Traducido por Francisco de Zárate.