En las campañas para las elecciones legislativas de noviembre en Estados Unidos se aprecia un endurecimiento del discurso en contra de los musulmanes. Esta es la conclusión de un informe que se acaba de publicar y que señala que el discurso de los distintos candidatos se ha visto muy marcado por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
El estudio constata la intensidad de los mensajes en contra de los musulmanes en la campaña para unos comicios que se celebrarán el 6 de noviembre; una táctica cuyo objetivo es presentar a las minorías y a los migrantes como una amenaza.
“A lo largo y ancho del país vemos candidatos que atacan a los musulmanes”, indica Scott Simpson, director de sensibilización publica de la organización Muslim Advocates, que ha promovido este informe.
“Son candidatos que se presentan a cargos de todos los niveles, desde puestos en los patronatos de escuelas o de planificación, hasta para el cargo de gobernador o senador. Algunos son progresistas y otros conservadores”, señala. “Es un discurso que ha calado y que se ha extendido”, lamenta.
El informe ha analizado más de 80 campañas políticas que se han llevado a cabo en Estados Unidos en los últimos dos años por parte de candidatos que no han dudado en utilizar un discurso en contra de los musulmanes. Casi todos los candidatos son republicanos.
Las teorías de conspiración contra los musulmanes han entrado cada vez más en la corriente política. La mayoría de los candidatos que atacan abiertamente a los musulmanes (64%) son autoridades electas o designadas, o que cuentan con el apoyo del presidente.
“Son violentos y una amenaza”
Según el estudio, más de un tercio de los candidatos ha afirmado que los musulmanes son violentos por naturaleza o representan una amenaza inminente. También han contribuido a extender la impresión de que existe una conspiración de los musulmanes para infiltrarse en el Gobierno o dominar una comunidad. Casi un tercio de los candidatos analizados ha abogado por negar a los musulmanes derechos fundamentales o han afirmado que el islam no es una religión.
Muchos de estos ataques recuerdan el discurso utilizado por Trump y por otros republicanos durante la campaña para las elecciones presidenciales de 2016, en un contexto en el que el sentimiento en contra de los musulmanes mostrado por las bases republicanas se disparó.
Durante la campaña presidencial, Trump propuso prohibir que los musulmanes pudieran entrar en Estados Unidos e incluso insinuó la posibilidad de crear un registro de musulmanes. También contribuyó a propagar el bulo de que los musulmanes de Nueva Jersey celebraron los atentados del 11 de setiembre y afirmó que “el Islam nos odia”.
“Desde las elecciones de 2016 a los candidatos les resulta muy fácil recurrir a un discurso islamófobo y del odio”, indica Mohamed Gula, director de políticas de Emgage, una organización que se centra en promover a musulmanes para cargos públicos.
“Tanto si sueles ir a una mezquita como si formas parte de una institución de la comunidad musulmana, te atacan como si pertenecieras a la Hermandad Musulmana”, indica. Este tipo de ataques han hecho que la campaña al Congreso en California ocupe titulares en los periódicos de ámbito nacional.
Afirmaciones sin pruebas
Duncan Hunter, miembro republicano de la Cámara de Representantes, publicó un anuncio en el que insinuaba que su rival demócrata, Ammar Campa-Najjar, representaba un “riesgo para la seguridad... que intentaba infiltrarse en el Congreso”. El anuncio de televisión recordaba la ascendencia mexicano-palestina de Campa-Najjar y afirmaba sin pruebas que el candidato demócrata tenía el apoyo de la Hermandad Musulmana.
Campa-Najjar, que es cristiano, indicó a The Guardian que este ataque es fruto “de la extrema ignorancia” y que está completamente “alejado de la realidad”. Un grupo de expertos en seguridad nacional republicanos y demócratas criticó el anuncio por considerar que era “racista y fanático”.
Un Super Pac [una organización que recauda fondos] republicano tampoco ha dudado en atacar a la candidata demócrata Abigail Spanberger, que trabaja como profesora sustituta en una escuela del norte del estado de Virginia financiada por Arabia Saudí.
“¿Qué esconde Abigail Spanberger?”, pregunta la voz de un anuncio de televisión pagado por el Congressional Leadership Fund, afín al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan: “Spanberger no quiere que sepamos que trabajó como profesora en una escuela islámica apodada 'Terror High, un caldo de cultivo terrorista'”.
Spanberger trabajó en la escuela de 2002 a 2003, mientras esperaba que la CIA la investigara para evaluar si podía trabajar para la agencia. Finalmente fue admitida y la CIA la envió al extranjero en una misión antiterrorista.
Se está demostrando que este tipo de ataques no son efectivos. De los 80 candidatos con un discurso en contra de los musulmanes, solo el 11-14% fueron elegidos o se prevé que ganen en las legislativas de noviembre.
“Este discurso no es popular entre los votantes estadounidenses”, indica Simpson: “Solo funciona con una parte de los votantes, los más extremos y aislados, y que sienten una fuerte animadversión hacia los musulmanes, el tipo de votante que repetirá las teorías de conspiración más descabelladas sobre los musulmanes sin ni siquiera pensarlo dos veces”.
El fuerte aumento de campañas islamofóbicas coincide con una cifra récord de musulmanes estadounidenses que se presentan a cargos electos.
Gula indica que grupos como Emgage creen que la mejor manera de frenar este sentimiento en contra de los musulmanes es aumentar los cargos públicos que lo son y construir una base de votantes que los apoye.
“Es clave que seamos capaces de reescribir y redefinir qué significa ser socialmente responsable y tener un compromiso cívico con nuestras comunidades”, señala: “Unos cien musulmanes se han presentado a cargos públicos, es algo inaudito”.
Traducido por Emma Reverter