Carteles de dimensiones descomunales de Abdel Fatah al-Sisi presiden las habitaciones vacías de la sede de la campaña para su segundo mandato en el poder. A dos meses de las elecciones presidenciales de Egipto, en el apartamento de cinco habitaciones que hace las veces de centro de operaciones del movimiento reina el silencio, excepto por el rugir de los motores del tráfico en la plaza Tahrir de El Cairo, atravesada por una de las arterias de la ciudad.
La campaña extraoficial –bautizada “Para Construirlo”– comenzó en octubre en un intento de promover el apoyo a Sisi, mucho antes de anunciar la fecha de las elecciones de marzo, y mucho antes de que este viernes Sisi anunciara su candidatura oficialmente.
La victoria de Sisi parece asegurada: se ha aplastado a la disidencia y se ha apartado a los otros candidatos presidenciales. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la campaña de “Para Construirlo”, el apoyo a favor del exjefe del Ejército permanece apagado.
En diciembre, la campaña anunció que había recogido más de 12 millones de firmas de ciudadanos suplicando a Sisi que presentara su candidatura para un segundo mandato. Aunque por otro lado, un canal de televisión egipcio publicó vídeos en los que se ve cómo pagan a la gente para que firmen la petición. Además se está investigado a un director de colegio en la región del delta del Nilo por publicar un mensaje dando instrucciones a sus empleados para firmar la petición y mandar prueba de ello a la escuela y a la autoridad educativa local.
Sisi: popularidad en descenso
Durante una visita a la sede la semana pasada, The Guardian se encontró con un solo empleado sentado junto a una gran pila de peticiones sin firmar.
“¡Una mujer vino con su hijo y corrió de inmediato a besar los zapatos en el cartel!”, dice entre risas Mohammed Taher, el único personal de guardia, señalando una foto de Sisi con un traje azul y un par de zapatos relucientes. A su lado hay una lista de eslóganes: “Porque necesitamos purificar nuestro país de terrorismo. Para que podamos seguir siendo pioneros. Para que podamos deshacernos de la corrupción”.
El anuncio de que Sisi se presentará fue seguido de una conferencia de tres días titulada “Historia de una nación”, con el objetivo de pregonar sus logros. El autócrata llegó al poder tras un golpe de Estado militar en 2013 y una campaña agresiva de culto a la personalidad en la que se llegó a adornar con su cara cajas de chocolate y ropa interior femenina antes de ganar las elecciones de 2014 con un 97% del voto.
Cuatro años más tarde, las canciones compuestas para recabar apoyos casi nunca se escuchan después de largos períodos de inestabilidad económica y el aumento de la violencia yihadista.
Promesas electorales incumplidas
Sisi prometió estabilidad y prosperidad económica a los egipcios durante su campaña electoral en 2014. Desde entonces, los años han estado marcados por una represión constante y a veces sangrienta a cualquier tipo de oposición. La actividad de la sociedad civil está muy limitada, y Egipto ha sido bautizado “una de las prisiones más grandes del mundo para periodistas” por Reporteros Sin Fronteras.
A finales de 2016, el Gobierno de Egipto aceptó un préstamo de emergencia del Fondo Monetario Internacional para intentar frenar la crisis económica, que supuso una mejora temporal pero que hizo que el coste de la vida subiera por las nubes para el egipcio medio.
“Cualquiera persona electa hará promesas; [lo que importa] es el tiempo que tarda en cumplirlas”, dice Taher. “Sisi no es un mago. Necesita tiempo para arreglar estas cosas”. Taher dice que gente ha viajado desde muy lejos para ir a la sede y firmar, pero no sabe decir cuántas firmas ha conseguido la sede principal de la campaña.
Una encuesta en 2016 por el centro egipcio para la investigación de la opinión pública reveló que la popularidad de Sisi había caído del 82% al 68% después de 28 meses en el gobierno. Desde entonces no se han realizado encuestas similares.
La propia trayectoria política de Taher refleja los cambios en Egipto desde la destitución del antiguo dictador, Hosni Mubarak. El joven de 25 años se unió a las protestas que derrocaron al dictador en enero de 2011, como uno de los muchos jóvenes “movidos por la posibilidad de cambio”, explica.
“Ahora vuelvo a tener esperanzas”, dice el joven, solo en las oficinas de campaña en la que lleva trabajando tres meses. Explica que su jefe, el diputado Mohamed Shaaban que fundó “Para Construirlo”, ofreció una excedencia pagada a sus empleados de una compañía de electricidad que dirige para que trabajaran en la campaña, y Taher aceptó. Shaaban no ha respondido a varias peticiones de comentario.
Rivales electorales casi inexistentes
El martes, el exjefe de las Fuerzas Armadas Sami Anán –visto como uno de los únicos oponentes serios para la presidencia– fue detenido en El Cairo después de anunciar su intención de presentarse a las elecciones.
Mohamed Anuar el Sadat, el sobrino del presidente de Egipto anterior a Mubarak, declaró la semana pasada que no concurrirá a las elecciones, haciendo referencia a un ambiente que impide “la posibilidad de una competición honesta”. Criticó a “Para Construirlo” por recabar firmas de funcionarios antes de que empezara el proceso de nominación, una práctica que según él viola las leyes electorales.
Tanto Sadat como el abogado de izquierdas Khaled Ali se han referido a una campaña de acoso dirigida contra sus seguidores, así como incumplimientos de las leyes electorales. Es poco probable que Ali pueda presentarse a las elecciones por una causa judicial en curso (con posterioridad a la publicación de este artículo, Khaled Ali anunció su retirada de la campaña).
Sisi recibió hace poco el respaldo de más de 500 de los 596 diputados, incluso antes de declarar su intención de aspirar a un segundo mandato.
Después de la detención de Anán, el único candidato posible capaz de competir contra Sisi es el diputado de derechas Mortada Mansour, que necesita conseguir 25.000 firmas de al menos 15 provincias egipcias para entrar en la campaña electoral.
“Me gustaría que alguien se presentase contra Sisi, porque eso es la democracia”, dice Taher. “Así que aunque le apoyo, quiero a alguien que vaya contra él”.
Información adicional de Jihad Abaza.
Traducido por Marina Leiva
La comisión electoral egipcia anunció el martes que ha eliminado de la lista de candidatos a la presidencia del país al exjefe del Estado Mayor militar Sami Anán, que no podrá concurrir a los comicios, informa EFE. La razón aducida es que Anán no puede ser candidato porque “aún es militar”, según la agencia de noticias estatal, MENA.
Anán compareció ese día ante la Fiscalía militar de El Cairo después de que las Fuerzas Armadas egipcias lo acusaran de haber cometido “irregularidades” al anunciar su candidatura antes de obtener el visto bueno del Ejército.
Asimismo, en un comunicado le acusaron de “incitar para crear disputas” entre las Fuerzas Armadas y el pueblo egipcio y de “falsificar papeles oficiales” para poder presentarse a las elecciones, en las que los militares no pueden participar.
La Fiscalía militar impuso el secreto de sumario en el caso de Anán por lo que todos los medios de comunicación no podrán publicar información del mismo “hasta que concluyan las investigaciones”.