No es de mucho extrañar que lo que entra en la boca de Trump tenga tan poca integridad como lo que sale de ella. En el avión de su campaña electoral, el ahora presidente de 71 años de edad hacía comidas en las que tenían cabida “los cuatro grupos principales de alimentos”, según un nuevo libro escrito por dos antiguos empleados: “McDonald’s, KFC, pizza y Coca-Cola Light”.
Donald Trump no se reprimía en ninguno de los grupos. Ya en tierra, el típico pedido de Trump en McDonald’s incluía dos Big Macs, dos hamburguesas de pescado y un batido de chocolate, según sus directores de campaña Corey Lewandowski y David Bossie.
Puede que llegue un día en el que Trump agradezca no tener que depender de la sanidad pública estadounidense, pero no será el primer líder mundial con una dieta peculiar, o incluso prodigiosa.
Bill Clinton
El presidente de los '90 era famoso por hacer pausas junto a sus guardias de seguridad para ir al McDonald’s. En un evento de su campaña electoral en New Hampshire, se dice que uno de los ayudantes tuvo que parar los pies a Clinton para que no devorara una caja de una docena de donuts como un perro hambriento. Un bypass cuádruple y dos estents más tarde, Clinton ha tenido que hacerse vegano obligado por sus médicos.
Silvio Berlusconi
Se percibe el patriotismo en la comida elegida por Trump, pero Berlusconi va un paso más allá en la alimentación nacionalista con un “menú tricolor”. Según gente cercana al ex primer ministro italiano, este organizaba banquetes en los que toda la comida tenía que ser roja, verde y blanca. Piensa en pasta con tres salsas: tomate, pesto o queso, o en carne asada con puré de patatas y hojas de ensalada. Más tarde se hizo vegetariano, aunque fue visto este año leyendo un menú en McDonald’s.
Margaret Thatcher
La dama de hierro tenía gustos culinarios sencillos, insistía en cocinar por sí misma, muchas veces para compañeros de gobierno. Los huevos solían estar presentes –normalmente cocidos o escalfados y sobre una tostada untada con Bovril– en una dieta austera que era Atkins antes de que existiera la dieta Atkins. Se dice que durante su campaña presidencial Thatcher tomaba 28 huevos a la semana, a veces acompañados de un bistec, ensalada y un chorrito de whisky.
Winston Churchill
Jamás se sirvió tanto a un primer ministro en la historia política culinaria. La dieta de Churchill parecía un manifiesto para la gota: puros para el desayuno; un “enjuague bucal” por las mañanas de whisky y soda; ostras, jamones y demás surtidos en la misma línea. Todo regado con jerez, coñac, oporto, brandy y, en toda una vida alejado del exceso de los vegetales, alrededor de 42.000 botellas de champán Pol Roger.
Traducido por Marina Leiva